Capsulas de Carreño

Gallardo elige estar bajo vigilancia (Cristian Grosso, Canchallena)

Cristian GrossoPor Cristian Grosso |
canchallena


——————————————————-
*Por eso hay que reinventarse, ya no vale con hacer lo mismo de siempre. Aunque haya conducido a la victoria.
——————————————————–

«En el fútbol siempre importa lo último que hacés», cuenta Diego Simeone con descarnado realismo. El Cholo atropella, ese es su secreto… que por cierto ya está al corriente de todo el mundo. Nada de autocomplacencia. Con otro estilo, con otros modos, a esa raza pertenece Marcelo Gallardo.

«Esta es una gran responsabilidad porque debemos mejorar lo hecho hasta el momento, y para ello debemos renovarnos, porque eso es lo recomendable después del éxito. Ahora debemos reinventarnos», advertía ayer el entrenador de River minutos después de extender su contrato hasta diciembre de 2017. Atención: ese inconformismo es su combustible.

Nada de somnolencia ni pesadez, de eso se trata. El DT Joachim Löw se propuso extender los desafíos de su Alemania campeona del mundo. «El objetivo es confirmar el éxito. Me gustaría lograr esa confirmación en la Eurocopa 2016. Un éxito es tan duro de digerir como una decepción», aceptó. «Tenemos que seguir reinventándonos. Ése es el arte necesario después de ganar un Mundial», acentuó Löw. Lección.

Gallardo no se engaña. Sabe que los elogios son desleales y que el acorazado de hoy, mañana se convierte en una hoja a la deriva del tembladeral. Ingrato e hipócrita, el fútbol argentino traiciona a la vuelta de cualquier esquina. Algo rencoroso, sí, Gallardo recuerda que le endilgaron haberle regalado el último torneo local a Racing… y haber planificado incorrectamente el verano pasado hasta decantar en el escandaloso 0-5 frente a Boca, en Mendoza.

Pero el Muñeco tiene el antídoto ante la adversidad: la convicción por una idea. Porque si pierde, singularmente como ahora, que River encadenó dos caídas, él está protegido por una fuerza superior: el estilo. Porque el estilo siempre es anterior al resultado. Ese magnífico capital alguna vez Jorge Valdano lo definió como «el refugio para la derrota», porque impide los derrumbes exprés. 

La impronta del liderazgo aquí es trascendental, porque debe exigir constantemente, resistir la frustración y pensar en el futuro. Gallardo proyecta el desembarco en Japón. Y no lo paraliza ni Barcelona. «Sería una falta de respeto de mi parte entrar pensando que no le puedo ganar. Este equipo se hizo fuerte porque jugó igual todos los partidos. Si bajamos la intensidad nos puede ganar cualquiera», avisa. Alerta. Y ya demanda.

Siempre según la agudeza de Valdano, el líder es un hombre que vive bajo vigilancia, que está solo ante el peligro y al que no se le admite el desánimo… Ahí aparece Gallardo y propone revoluciones. Contagia superación y lo siguen. Únicamente se siente cómodo cuando la obligación es máxima. «En un momento será necesaria una renovación para seguir exigiendo, y si no el que se tendrá que ir soy yo», disparó ayer con avasallante sinceridad. 

Por eso hay que reinventarse, ya no vale con hacer lo mismo de siempre. Aunque haya conducido a la victoria.

Compartir:

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *