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¡Cano, goleador por siempre!
- Actualizado: 6 octubre, 2023
Por Rafael Villegas.
Germán Ezequiel Cano nació en Lomas de Zamora, una población a poco menos de 17 minutos de la capital Federal. De ese sector en la década de los 80, surgió un cuadro de futbol denominado Loma Negra cuya principal figura era Félix Orte un rubio delantero que hizo historia con esa camiseta
.
Por aquella época “el depredador” no había nacido (2 de enero 1988)… de allí que su club de infancia fuese Lanús, “el equipo granate” que representa con Banfield el sur del Gran Buenos Aires.
Cano, como cualquier chico de barriada, soñaba con ser jugador de futbol, por eso su gran amor de infancia siempre ha sido Lanús, el cuadro que le permitió ver de más cerca sus sueños.

Germán Ezequiel Cano. Foto @FluminenseFC.
Allí, en Lanús, se cruzó con un delantero que es historia viviente, Jose “Pepe” Sand, aquel goleador todo coraje que vino a Colombia (Deportivo Cali) y que aun hoy, a los 43 años, marca goles para su club. En vista que a Sand no le daba ni gripa y marcaba de a dos o tres goles por partido, se fue a buscar nuevas oportunidades; apareció en Chacarita Juniors, el equipo “funebrero”, allí hizo algunos goles y eso le motivó al técnico que se marchaba a Colón de Santa Fe a llevárselo con él.
En Colón no marcó goles; la verdad, su cuota goleadora era escasa y lejana de lo que tenía en sus planes para poder llegar a uno de los equipos grandes de Argentina y por qué no, a la Selección.
En el fútbol como en la vida hay una hora bajo el cielo o como dirían en Medellín, a quien le van a dar le guardan… y eso pasó con el hoy goleador de Fluminense que al lado del noruego Erling Halland del Manchester City, son los dos goleadores más efectivos del mundo.
Un joven exjugador de futbol que pasó por Colombia con mejor recuerdo como persona que como futbolista, Enrique Colliard lo vio y creyó en él, no era tan alto, pero si fuerte y con la convicción de luchador y triunfador le vendría bien al futbol colombiano. Enrique recordó a su amigo Julio Comesaña, a quien había conocido en Barranquilla en su paso por el desaparecido Unicosta; no dudó en llamarlo, el uruguayo apagaba uno de los incendios habituales del deportivo Pereira y le fue claro “no podemos darnos el lujo de desperdiciar el escaso dinero que tenemos en una aventura”. Colliard estaba convencido y este convencimiento… convenció a Comesaña y así llegó al “grande matecaña”.
Llegó, probó, pero no se le dio y fue parte del descenso del club en ese año, a pesar de los 9 goles que marcó, eso le tatuó un recuerdo en el alma, como uno de sus dolores más profundos; quiso dar más allí, pero la ansiedad y la situación del club no le permitieron empezar con mejor pie en el futbol colombiano.
Se fue a Paraguay y después le apareció el Medellín para abrirle las compuertas del corazón de una de las más grandes hinchadas del país, a la que conquistó con esos 129 goles que marcó con el equipo del pueblo.
En Medellín nació su hijo, Luciano, él y su mujer Rocío no se querían ir nunca, pero esto es futbol, y los goles se compran por doquier a muy buen precio… por ello, y como profesional que es, se despidió del DIM, no con un adiós sino con un hasta luego… “con algún día volveré”. Se fue a México y allí recaló en Pachuca y León. No tuvo suerte, pero lo asumió como parte de su crecimiento futbolístico y personal; se rompió los ligamentos cruzados, aguantó con el estoicismo del que sabe que con el tiempo todo llegará.
Volvió a su gran amor, a una segunda etapa en el DIM y como si el destino se lo tuviera guardado en el cofre de la esperanza, volvió a ser feliz, marcó goles y se canonizo como ídolo del equipo rojo.
Quiso nacionalizarse y se quedó esperado un papel que le certificara la residencia para iniciar los trámites y así poder jugar en la Selección Colombia. Jugar en la Selección argentina era un deseo de antaño que se había quedado archivado en el baúl de los sueños.
Vino la oferta de Brasil, y al no hacer uso de la compra el rojo, se volvió a ir, y allá en Fluminense uno de los históricos de Rio que aún recuerda por los pasillos de Maracaná a: Didi, Gerson y Romario entre otros, se convirtió de nuevo en el hombre gol con una frecuencia anotadora espectacular.
SUS NÚMEROS HABLAN POR SÍ SOLOS
Si, Cano es uno de esos casos extraños en el futbol, un hombre gol que debería ser parte de una selección nacional, Argentina o Colombia, en la primera no se dio porque allá realmente no lo conocían, y acá porque la burocracia y lentitud del sistema no permitieron que unos papeles llegaran a tiempo.
Ha pasado el tiempo desde aquel 2012, cuando Colliard se lo recomendó al “prócer juniorista” que hoy disfruta en sus cuarteles de invierno en la calurosa y sofocante Barranquilla; Julio sonríe, cuando lee o escucha goool de Cano donde quiera que sea, porque él -que no fue nunca goleador- siente cada uno de esos goles, como propios…. y en Argentina, Enrique Colliard los disfruta con la alegría de quien recibe un presente de agradecimiento por haber creído en él y haberlo llevado a esa tierra que se convirtió en su segunda patria así hoy no juegue allí.
@lidervillegas
@colombiasports.