Capsulas de Carreño

¿Alguien duda acerca de la belleza del fútbol?.. Por Michelle Andrea Arias, Lima


Por Michelle Andrea Arias,
Lima

 

*Mi Colombia va a Rusia, Perú va al repechaje.  ¡Arriba Perú! y que Viva mi Colombia.

Ayer escribía mi columna, haciendo alusión a la profunda tristeza que me producía pensar que si pasaba Colombia, no pasaría Perú.

 

Hoy les confieso que desde la mañana me puse mi camiseta de Colombia y que la porté con orgullo en el supermercado, en un picnic y en mis diferentes actividades del día. Unos me alentaron, otros me ahucharon y algunos me miraron con un desprecio temeroso.

 

Pues bien, a las 4 de la tarde empezamos a ver todos los programas y transmisiones que hacían alusión a la jornada futbolera. Los nervios crecían, la incertidumbre se incrustaba en el estómago como una daga, los sueños parecían inalcanzables y la fe gritaba… no te vayas, ¡vas a vivir un momento de infarto!

 

Empezaron los partidos, Ecuador nos daba la alegría más grande y minutos después Argentina nos la arrebataba. Colombia seguía cerrando espacios y defendiéndose del ataque peruano. Argentina empataba y todos nos retorcíamos de la angustia. Luego Bolivia ganaba y pensábamos, “Uruguay se complica”. Pero no, Uruguay cumpliría con una cuota inalcanzable y sólo podíamos pensar… ¿Convocaron a Neymar para ser un peón? Pero no, Brasil hizo el trabajo, Venezuela sacó la casta de ésta nueva generación y llegó el momento en el que, casi que al tiempo, Perú marcó un golazo e hizo un pacto de hermandad con mi Colombia.

 

Guerrero le dijo a Falcao “Vamos pata, ya los resultados se están dando, no nos hagamos daño y seguimos los dos en las justas”. Los espectadores seguíamos comiéndonos la uñas, gritando, sufriendo y en la cancha, simplemente ya se había firmado un pacto de sangre. Los pitazos finales se dieron en cada partido y mi corazón “partido en dos”, simplemente rebozó de alegría.

 

Mi Colombia va a Rusia, y por encima de Paraguay y Chile, Perú va al repechaje. No nos digamos mentiras, aún hay obstáculos en el camino, pero tengo la certeza de que el corazón de estos Incas los va llevar a la justa más importante del fútbol. Se lo merecen, como nunca antes y yo les aseguro que estaré en el estadio para alentarlos y para verlos culminar este sacrifico en el que han dejado sangre, sudor y el alma entera. ¡Arriba Perú! y que Viva mi Colombia.

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