Capsulas de Carreño

El fútbol de los detalles (Fernando Pacini, canchallena)

Fernando PaciniPor: Fernando Pacini,
canchallena.com

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Lo verdaderamente difícil es ejecutarlas, que fluyan como resultado de la comprensión del juego.
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El fútbol de élite tiene especial consideración por los detalles. Se hacen tan estrechos los pasillos por dónde sacar ventajas al rival de turno que un movimiento imperceptible, un pase que precede al pase-gol, una correcta temporización entre tres, pueden romper un partido. Cuando un equipo potente enfrenta a uno inferior, hay concesiones inmensas que se esfuman en las grandes citas. Allí, la esencia del juego aparece en su forma más sofisticada: los controles y pases, los perfiles, la comprensión, las combinaciones y la movilidad permanente, todas verdades indiscutibles del fútbol, se someten a las máximas exigencias.

En las grandes contiendas, todo pasa antes. El defensor anticipa antes, la marca llega a tiempo, el salto es tan alto y fuerte como el propio; y cuando toca defender, la gambeta es agresiva, el pase a la espalda es preciso, y el centro lleva la potencia y la comba justa. Es decir, hay que decidir mejor, en menos tiempo y con menos espacio. En realidad, hay que conquistar los espacios. Nadie los regala, hay que apropiarse de ellos; o mejor, hay que construirlos para pensar y ganar tiempo.

En ese contexto, que el pase vaya con la fuerza adecuada y con ventaja para el perfil del receptor, es un segundo que se gana y un ataque que prosigue; marcar un pase a la espalda de los volantes rivales y recibir a la carrera sabiendo cómo resolver en el último tercio, es acercarse a una situación de gol; arrimarse a quien posee la pelota y luego ir a recibir en un lugar diferente, despeja el camino; interpretar el «lenguaje de señas» de un compañero para saber si necesita apoyo o alternativa para profundizar, puede provocar un desborde y un gol.

Un futbolista es mejor cuando consigue regularidad para disponer de sus facultades. Por eso Kroos, Xavi o Xabi Alonso sobresalen. Otros, aún precisan evolucionar, mejorar la consistencia: Pastore, por citar ejemplos locales, o Banega, cuyo entrenador en Sevilla dice que hay que estar encima de él para que sea constante.

Un mal control, aislado, visto como «unidad», puede parecer insignificante, pero en la mirada global de la jugada, ese control deficiente, interrumpió la evolución ofensiva. Uno o varios pases transversales o con escaso progreso territorial, son útiles y tienen sentido sólo si la velocidad de circulación de la pelota es superior a la velocidad de los desplazamientos rivales. Si no, el espacio por dónde profundizar, sencillamente, no aparecerá y la posesión se vuelve ociosa y previsible.

Así, podríamos describir decenas de situaciones propias del juego. Nada nuevo, nada desconocido. Lo verdaderamente difícil es ejecutarlas, que fluyan como resultado de la comprensión del juego, la disposición y la técnica de los futbolistas unidos por un plan colectivo. Para que ese juego suceda, es necesario combinar ideas, compartir códigos, ofrecer alternativas, lanzar carreras, engañar, respaldar, tomar el riesgo del desorden, estar dispuesto a perder, desear recuperarla y un larguísimo etcétera… ¡Jugar al fútbol! No más que eso, con las complejidades fascinantes de este deporte..

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