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Por María Victoria Zapata B.
Columnista Cápsulas.

Una clasificación a la final, bien sea en Copa Colombia, bien en Liga, es por lo general motivo de regocijo y de ilusión. La disputa de un título en uno de los máximos campeonatos del fútbol en nuestro país genera expectativas, alimenta sueños y gratifica el amor incondicional del hincha. Los seguidores del Deportivo Independiente Medellín no somos ajenos a ello.
Sin embargo la forma como el DIM encaró sus dos compromisos de la semifinal con el Envigado F.C. lejos de llenarnos de alegría, lo que nos dejó fue una gran preocupación, incrementada por el comportamiento en Liga en los partidos ante Nacional y la sub20 del Deportivo Pereira, donde el fútbol, la motivación y la expresión colectiva del equipo se derrumbaron por completo, no obstante las victorias en algunos de esos partidos.
En el caso concreto de Copa Colombia, hace una semana, en el Polideportivo Sur, el DIM se mostró falto de claridad, colectividad, movilidad, profundidad y definición. Malogró una pena máxima (Leyser Chaverra, al minuto 54), se hizo visible la orfandad del polaco Fydrizsewski debido a la ausencia, por sanción, de su “socio” Brayan León, y anotó el gol del triunfo (Diego Moreno) al minuto 84.
Ayer, en el juego de vuelta en el Atanasio Girardot. El partido fue igual o más decepcionante que el primero de la llave. La primera media hora de juego mostró un DIM estático y sin asociación, ataque ni opciones de gol. Se repitió la soledad del “polaco” y la combatividad brilló nuevamente por su ausencia. La anotación naranja, por la vía del penal al minuto 35 despertó al cuadro rojo que dos minutos después igualó la pizarra, con el repitente Diego Moreno.
En el período complementario mejoró ligeramente el fútbol del DIM, gracias al ingreso de Jaime Alvarado, al minuto 46, quien le dio más movilidad al medio campo. Las restantes sustituciones no provocaron reacciones favorables en el equipo. Con un juego plano, falto de opciones, de emociones y de agresividad en Independiente Medellín, se agotó el tiempo, persistió el 1-1 y el DIM se quedó con el tiquete a la final.
Un tiquete que recibimos con profunda preocupación en virtud del deterioro en el juego del DIM, lo mismo que en sus convicciones. A excepción del partido local ante el Atlético Bucaramanga, los demás compromisos recientes, tanto de Copa Colombia como de Liga, han mostrado un equipo sin expresión ni memoria futbolísticas, sin colectividad, escaso de ideas, pobre en actitud y sin argumentos para contrarrestar sus problemas defensivos y limitaciones en nómina.
Es un DIM que muestra un inquietante retroceso en la antesala de los juegos cruciales de ambos campeonatos: cuadrangulares y final en Liga, disputa del título en Copa Colombia. ¿Bastará con el regreso de los sancionados y/o lesionados? ¿Cómo recuperará su fútbol alegre, veloz, atacante y efectivo? ¿Y su espíritu, su alma, sus convicciones, las recobrará también?
Esperamos que este solo sea un bache, y que el Equipo del Pueblo logre nivelar fútbol y resultados y, fundamentalmente, refrendarlos con títulos. Las experiencias vividas en las últimas finales rojas de Liga ante Junior y, con mayor razón, ante Deportivo Pereira e Independiente Santa Fe, dejaron heridas muy profundas y dolorosas, que aún no cicatrizan. Ya es hora de dejar atrás los premios de consolación y levantar las esquivas copas…a pesar de todas sus limitaciones y dificultades. Ojalá en esta ocasión si pueda hacerlo.
[María Victoria Zapata B.].




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