Capsulas de Carreño

BALANCE DIM. TODOS PERDIMOS (3). Por María Victoria Zapata

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Por María Victoria Zapata B.

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*Jugadores sin alma y sin vergüenza. La hinchada estaba en todo su derecho de protestar. 
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Más que la miopía administrativa en materia de contrataciones,  más  que la   ininterrumpida serie  de lesiones, más  que  feria del despilfarro en pórticos contrarios y  más que el deslustre del  fútbol y de  la  gestión técnica  después de la obtención de la sexta estrella, la mayor pérdida sufrida  por el DIM fue la de las ambiciones, las aspiraciones, el profesionalismo y el respeto por parte de la casi totalidad de jugadores rojos,  en un hecho  que causó desconcierto  e indignación entre   la hinchada roja.

Faltos de  alma,   de  sentido de pertenencia, de motivaciones, de actitud y  de vergüenza,  la gran mayoría de integrantes de la plantilla roja pisotearon  todas y cada una de las ilusiones del seguidor del DIM y mancillaron de todas las formas posibles ese inmortal sentimiento que  se vierte desde la tribuna.
Cero fútbol
Es innegable que los jugadores  del  apocado  y desconocido  Medellín de Liga Águila II y Copas Águila y Sudamericana no resisten ningún análisis de fútbol, puesto que fútbol no mostraron.

Desconozco si ese juego caótico,  insulso, lateralizado, excedido de toques y pases hacia atrás, predecible, estático  y repetitivo obedeció a un  ordenamiento  táctico(???) de Leonel Álvarez o a un plan preconcebido por los mismos  integrantes de la plantilla roja para “hacerle el cajón” al técnico, como se dice en el argot popular. Lo que si quedó demasiado claro  fue el descenso, en caída libre,  en el rendimiento tanto individual como colectivo.   Vimos, por ejemplo, a un David González sin reflejos ni liderazgo y con un  muy pobre  desempeño.

En la zaga, únicamente pasa el examen Andrés Felipe Mosquera,  el jugador con más alta calificación en el semestre y quien se distinguió, además, por su entrega, amor por la camiseta  y laboriosidad. Piedrahita se diluyó,  Juan David Valencia no justificó su regreso, Pertuz, Tipton  y Saiz  se “rajaron”,  Jorge Arias no es ni sombra del jugador que  se prestara una temporada al Junior,   y  Macías  tuvo escasa figuración y al final fue uno de los damnificados por lesión.  En cuanto a Elacio Córdoba, su fútbol fue directamente proporcional a su aparición como titular y/o suplente. En resumen, la línea de fondo del DIM, incluyendo  al cancerbero González,  fue frágil, vulnerable y  muy poco confiable

El medio campo fue otro dolor de cabeza. La intermitencia de Didier Moreno y Juan David Cabezas, atentó  en forma permanente contra el trabajo de marca y agudizó la problemática defensiva de Independiente Medellín.  John Edison Hernández estuvo mas interesado en un aumento salarial que en la mejoría en su nivel de juego.

En armado fue evidente la orfandad del capitán Christian Marrugo, quien se constituyó en el goleador rojo del torneo, con siete anotaciones. Al igual que el de todo el grupo de jugadores, su  nivel de juego se vino a menos en la recta final del campeonato. El aporte de Mao fue mínimo,  el rendimiento de Luis Carlos Arias se halla distante del que le conociéramos antes de su traspaso a Santa  Fe y el de Hernán Hechalar es un caso aparte:  Condenado  a la suplencia o una ubicación que, en definitiva,   NO es la suya,  su fútbol  se resintió considerablemente.   ¿Por qué nunca pudo entender el técnico Álvarez  que  el centrocampista argentino es zurdo? ¿Por qué lo sacrificó y menospreció de esa forma?

Y en la delantera  poco que decir: Una grave lesión de ligamentos y la cirugía  e incapacidad respectivas,  marginaron  por seis meses a Leonardo Castro;   el goleador  Juan Fernando Caicedo se transformó en pivot, Burbano y Yorleys  Mena no aparecieron por parte alguna, Ibargüen se la pasó de lesión en lesión y  el juvenil Mauricio Cortes salvó la  papeleta del ataque rojo con cinco anotaciones en el torneo y una en Sudamericana, esta última en el juego local ante el brasilero Santa Cruz.

Finalmente los juveniles:  Con trauma severo de tobillo, sufrido en un entrenamiento el `pasado 13 de noviembre,  William Parra, con alguna figuración,   acrecentó la lista de lesionados y  tendrá que cumplir una incapacidad de cinco meses.  Despreciados, desdeñados y  olvidados por el orientador Leonel Álvarez, Johan  Romaña Y Naisir Carmona   no fueron tenidos en cuenta,    Macías  ha tenido  poca figuración  desde el torneo  pasado lo mismo que Ever Valencia, Eduard Atuesta pasó desapercibido para el técnico no obstante su reconocido talento, Felipe Santa  fue ingresado  extemporáneamente  a uno que otro compromiso y Mauricio Cortés, quien tuvo un poco más de suerte,  contó con algún beneficio  debido a las lesiones de Castro e Ibargüen.

En la participación final de  la Liga Águila II, algunos de estos prospectos fueron  enviados a la gramilla sin consideración alguna,  como si fueran toros  lanzados al ruedo, como si ellos pudieran resolver solos y en dos o tres minutos, si acaso, una problemática que arrastraba el equipo desde meses atrás y que tenía, además, raíces muy profundas en la “epidemia” de apatía que contagió al DIM.   Error mayúsculo de Leonel…!!!

 

Y actitud bajo cero
No estamos lejos de la verdad si concluimos que el  bajo rendimiento  observado por la casi totalidad de jugadores, suplentes y titulares, tuvo su génesis en motivos eminentemente anímicos.  El equipo se paró en la cancha, se olvidó de jugar, dejó de lado sus objetivos y metas y se sumió en una holgazanería censurable desde todo punto de vista.

El que  observamos desde la duodécima fecha y en los  juegos visitantes de Sudamericana, fue un DIM que nos golpeó a los hinchas, nos castigó, nos humilló, nos maltrató y nos pulverizó todos los sueños. Un DIM  abúlico,  apático,  negligente y acobardado. Un DIM sin corazón, sin alma, sin  coraje, sin sentido de pertenencia.  Un DIM  que pisoteó el sentimiento Poderoso, que deshonró la sagrada casaca roja  y que ultrajó a esa fanaticada que, partido a partido, se hizo presente en las graderías del Atanasio Girardot.

¿Qué llevó a los jugadores a vejar de esa manera a toda una afición?

¿Qué tan  cierto es el rumor que da cuenta de un sindicato en contra del técnico?

Porque de ser así, no solo sacaron a Leonel.  También a la hinchada del estadio.

Fue tan humillante e indecoroso el espectáculo que nos ofreció el equipo en sus últimos partidos,  que  la monumental silbatina con que fueron  despedidos los  jugadores al término de su derrota  local  en la llave de cuartos de final ante Santa Fe,  y  comparable a aquella otra en contra del presidente Alfonso López Michelsen en la inauguración de los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe-Medellín 1978, fue apenas una consecuencia lógica de tanta mezquindad.  La hinchada estaba en todo su derecho de protestar de manera pacífica por el irrespeto del que fue objeto.  Los jugadores del DIM encararon este torneo sin alma y, sobre todo, sin vergüenza.  ¡¡¡…No hay derecho…!!!
Próxima entrega: Dirigentes e hinchada
[María Victoria Zapata B.]

 

 

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