Capsulas de Carreño

Cómo fue Pékerman, el volante que pasó por el DIM en 1975…

¿Y dónde está Pékerman?. IDENTIFÍQUELOS..

¿Y dónde está Pékerman?. IDENTIFÍQUELOS..

 

*La mejor historia de José Pékerman cuando se jubiló como futbolista por una lesión de rodilla a los 28 años la escribió el periodista amigo Ezequiel Fernández Moores, con quien cubrimos algunas Copas América, escribiendo él para la agencia Télam, nosotros para El Colombiano. Hoy (jueves 3 de septiembre de 2015) el seleccionador cumple 66 años de vida, nació en 1949 en Villa Domínguez, Argentina.  Y la recopilación la centramos en su paso por Medellín, ciudad y equipo.


-“Tenía ocho pulmones. Era una hormiguita silenciosa”.
(Carlos Gaviria, vive en Medellín, marcador de punta del DIM 1975, quien se movía por la misma franja derecha que lo hacía el volante “8” José Pékerman).

-“Nunca se le escuchó un comentario desobligante en el camerino, Fuera de la cancha era muy pasivo. Dentro del terreno de juego era otro. Fue el tiempo en que de 18 jugadores inscritos en planilla por cada equipo, seis eran extranjeros”.
(Álvaro “El Polaco” Escobar, zaguero, vive en Medellín, trabaja como técnico del equipo aficionado Olimpia Global).
Pekerman 3-3

-“No era un supertalento pero útil para el equipo, inteligente, de bajo perfil. Simple para jugar. De una madurez única. Era lo opuesto a ser individualista”.
(Humberto Tucho” Ortiz, hoy trabaja en el DIM, entrenador por unos meses de Pékerman en el 75).

-“Muy casero. Además doña Matilde (su esposa) era muy celosa y como tenía cierta pinta casi no salía de su apartamento que quedaba detrás de lo que hoy es El Obelisco, frente al Atanasio Girardot. Allí nació su hija Vanessa».
(De esa manera lo recuerda Carlos Gaviria).

-“El empresario Antonio Patiño Vinasco, de Continental Deportes (fallecido), trajo en 1975 a un volante de marca, en esa época un “8”, procedente de Argentinos Juniors, de quien se dice llegó al país con un problema de rodilla. Más adelante, al levantarse de la mesa de la casa, cuando terminaba la temporada 1977, pum…. ligamentos.-.. A los 28 años se le acabó la vida como futbolista y entró en depresión.

-En Medellín José Pékerman encontró en Juan Osvaldo Zubeldía, técnico de Nacional, una mano amiga que le dio ánimos, que lo invitaba a tomar café y que un buen día le manifestó que la vida le podía ofrecer otras oportunidades como ser entrenador.

 

-Otro buen día, sin que nadie lo estuviera echando de Medellín, que lo acogió con tanto cariño de parte de sus hinchas que le preguntaba cuándo regresaría a las canchas,  le dijo a su esposa Matilde que se regresaban a Buenos Aires, que aunque podía seguir jugando no quería dar ventajas.

PÉKERMAN, TAXISTA
(Apartes del artículo de Ezequiel Fernández Moore)

 

“El Renault 12 se lo prestó Tito, su hermano mayor. José lo pinta de negro y amarillo y empieza a manejar el taxi por las calles de Buenos Aires. Ocho horas por día. Estamos en 1978. José tiene apenas 28 años. La rodilla maldita, la misma que se lastimó cuando tenía 18, precipitó la despedida del Independiente Medellín. Peor aún, lo obligó a irse del fútbol. Una rotura de ligamentos que hoy podría curarse, pero no hace 40 años, cuando buscaba recuperarla atándose garrafas de gas de 10 kilos que repartía su padre.

Ahora no hay tiempo para deprimirse. José ya es padre (Vanessa había nacido en 1975 en Colombia, más tarde llegaría Ivana), y el sueldo de Matilde, docente en una escuela primaria de Pablo Podestá, no alcanza. José sale todos los días bien temprano desde Martín Coronado, periferia oeste. Recorre 35 kilómetros y entra a esa jungla de cemento que es el centro de Buenos Aires. Los mediodías, José aparca el taxi y almuerza la vianda que le prepara Matilde. No se detiene en los habituales bares o gasolineras donde paran los taxistas para hablar de mujeres o de fútbol. José prefiere ver fútbol. Frena donde ve pibes jugando un “picado” (partido informal). El taxi es un accidente. Y José Pékerman, se sabe, fue, es y será un hombre de fútbol.

“Fueron cuatro años en el taxi; yo venía con el dolor muy fresco de un retiro prematuro. Los sueños pasaban en esos tiempos por mi familia y por superar los momentos difíciles. Imaginaba que podía retornar al fútbol, pero necesitaba un poco de tiempo para elaborar el duelo”, dijo el propio Pékerman en una de las pocas entrevistas que concedió.

José, me cuenta en Buenos Aires un amigo que lo conoce desde hace más de 50 años, jamás se quejó por haber tenido que manejar el taxi. Simplemente, consideró que su deber como padre de familia era llevar dinero al hogar. A veces, sin embargo, observa con desconfianza cuando algún medio alude hoy a su viejo oficio. “Nunca sabés si eso es un elogio o una crítica velada”, le escuchó decir alguna vez un amigo. Otro amigo, que también pide anonimato (Pékerman y los suyos cultivan el bajo perfil desde siempre), me dice que José manejó el taxi “para ‘hacer el mango’ (ganar dinero), porque siempre fue un laburador”.

Por eso, además del taxi, y de estudios en Educación Física y Kinesiología, José atendió en Villa del Parque, un barrio porteño de clase media, un comercio de venta de cierres a cremallera para DePe, la fábrica más antigua del país. “Y nadie sabe que unos años antes —me confía el amigo— José llegó a comprar tela y armó un local en Martín Coronado para vender camisas y jeans”. La oferta del Independiente Medellín, en 1975, derrumbó el proyecto del Pékerman pequeño empresario textil».
(Fuente: Ezequiel Fernández Moore).

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