Capsulas de Carreño

Nacional, el espectro de una caricatura. Por Jorge Alberto Cadavid 


Por Jorge Alberto Cadavid Marín

*¿Si podrá Lillo con su supuesto conocimiento y sabiduría cambiar el rumbo que hoy nos espanta?

El dibujo de Nacional en el campo de juego, deprimente, no podemos decir que desconocido, porque partido a partido ha ido formando una idea pobre, mejor paupérrima, de lo que es un equipo de fútbol en bancarrota.

Ni el planteamiento de juego, a qué juega el técnico ? Ni la interpretación de los actores en su rol, se acercan a algo para mostrar una estructura de equipo que con solvencia nos haga palpitar, pues hoy nos hace maldecir.

Aquí algo pasa, algo sucede, no es concebible lo que vemos al interior del grupo, las tres últimas presentaciones son el desmoronamiento paulatino, la confusión, una abulia que desconcierta.

En ninguna de las tres lineas se ve fútbol, en ninguna de las contrataciones se ven refuerzos, en ninguno de los planteamientos tácticos se ve estructura, solo tristeza y desolación, llanto y crujir de dientes.

Los primeros 20 minutos fueron la oscuridad total, la ratificación de la caída en picada que hoy vivimos, errores repetidos, lamentables los de Velasco, seguido por Valencia que fuera de su falta de alma con su apatía da las razones del ” aquí que pasa “.

Después del primer gol, Pasto voluntariamente se recoge y le entrega campo y balón al Verde, pero fue un falso dominio, pues los contraataques del local fueron mas peligrosos, que la tenencia y el fútbol horizontal del visitante.

Lillo pareciera conforme con lo que veía y para el inicio de la complementaria no movió el equipo, pero cuando lo hizo nada cambió, la ignominia futbolística seguía dibujando la patética caricatura de un desconcertado y desubicado Nacional.

El segundo gol, previo a una mano no pitada por el juez, fue cruel, tanto que sacó de la ropa a Armani, el único que se salva, en mas de una oportunidad había impedido un marcador mas largo, terminó expulsado.

Que triste presente, que incierto futuro el que se hoy se vive, que nos esperará, ¿si podrá Lillo con su supuesto conocimiento y sabiduría cambiar el rumbo que hoy nos espanta?

Compartir:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *