Capsulas de Carreño

Contraplano. Todo tiempo pasado fue anterior.

 

Mike Forero Nougués, 99 años de edad, maestro del periodismo deportivo en Colombia, trabajó por más de 50 años en El Espectador y aunque se graduó como licenciado en educación física y de bacteriólogo, la pasión por el periodismo se la heredó a su papá, Guillermo Forero Franco. Foto circuloperiodistasdebogota.com.co

Por Orlando Cadavid Correa
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El retruécano que nos sirve de título fue tomado de un jocoso libreto del conjunto cómico-musical argentino Les Luthiers, en el que se cambia, en el viejo refrán, el tiempo pasado por el anterior. O sea que ahora, para estar IN, según el quinteto gaucho, hay que decir que “todo tiempo pasado fue anterior”.

A propósito: Hubo una época en la que predominaba la franca camaradería en el periodismo bogotano y en la que la briosa dinámica de que hacía gala El Espectador mantenía alertas a los timoneles de El Tiempo.

Para la muestra, un botón: los directores de los dos cotidianos –don Guillermo Cano y don Hernando Santos—eran simultáneamente grandes amigos e infatigables competidores. Además, eran casi vecinos en la céntrica Avenida Jiménez.

Muchos años antes de que Gustavo Petro, un alcalde mayor llegado de un pueblo costeño que ahora aspira a la presidencia, prohibiera las corridas en la primera ciudad del país, la llave Cano-Santos comenzó a compartir barrera en  el tendido  de sombra en la monumental Plaza de Toros La Santamaría, de Bogotá.

Los dos periodistas –cabezas de tan armoniosas dinastías– eran expertos en el arte de Cúchares. Guasón de toda su vida, don Hernando aprovechó los preliminares del festejo en una tarde dominical para comentarle a don Guillermo que en la noche había tenido la que llamó” una terrible pesadilla” y entró en materia:

“Imagínate –le narró- que iban juntos en un avión fletado por El Espectador, no sé con qué destino, doña Inés de Montaña, don José Salgar, Iáder Giraldo, Lucas Caballero, ‘Klim’;  Mike Forero, Alfonso Castillo y tú… Pues el avión se estrelló y no hubo sobrevivientes”. (Todos se fueron juntos a cantar con Gardel).

Nótese que por la vía de semejante sueño tan tétrico le deseaba, en plan de broma, que pasaran de una vez a la otra vida las siete primeras figuras de la nómina de “El Canódromo”.

El macabro chiste del director de “El Santódromo”, que celebró con gana Cano, hizo carrera en el ámbito periodístico capitalino de la época, y retrató de pies a cabeza la admiración y el respeto que el orientador de El Tiempo sentía por el elenco que poseía su archirrival en la primera metrópoli colombiana.

De los ocupantes del vuelo imaginario sobrevive solamente don Mike Forero Nogués, quien se aproxima a los 99 años y lo ronda el mismo alemán que se llevó recientemente, sin poder despedirse de nadie,  al eximio músico Jaime Llano González.

Ha corrido mucha agua debajo de los puentes. Los dos grandes diarios son harina de otros costales. Sus dueños son los conglomerados financieros de Santo Domingo y Sarmiento Angulo.

Ya El   Tiempo no es el diario de todos los Santos, ni El Espectador el cotidiano de los Cano. El uno lo dirige Roberto Pombo, esposo de Juanita, hija de don Hernando, su suegro, quien era “Hersán” en su columna de opinión “Detrás de las noticias”, y “Rehilete”, en sus crónicas taurinas. La mafia narcotraficante asesinó a don Guillermo, cuando emprendía su regreso a casa y apagó para siempre su heróica ”Libreta de Apuntes”. Un descendiente de don Fidel Cano, de nombre homónimo, dirige lo que queda del diario decano de la prensa nacional.

La apostilla:   El finado fotógrafo Manuel Hermelindo Rodríguez (Manuelhache) puso a circular, tiempo ha, una gráfica en la que aparecían en cálido abrazo grupal, Santos, Cano y el maestro de la torería española Luis Miguel Dominguín, en el callejón del circo de toros de “La Perseverancia”, barrio del que se decía en el pasado, cuando era un epicentro dedicado a la fabricación y el consumo de la enervante chicha bogotana, que “allí se subía a pie y se bajaba en ambulancia”.

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