EN EL ARTE DEL FÚTBOL, UNA LEYENDA
Por Álvaro «Polaco» Galeano.
Columnista Cápsulas.
–Un excelente jugador que pasó por el Atlético Nacional sin la importancia que realmente representaba Nicolás Lobatón, talentoso personaje nacido en esa veta interminable de figuras que ha sido Buenaventura, puerto del Valle sobre el Océano Pacífico.
-Algunos años antes ya brotaban silvestres Delio Gamboa, Marino Klinger, “Pitijalla” y ahora aparecían con buen futuro Teófilo Campaz y Nicolás Lobatón. La cronología es difícil, pero recuerdo que por 1964 llegaron a Millonarios e inmediatamente la prensa se enfocó en estos dos jóvenes, el uno, Campaz con presencia para consolidarse como número cinco de esa época, don de mando, fuerza y claridad.
-La familia Lobatón fue esencialmente deportista, recordamos a Fredy, basquetbolista figura en el Valle de los años 70 y con la Selección Colombia a diferentes eventos. También estaba Jacinto, un buen defensa central que se destacó en los torneos de ascenso con el equipo porteño, pero el problema raizal y el apego familiar no lo dejaron pelechar.
-No más llegar a Bogotá, Nicolás Lobatón cautiva al aficionado millonario, amante de ver figuras que, además de ganar, divirtieran y ese era esta figura de ébano, medias caídas, camisa por fuera, un roble para recibir golpes de los impotentes defensores; era inexplicable su ausencia en las diferentes selecciones que se iban dando; con frecuencia se reportaba en el marcador, aunque su mayor virtud era el pase gol y la gambeta endiablada. Jugando para Millonarios los amantes del fútbol bien jugado y los hinchas del Nacional no olvidarán esa pintura hecha gol, cuando Lobatón remató de taquito en salto espectacular, un cobro de tiro de esquina; ese gol lo sufrió Luis Largacha; creo el partido finalizó 4-1 a favor de los azules, pero que importa, si al final, en la memoria perdura la obra propia de un divo del balón.
-Inexplicablemente, el técnico del momento en Millos resuelve darles vía libre a estos muchachos, era 1968 y Teófilo se refugia en Santa Fe, no fue lo mejor, luego llegaría al Nacional y Nicolás prefirió regresar a Buenaventura, hasta en no se qué tipo de negocio se da la ocasión de ir a Manizales, al Once Caldas, equipo que tuvo sus mejores épocas de la mano de este crack; no es hora de discutir si fue más grande la época de la Copa Libertadores, yo digo si en resultados y fútbol horrible, basta mirar que la figura fue John Viáfara.
-Pero en la época de Nicolás Lobatón era fútbol espectáculo de lujo, aparecían los goleadores porque Lobatón era un surtidor de servicios para anotar, y entonces Omar Devanni, Pedro Prospitti, Rezza, DeMario, ocupaban las páginas de los diarios, cuando el mérito real estaba en el virtuosismo de “El Loro” como le decían con cariño los muchachos en referencia a sus gambas torcidas que ayudaban al enganche. Entonces, Manizales tenía una fiesta cada domingo, de fútbol por supuesto, aunque los resultados eran de cal y de arena.
-Como no recordar esas delanteras de Luis Velásquez, Delio Gamboa, Omar Devani, Nicolás Lobatón, Osvaldo Forastieri, volantes de protección al talento como Esteban Beracoechea y el caldense Gilberto García, los arranques de los que hoy llaman carrileros como fueron Rodrigo Gómez y Hugo Marquez. También llegarían Darío Vásquez, apareceria “Cachirulo” Londoño.-Era tan guapo Nicolás Lobatón que soportaba la carga malintencionada de Javier Giraldo Neira al que sigo considerando el mejor comentarista de fútbol en el país; claro que el grupo conformado por “Chorizo” Velásquez, Victor Quiñonez, Márquez, Gómez y Lobatón amaban la bohemia en una ciudad que se prestaba para ello, pues para la época eran pocas las salas de cine, museos, parques; a cambio existían dos zonas de diversión, La Avanzada y Arenales, con sitios como La Bamba, Tico Tico y en las afueras Los Halcones, el Jardín, La Curva de la Nena, todo muy cerca, todo muy llamativo, con lindas mujeres.
-Un día todo tendría un mal resultado, con una agresión en el camerino de Once Caldas por parte de Nicolás contra Giraldo Neira; si bien la bohemia era intensa, el origen del insuceso fue una mentira que Javier no investigó; de eso soy testigo de excepción, pues viví la información y el momento de la agresión, que no fue del otro mundo, pero Javier tenía el poder del micrófono, a veces con abuso de el; Nicolás Lobatón pasó a ser el número 10 en las transmisiones deportivas, se omitía su nombre, pero le daba importancia a Nico pues, además había otro 10 en el mundo y le decían Pelé.
-En el año 1969, Francisco “Cobo” Zuluaga, técnico de la Selección Colombia convoca a Nicolás para las eliminatorias mundialistas; es un orgullo para la ciudad de Manizales y para el equipo albo; juega varios partidos amistosos internacionales, pero Nicolás perteneció al grupo que después del partido con Brasil sale expulsado de la concentración, todo por la mala fe de otro compañero, omito su nombre, que por salvarse de su sanción se fue de rana; después de una sanción de algunos pocas semanas, Nicolás vuelve a ser el mismo jugador de siempre.
-Eso mina un poco la relación y el autoestima del jugador, en un equipo en que se veía que el técnico no lo quería; su espíritu porteño, caliente, rumbero lo desfoga entonces en sitios de buena música como el bar del Suave, el Tetero en las Camelias, y los bares añorados de Palacé como el Aristi, El Diferente, si hasta Fruko lo saluda en una de sus canciones, tal vez Julio Ernesto ya ni se acuerde.
[Álvaro Galeano]
Juan Manuel Uribe
4 mayo, 2021 at 11:18 am
*Se fue Nicolás Lobatón
Y qué mejor homenaje que esta crónica del Polaco Galeano, que Lobatón la recibió en vida. Brillante reseña como fue el fútbol del crack bonaverense.
Juan Manuel Uribe, historiador, columnista Cápsulas
Medellín