Capsulas de Carreño

Pizzi, Vidal y el silencio. Por Leonardo Véliz, La Tercera (Chile)


Por Leonardo Vèliz, La Tercera

*Chile es sequía de goles, extravío de modelo de juego y bajo nivel de individualidades es una realidad.
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Después del vergonzoso traspié contra Paraguay, el gran desafío era Bolivia. ¿Qué se debía hacer? Someterse al tiempo disponible para revertir la incómoda situación. Se optó por ir a las sequedades de Calama. Allí donde abunda el silencio para reflexionar. Un film, la nostalgia de la luz, muestra la distancia entre el cielo y la tierra y entre la luz del cosmos y los seres humanos. Allí, los astrónomos levantan la vista en busca de estrellas desconocidas y como mujeres desesperadas agachan la vista escarbando la tierra en busca de sus seres desaparecidos. Allí el sueño y el silencio son necesidades del alma.

En ese entorno, pensé que Pizzi, como en el coaching, abordaría el feedback, que son, nada más ni nada menos, conversaciones constructivas. Donde cada uno expresa lo que siente hacia el otro, con respeto y altura de mira. Ayuda a superar ambientes de toxicidad permanente. Había que sincerar los afectos. Meditar incluso.

Pero nuevamente Pizzi falló. La tranquilidad requerida se convirtió en jolgorio, fiesta, ruido, arrumacos, visitas, homenajes y vítores. Entrenamiento con muchedumbre y el silencio reflexivo pasó sin ton ni son. Algunos, como Vidal, volvieron con declaraciones destempladas y fotos provocadoras. Con soberbia se subió a la nube. ¿De qué me voy a levantar si no tengo suelo? Eso debe haber pensado ante la efusividad popular. ¿Quién le puede decir que despegar los pies de la tierra no es aconsejable? Calama volvió a instalarlos en el Olimpo. La prensa los sentó en la crítica veraz. Lo sucedido en la Paz es una anécdota. La puna venía galopando mucho antes chicoteando la derrota con mucha sangre en el ojo.

Sequía de goles, extravío de modelo de juego y bajo nivel de individualidades es una realidad. Reacciones post partido con lloriqueos y disculpas son patéticas. Sin autocrítica, salvo las de su capitán Claudio Bravo, que honesto y reflexivo reconoció que no era este escenario el pintado en sus sueños y en el silencio de Manchester. Sin embargo, aún tenemos oxígeno.

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