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Construyendo fútbol profesional. Por Mario F. Castro Fino
- Updated: 15 noviembre, 2017
Por Mario F. Castro Fino
*La escuela universitaria del Real Madrid tiene una oferta formativa global en todos los aspectos ligados a la actividad deportiva.
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Desde que rodó por primera vez el balón, en 1863, para recrear la vida en un juego, el fútbol ha ocupado la atención de propios y extraños. Una historia de más de 150 años, que tiene las marcas de la evolución propia de las cosas que perduran en el tiempo, pero conservando, siempre indeleble, el espíritu amateur que ensalza la rivalidad entre dos, o entre 22, por alcanzar el grito preciado.
Cuando se funda la FIFA, en 1904, se asumió el compromiso de manejar las riendas de un deporte, cuyo alcance aún no se conocía, de manera profesional. En ese momento, la motivación de los miembros de los siete países fundadores era unificar las reglas del juego para hacerlo justo y claro ante todos aquellos que lo quisieran practicar. Hoy, cuando el fútbol es un fenómeno global y creciente, la responsabilidad sigue siendo la de desarrollar el deporte para las generaciones futuras y proteger su integridad.
Sin embargo, hablar de un deporte profesional no solamente nos debe limitar a una visión transaccional, donde se cobra y se paga. El concepto es más profundo y, por estos días, mucho más que necesario. FIFA ha entendido las limitaciones del mismo y, como forma de gestionar el proceso en el fútbol de alto rendimiento, ha lanzado programas a través de su Departamento de Fútbol Profesional, que buscan ofrecer todas las garantías y, a su vez, exigir unos requisitos que permitan manejar el deporte a la altura de la dimensión que tiene.
El licenciamiento de los clubes profesionales en Colombia, de acuerdo con los requisitos de Conmebol, es un ejemplo concreto del proceso de profesionalización vigente y que arrojó como resultado que cinco clubes afiliados a Dimayor no aprobaran la evaluación que comprende criterios deportivos, de infraestructura, administrativos, financieros y jurídicos.
Pero la responsabilidad en esto no es solo de la cúpula directiva. El fútbol es un cúmulo de actores que intervienen en su desarrollo, y que involucra desde el que corre la cancha, el que determina justicia, el que dirige en la línea, el que comenta en el micrófono, hasta ese que vibra con el espectáculo. Y no solo en el alto rendimiento, también en la esfera aficionada.
En la medida en que cada una de las partes entienda la importancia de su rol y se prepare para ello, podremos avanzar en el camino de un deporte sostenible y fundamentado en modelos íntegros para la gestión y el disfrute del espectáculo.
No en vano, esta semana se presentó la noticia de la alianza entre la empresa presidida por Gerard Piqué y Konami, un gigante japonés en el negocio de los videojuegos que factura cerca de 230 mil millones de dólares al año, para crear una competición internacional de fútbol electrónico. Un ejemplo mediático de la conjunción de deporte, negocio y formación académica. Otro caso de éxito es el de Jorge Valdano, quien ha hecho carrera como directivo en el Real Madrid e, incluso hoy, dirige la escuela universitaria del club, que tiene una oferta formativa global en todos los aspectos ligados a la actividad deportiva, desde el cuidado de la salud de los deportistas, hasta la gestión empresarial.
En Colombia se comienzan a dar avances en el tema. Las universidades han entendido la necesidad de una industria deportiva que creció con bases experimentales y hoy redireccionan su oferta formativa para acompañar esta transformación. Y nosotros, por nuestra parte, debemos creer en el proceso responsable de profesionalización de este deporte, sin abandonar nunca ese espíritu amateur.
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