Capsulas de Carreño

Libertad y responsabilidad (Javier Castell López, El Heraldo)

Javier CastellPor Javier Castell López, El Heraldo

*Jarlan, en su maduración, deberá aprender que a veces el lujo no es la mejor decisión.

Jarlan Barrera es un joven futbolista con grandes condiciones técnicas. La manera como une el pie con el balón para dirigirlo a un objetivo con la fuerza y velocidad necesarias es motivo de elogios y reconocimiento. Tiene el pie preciso y delicado.

Ese rasgo sobresaliente lo complementa con una buena visión de juego y con un sano apetito goleador. Anda por la cancha con el desenfado propio de los jugadores que están convencidos de que son buenos. Quizá esa actitud es la que se requiere para enfundarse la camiseta de titular del Junior apenas a los 19 años. Condiciones más atrevimiento. Una obviedad: está en formación.

Tiene que aprender muchas más claves del fútbol de alta competencia. Hace unas semanas, enfrentando al Cali, quiso ‘adornar’ una situación de gol muy favorable (iba solo contra el portero y a su lado acompañaba Ovelar), con una especie de globito lanzado por encima de la humanidad del portero rival.

El desenlace de la acción no fue exitoso, la pelota quedó en manos del guardián del arco caleño. Entre varias opciones más simples y útiles prefirió el lujo.

Al instante llegó de buena parte de la tribuna y de algunos comentaristas la reprobación. La reacción era entendible: el resultado en ese momento solo favorecía a Junior por un gol. En medio de la tensión, y la inminencia de gol, el seguidor del equipo reclama eficacia y no aprueba el exceso, si este no da resultado.

En el fútbol hay jugadores, como Jarlan, que por calidad y osadía se animan a resolver algunas acciones con un toque de estética adicional. Confían en su clase y en los ensayos previos.

Durante un partido, en ocasiones, un lujo es la mejor jugada. La mejor solución. Un taquito para alcanzar a rematar cuando ya el delantero se pasaba, o una chilena como la de Vladimir, o una palomita al estilo Falcao para anticipar al defensa.

Un túnel, un pase con el revés del pie o con el pecho en algún contexto, pueden ser lujos necesarios. Porque, solo por ellos, la jugada será más efectiva. La inteligencia del jugador es descubrir cuándo el lujo no es un exceso. Jarlan, en su maduración, deberá aprender que a veces el lujo, la arandela que hace más vistosa la ejecución de la jugada, no es la mejor decisión. Que no quiere decir que lo saque de su catálogo. Él entenderá que la libertad que le otorgan por su talento, no la debe volver irresponsabilidad. Porque, Jarlan, la libertad consiste en la combinación de la autonomía y la responsabilidad.

A la primera se llega por la razón y no por los caprichos. Y con la segunda nos damos cuenta de las repercusiones de nuestras acciones. Por eso cuanto más responsable somos, mayor libertad obtenemos.

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