Capsulas de Carreño

Si vuelven a jugar como ante Equidad…

Pambelé lanzó y popularizó hace años una frase lógica, obvia y real: “Es mejor ser rico que pobre”. Sin duda. También es preferible jugar los cuartos de final de la Liga ante un rival como Tuluá o Águilas y cerrar de local, que encarar a un adversario como Millonarios y terminar la serie en Bogotá.

Sin embargo, así como ser rico no garantiza felicidad completa, Junior no aseguraba la clasificación a semifinales si en cuartos se enfrentaba a un club de menos pedigrí que el ‘Embajador’.
En la vida y en el fútbol todo es relativo. Junior perdió un título ante Caldas en el estadio Roberto Meléndez y ganó otro en el Palogrande de Manizales.
No creo que había que frotarse las manos y pensar de inmediato en otra fase si tocaba encarar a Tuluá o Águilas (mucho menos si el oponente era Cali o Santa Fe), pero tampoco considero que el equipo rojiblanco ya esté eliminado porque no quedó como cabeza de serie y su adversario finalmente sea Millonarios.
No hay que sentirse ganador ni perdedor sin jugar. No se debe mirar por encima del hombro a nadie ni verse inferior a ninguno. Cero extremos.
En 2010, Junior fue eliminado inesperadamente por el modesto Racing de Montevideo en la Copa Libertadores. El año pasado, los tiburones resultaron campeones de la Copa Águila tras superar a Nacional, Tolima, Dim y Santa Fe. Hay 11 mil ejemplos para ambas orillas.
Lo que más le debe preocupar a Junior y a su hinchada por encima del rival o más allá de si cierra en el ‘Metro’ o en El Campín es su propio rendimiento y su carácter. Si los dirigidos por Alexis Mendoza juegan los cuartos de final de la manera tan gris y fría como se vieron ante Equidad, difícilmente le ganarán al ‘Deportivo Tapita’ o al Niupi, equipo de la redacción de EL HERALDO. Ese Tiburón sin dientes que vimos en Bogotá no asusta a nadie.
Tocó Millonarios y hay que enfocarse en ese obstáculo entrenando en corregir las graves falencias ofensivas que sigue mostrando el equipo. Junior necesita que estén afilados todos sus jugadores, pero especialmente los de ataque.
Cuando Pambelé era dueño de la corona mundial welter junior de boxeo, la defendía ante cualquier rival y en cualquier plaza. No importaba la grandeza del contrincante porque el monarca colombiano siempre sacaba su casta de campeón.

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