Capsulas de Carreño

Nacional a la topa tolondra.

De un cobro de tiro libre de Carlos Rivas llegó tarde el descuento de Nacional, en el minuto 89. Foto Comunicaciones Atlético Nacional.

Por Jorge Iván Londoño Maya

Saca de casillas ver jugar a Nacional el clásico a la topa tolondra; es decir, a lo que salga, como si se tratara de un equipo de amigos de cuadra jugando en una improvisada cancha un sábado cualquiera.

Pero ojala fuera solamente eso, hay que ver la pasividad de algunos, la falta de compromiso y de todo lo que termine en verraquera de otros, virtudes que si se vieron en el equipo rojo. Eso sí, en discutir, empujar, manotear y dar codazos el equipo se portó a las mil maravillas.

Hasta Herrera se contagió de la laguna futbolística que mostró el equipo, con esas respuestas destempladas que dio en la rueda de prensa al final del partido. Hasta en el tono de la voz dejó entrever que no demora en volver a ver los partidos desde el palco

Nacional no tiene un héroe en el medio campo, como si lo tiene el Medellín en Ricaurte, por lo tanto fue batalla perdida en la creación. Ahora bien, pretender que con Torres y Rivas por las puntas se van a generar llegadas de riesgo, sueñe papito, como dicen las pispas de ojos.

La mediocridad en el juego del Nacional del momento, toca todas las líneas del equipo. El cuerpo técnico hace alusión, como tabla de salvación, al tema de los  lesionados, de las fecha de suspensión, de la falta de tiempo para entrenar y del alza en la gasolina.

Lo grave del asunto es estar en la cuerda floja de la tabla de posiciones, porque un triunfo del Bucaramanga nos deja con los pies descobijados en el octavo lugar, a punto de caer al grupo de los doce del patíbulo. Y no es tarea difícil, porque en cada partido se está repitiendo la misma partitura, se desnudan los mismos problemas, falta de gol, inseguridad en la defensa, poca creación, malas entregas y centros al Pan de Azúcar.

Qué pena insistir, pero se está haciendo demasiado tarde para que los directivos se metan la mano al dril, no para sacar plata, porque no la habrá si las cosas siguen como van, sino para encuadernar el equipo, para exigir compromiso y para hacer respetar la institución. Ah….y no sobra levantar la alfombra del camerino.

Por último un favor bien especial. Juan Pablo Ramírez sabe jugar al fútbol, pero se requiere urgentemente de que alguien SE LO DIGA.

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