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Pelamos la naranja y la acidez nos mató. Por Jorge Alberto Cadavid

ENVIGADO. Andrés Andrade venido a menos. Nacional propició todo para cambiar el destino del juego, los recurrentes errores en la contención y en defensa fueron aprovechados por Envigado. Foto @Dimayor.

Por Jorge Alberto Cadavid M.
Columnista Cápsulas.

 

*La realidad del Verde no puede ser más delicada, entre el lío jurídico y la pobreza futbolística mostrada.

Todo parecía dulzura en la inicial, Envigado no se presentaba como equipo que inquietara o fuese problema para superar y lograr tres puntos en este partido de inicio de Liga.

Por derecha se gestaban llegadas contundentes, que muy rápido se concretaron en anotaciones, Barrera y Duque hicieron la fiesta, todo se veía muy fácil, Envigado un equipo de niños ante un equipo de hombres.

Los locales no llegaban, no exigían, no desnudaban la realidad que todavía es vigente , la inicial finalizó con la seguridad de un amplio y contundente triunfo, para redondear en la complementaria.

El técnico naranja realizó cambios, creó mas para evitar la goleada, que para buscar un empate.

Pero Nacional propició todo para cambiar el destino del juego, los recurrentes errores en la contencion y en defensa fueron aprovechados por Envigado, para en siete minutos lograr la igualdad, no se lo creían pero lo tenían.

Suárez, DT debutante de Envigado, feliz con lo que se les apareció, se fue para atrás, a defenderse.

Restrepo, DT debutante con Nacional, confundido, se le ocurrió llenarse de delanteros, en lugar de entender que no tenían estos quien les llevara el balón.

Un equipo sin laterales, sin centrales, con el déficit defensivo crónico que no los deja levantar cabeza hace muchos semestres.

La realidad del Verde no puede ser más delicada, entre el lío jurídico y la pobreza futbolística mostrada, debe sacrificar algo para enderezar un rumbo sin norte.

Jugadores contratados sin poder inscribir, la posibilidad de una deuda no causada, pero que es una guillotina que se cierne sobre la cabeza de la Institución, más que dulzura nos genera acidez.

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