Capsulas de Carreño

Mamá, mamá.. Le he ganado a la vida.

 


Por Alexis García Vega.
Columnista Cápsulas.

*Como cuando murió mi padre y tuve que decidir entre quedarme llorando o salir a guerrear.

Siempre he sido un soñador, desde pequeño logré construir un futuro muy diferente a lo que me planteaba mi realidad, el fallecimiento del padre proveedor, el bastión del hogar, me dejó convencido de que la muerte es un chiste de mal gusto, dejar expuestos al destino a 8 chavales entre 1 año y 12 de edad, es el peor de los escenarios.

Mi madre: una ama de casa, acostumbrada a ser sostenida por su esposo, se encontró en una situación inmanejable y desconocida, salir a cazar para mantener su hogar.

Las necesidades primarias empezaron a hacer parte de un hogar sin ingresos.

El cuarto de los hijos tomó una decisión ante la disyuntiva:  quedarnos lamentando nuestra suerte o salir a enfrentar la vida.

Salí por barrios de un nivel más alto, con machete en mano a motilar prados, a hacer mandados, a vender periódicos y ayudar a llevar algo de comida a casa.

Ahí comenzó mi emprendimiento, en ese instante aprendí a darme cuenta que el destino de cada ser humano, no dependía del azar, supe que no podía consultar a los astros para saber como iba a ser mi futuro, el horóscopo no sería mi consejero para auscultar que me depararía la vida, tuve la certeza que lo que vendría era totalmente predecible y que tenía un solo responsable: yo mismo.

En 1989 la vida me permitiría conocer de primera mano, el manual de  como funciona; después de un proceso duro Atlético Nacional llegó a la final de Copa Libertadores, por  primera vez un equipo Colombiano en toda su historia saldría Campeón de América, con puros criollos, para más méritos.

La definición fue desde el punto penal, el capitán del equipo botó el cobro a su cargo que se suponía era el más fijo, al final ganamos 10 a 9, nuestra figura, el arquero René Higuita tuvo una cita amorosa con la história, en una noche maravillosa atajó 5 penales dándonos el título, Colombia celebró.

Una vez si, dos veces también, el destino se ensañó con enseñarme a mirarlo a la cara, dos años después el Nacional llegaba a la final del torneo ante el América de Cali, otro de los grandes.

La fiesta para el título estaba armada, ya había sido contratada la mejor orquesta para la celebración, perdíamos 1 por 0, y ocurre el milagro: penal a favor del verde de Antioquia, la emoción aumentó en un estadio totalmente abarrotado de aficionados que iban vestidos de verde y blanco, con el titulo en su mente, la fiesta estaba armada.

Las dos figuras del equipo se me arrodillan al frente y me dicen “ Maestro ud lo hace” no era yo el encargado, pero a veces el destino te pone al frente de las responsabilidades y es ahí cuando necesitas templar tu carácter.

Me paré frente al balón, desde el punto muerto,Por mi cabeza no pasaba un solo pensamiento, mi cerebro no procesaba, los 44 mil aficionados hacían un silencio que me producía demasiado ruido interno, ahí estaba yo, solo ante mi destino, enfrentando una vez mas a la vida.Como en los momentos en los que siendo un niño imaginaba un futuro mejor,que tuve que salir a buscar, arriesgándolo todo.

Gooool, no tuve tiempo de celebrar, al final con un golazo de mi compañero, el bendito Fajardo, fuimos campeones.

Antioquia celebró, solo mi madre lloraba de tristeza; cuando le pregunté por qué madre, por qué?…

Me asesinó con su respuesta, “ no juegues con mi corazón de esa manera, ya en la final de Copa Libertadores me tuviste al borde de un infarto y con la más grande tristeza”…

Con lágrimas le dije: “ Le he ganado a la vida mamá”…

Como cuando murió mi padre y tuve que decidir entre quedarme llorando o salir a guerrear.

 

 

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