Capsulas de Carreño

Colombia vs. Altitud y Calor (opinión)

BOGOTÁ. Últimas indicaciones del técnico Héctor Cárdenas para enfrentar en la noche a Paraguay por la segunda fecha del hexagonal final del Suramericano Sub 20. Ojalá vuelva el gol y en buenas dosis. Foto FCF.

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Por Tobías Carvajal Crespo.
Columnista Cápsulas – Cali.

 

La Selección Nacional de Colombia y/o Selección Absoluta como ahora se le identifica, siempre ha recurrido a jugar sus partidos importantes, caso eliminatorias de Copa Mundo y Suramericanos (bien como sede principal o partidos de ida y vuelta como en antaño) en las ciudades de Bogotá -sede mundialista desde 1957 contra Paraguay y Uruguay- y luego Barranquilla a partir de 1989, frente a Ecuador, Paraguay e Israel.

Medellín y Cali en este aspecto han sido ciudades deportivamente marginadas, pues siempre se han preferido dos factores que se consideran muy importantes: la altitud sobre el nivel del mar y el calor ‘ambientado’ por una buena dosis de humedad.

En nuestras primeras incursiones mundialistas y similares, Bogotá con algo más de 2.600 metros sobre el nivel del mar, se consideró como el campo donde ‘debían fundirse’ los rivales, así fuese el mismísimo Ecuador o Bolivia, colegas de altitud a nivel suramericano.

Posteriormente la designada fue Barranquilla, donde los éxitos han sido incuestionables. El calor sofocante era ‘suficiente’ para  a aniquilar rivales de categoría así fuese Brasil y Argentina por mencionar a los duros del área. Y ni hablar del factible desfallecimiento de los antes citados, Ecuador y Bolivia. Hasta aquí perfectas las conjeturas.

Pero es que ni ayer, ni hoy, ni mañana futbolísticamente hablando, los respectivos seleccionados, sean ellos integrados por profesionales hechos y derechos o juveniles en diferentes escalas de edad, vivían, vive o vivirán de tiempo completo a más de 2.000 metros de altitud o a nivel del mar.

Son equipos armados con base en jugadores de múltiples regiones de Colombia y ahora del exterior, donde regularmente no juegan en ninguna de las dos circunstancias climáticas tan severas como las expuestas.

Como lógica consecuencia, al momento de la verdad, la respectiva selección termina ‘sufriendo’ al igual que su adversario y el asunto altitud y calor pasan a segundo plano. Y ya se vio los recientes partidos del Suramericano Sub-20.

Frente a Argentina, equipo con más físico, el gol de Juan David Fuentes, con la complicidad del portero visitante, permitió jugar el último cuarto de hora con tranquilidad, pues cada contragolpe de los ahora tricampeones mundiales -que habría significado la eliminación- era un gol que galopaba hacia el arco sur del Pascual Guerrero. Ambos a 1.050 m.s.n.m.

Dejado el ‘campo neutral’ de Cali, la altitud de Bogotá surgió como la gran aliada de Colombia para el hexagonal definitivo. Pero es que no todos los jugadores Sub-20 son capitalinos. No obstante entregarse por entero ambos rivales, el mayor aparente desgaste de los uruguayos no lo capitalizaron los pupilos del técnico Carlos Cárdenas (a quien no se le sigue creyendo así se diga lo contario de labios para afuera) y terminó perdiéndose por la mínima diferencia en una jugada ‘desafortunada’, para minimizar deficiencias del responsable en el desempeño del cargo.

Bien decía el fallecido Gabriel Ochoa Uribe, palabras más, palabras menos, que para dormir tranquilo un técnico debía contar con los servicios de un gran portero.

Partido trascendental para Colombia frente a la fuerza paraguaya este viernes en El Campin, pues restan a futuro Brasil, que es Brasil aquí y en Cafarnaúm y Ecuador que se supone sabe jugar y resiste en la mítica altitud. Y por si algo falta, Venezuela.

Fuerza Colombia Sub-20: necesitamos goles y en buena dosis, pues las anotaciones de diferencia, como en las votaciones, pueden llegar a definir la anhelada ‘curul’ a Indonesia.

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P/D

Se conmemoran en este mes de febrero los fallecimientos de: Ignacio ‘Loco’ Calle (1982), Ismael Soria (1988), Rigoberto ‘Memuerde’ García (1991), Omar Darío ‘Torito’ Cañas (1993), Pedro Vivalda (1994), Oswaldo Panzutto (1995), Waldir Cardoso Lebrego Quatentinha’ (1996), Alberto ‘Patico’ Ríos (1998). Paz en su respectiva tumba.

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