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BALANCE DIM. TODOS PERDIMOS (3). Por María Victoria Zapata
- Updated: 12 diciembre, 2016
Por María Victoria Zapata B.
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*Jugadores sin alma y sin vergüenza. La hinchada estaba en todo su derecho de protestar.
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Más que la miopía administrativa en materia de contrataciones, más que la ininterrumpida serie de lesiones, más que feria del despilfarro en pórticos contrarios y más que el deslustre del fútbol y de la gestión técnica después de la obtención de la sexta estrella, la mayor pérdida sufrida por el DIM fue la de las ambiciones, las aspiraciones, el profesionalismo y el respeto por parte de la casi totalidad de jugadores rojos, en un hecho que causó desconcierto e indignación entre la hinchada roja.
Faltos de alma, de sentido de pertenencia, de motivaciones, de actitud y de vergüenza, la gran mayoría de integrantes de la plantilla roja pisotearon todas y cada una de las ilusiones del seguidor del DIM y mancillaron de todas las formas posibles ese inmortal sentimiento que se vierte desde la tribuna.
Cero fútbol
Es innegable que los jugadores del apocado y desconocido Medellín de Liga Águila II y Copas Águila y Sudamericana no resisten ningún análisis de fútbol, puesto que fútbol no mostraron.
Desconozco si ese juego caótico, insulso, lateralizado, excedido de toques y pases hacia atrás, predecible, estático y repetitivo obedeció a un ordenamiento táctico(???) de Leonel Álvarez o a un plan preconcebido por los mismos integrantes de la plantilla roja para “hacerle el cajón” al técnico, como se dice en el argot popular. Lo que si quedó demasiado claro fue el descenso, en caída libre, en el rendimiento tanto individual como colectivo. Vimos, por ejemplo, a un David González sin reflejos ni liderazgo y con un muy pobre desempeño.
En la zaga, únicamente pasa el examen Andrés Felipe Mosquera, el jugador con más alta calificación en el semestre y quien se distinguió, además, por su entrega, amor por la camiseta y laboriosidad. Piedrahita se diluyó, Juan David Valencia no justificó su regreso, Pertuz, Tipton y Saiz se “rajaron”, Jorge Arias no es ni sombra del jugador que se prestara una temporada al Junior, y Macías tuvo escasa figuración y al final fue uno de los damnificados por lesión. En cuanto a Elacio Córdoba, su fútbol fue directamente proporcional a su aparición como titular y/o suplente. En resumen, la línea de fondo del DIM, incluyendo al cancerbero González, fue frágil, vulnerable y muy poco confiable
El medio campo fue otro dolor de cabeza. La intermitencia de Didier Moreno y Juan David Cabezas, atentó en forma permanente contra el trabajo de marca y agudizó la problemática defensiva de Independiente Medellín. John Edison Hernández estuvo mas interesado en un aumento salarial que en la mejoría en su nivel de juego.
En armado fue evidente la orfandad del capitán Christian Marrugo, quien se constituyó en el goleador rojo del torneo, con siete anotaciones. Al igual que el de todo el grupo de jugadores, su nivel de juego se vino a menos en la recta final del campeonato. El aporte de Mao fue mínimo, el rendimiento de Luis Carlos Arias se halla distante del que le conociéramos antes de su traspaso a Santa Fe y el de Hernán Hechalar es un caso aparte: Condenado a la suplencia o una ubicación que, en definitiva, NO es la suya, su fútbol se resintió considerablemente. ¿Por qué nunca pudo entender el técnico Álvarez que el centrocampista argentino es zurdo? ¿Por qué lo sacrificó y menospreció de esa forma?
Y en la delantera poco que decir: Una grave lesión de ligamentos y la cirugía e incapacidad respectivas, marginaron por seis meses a Leonardo Castro; el goleador Juan Fernando Caicedo se transformó en pivot, Burbano y Yorleys Mena no aparecieron por parte alguna, Ibargüen se la pasó de lesión en lesión y el juvenil Mauricio Cortes salvó la papeleta del ataque rojo con cinco anotaciones en el torneo y una en Sudamericana, esta última en el juego local ante el brasilero Santa Cruz.
Finalmente los juveniles: Con trauma severo de tobillo, sufrido en un entrenamiento el `pasado 13 de noviembre, William Parra, con alguna figuración, acrecentó la lista de lesionados y tendrá que cumplir una incapacidad de cinco meses. Despreciados, desdeñados y olvidados por el orientador Leonel Álvarez, Johan Romaña Y Naisir Carmona no fueron tenidos en cuenta, Macías ha tenido poca figuración desde el torneo pasado lo mismo que Ever Valencia, Eduard Atuesta pasó desapercibido para el técnico no obstante su reconocido talento, Felipe Santa fue ingresado extemporáneamente a uno que otro compromiso y Mauricio Cortés, quien tuvo un poco más de suerte, contó con algún beneficio debido a las lesiones de Castro e Ibargüen.
En la participación final de la Liga Águila II, algunos de estos prospectos fueron enviados a la gramilla sin consideración alguna, como si fueran toros lanzados al ruedo, como si ellos pudieran resolver solos y en dos o tres minutos, si acaso, una problemática que arrastraba el equipo desde meses atrás y que tenía, además, raíces muy profundas en la “epidemia” de apatía que contagió al DIM. Error mayúsculo de Leonel…!!!
Y actitud bajo cero
No estamos lejos de la verdad si concluimos que el bajo rendimiento observado por la casi totalidad de jugadores, suplentes y titulares, tuvo su génesis en motivos eminentemente anímicos. El equipo se paró en la cancha, se olvidó de jugar, dejó de lado sus objetivos y metas y se sumió en una holgazanería censurable desde todo punto de vista.
El que observamos desde la duodécima fecha y en los juegos visitantes de Sudamericana, fue un DIM que nos golpeó a los hinchas, nos castigó, nos humilló, nos maltrató y nos pulverizó todos los sueños. Un DIM abúlico, apático, negligente y acobardado. Un DIM sin corazón, sin alma, sin coraje, sin sentido de pertenencia. Un DIM que pisoteó el sentimiento Poderoso, que deshonró la sagrada casaca roja y que ultrajó a esa fanaticada que, partido a partido, se hizo presente en las graderías del Atanasio Girardot.
¿Qué llevó a los jugadores a vejar de esa manera a toda una afición?
¿Qué tan cierto es el rumor que da cuenta de un sindicato en contra del técnico?
Porque de ser así, no solo sacaron a Leonel. También a la hinchada del estadio.
Fue tan humillante e indecoroso el espectáculo que nos ofreció el equipo en sus últimos partidos, que la monumental silbatina con que fueron despedidos los jugadores al término de su derrota local en la llave de cuartos de final ante Santa Fe, y comparable a aquella otra en contra del presidente Alfonso López Michelsen en la inauguración de los XIII Juegos Centroamericanos y del Caribe-Medellín 1978, fue apenas una consecuencia lógica de tanta mezquindad. La hinchada estaba en todo su derecho de protestar de manera pacífica por el irrespeto del que fue objeto. Los jugadores del DIM encararon este torneo sin alma y, sobre todo, sin vergüenza. ¡¡¡…No hay derecho…!!!
Próxima entrega: Dirigentes e hinchada
[María Victoria Zapata B.]
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