En el apacible Oriente antioqueño pasan los días de Reinaldo Rueda, el técnico líder del torneo colombiano. Allí estudia, observa fútbol internacional y local, y se cuestiona qué tan bien va y qué puede hacer por mejorar.
Cuenta que de Iván Ramiro Córdoba y David Ospina aprendió a vivir lejos de la ciudad, pues esto le permite estar a cinco minutos de las sede deportiva, mayor tiempo de descanso y menos desgaste mental que implica tomar una autopista y conducir durante una hora.
Casi nunca habla en primera persona, en sus respuestas siempre involucra al equipo de trabajo, con el que ha librado grandes batallas, en especial con el preparador físico Carlos Eduardo Velasco.
¿Qué piensa después de rechazar ofertas tan tentadoras como la de Arabia?
“Son situaciones de la vida y del fútbol. Fue priorizar la parte deportiva y sobre todo el respeto por una institución como Atlético Nacional. Antes estuvo muy cerca la opción de Barhein. Lo de Nacional es una bendición de Dios por trabajar con directivos serios y una afición que muestra nobleza y acompañamiento. Y luego sucedió lo de Arabia que fue una insistencia grandísima, pero ya estaba acá y por encima del respeto y el compromiso no hay nada más”.
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¿Usted estuvo en Medellín en el 2002, qué ha cambiado en todo este tiempo?
“Han sido 13 años de aprendizaje en selecciones juveniles y absolutas de Colombia, Honduras y Ecuador, de saber tomar decisiones en momentos oportunos. Los años son importante para darle a uno sabiduría en lo humano y en lo profesional”.
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¿Cuál experiencia fue mejor?
“Todas me dejaron grandes enseñanzas. Son culturas diferentes, pero con algo de similitud. Lo de Colombia nos dio la posibilidad de soñar y demostrar conocimiento y capacidad. Eso nos abrió las puertas en Honduras que resultó definitivo y trascendental. Llevaban 28 años sin ir al Mundial y lograrlo nos consolidó. Lo que vivimos en lo social fue muy emotivo, cada que lo repasamos valoramos la gratitud y la nobleza de la gente, que nos premió y reconoció como buenos trabajadores. Abrimos las puertas para Luis Fernando Suárez y Jorge Luis Pinto. Después sucedió lo de Ecuador y ahora estoy aquí, aspirando a dejar huella”.
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¿Fueron injustos con ustedes en Selección Colombia?
“El fútbol es de resultados y más en selecciones, en las que hay muchos intereses. Aparte de lo deportivo, están involucrados una cantidad de millones de dólares en patrocinadores, porque cuando se hace una inversión es esperando que esa marca se afiance en un Mundial. La boletería, los paquetes turísticos, es decir, uno está involucrado en una empresa macro y a veces la reacción de la gente que pone el dinero es de mucha rabia, dolor, de incomprensión, en la que solo vale cambiar el muñeco de turno por otro que limpie y que haga soñar con esa posibilidad”.
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Los colombianos sufrieron por largo tiempo…
“Fueron 16 años en los que muchos fuimos víctimas de esa situación, y aprendimos. Hablar de injusticias… es el fútbol, es la exigencia de esta profesión. Pero queda esa otra ganancia que es el factor humano, la relación de respeto con esos muchachos que conformaron ese grupo y que se brindaron al máximo. Cada uno puede mirarse a la cara y decir que aportó lo mejor y sabe que eso nos sirvió para lo que estamos viviendo”.
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Volvería a dirigir una Selección Colombia?
“Es un tema sensible. Así como llegamos sin proponérnoslo en un momento difícil para el fútbol colombiano, si algún día se da esa posibilidad que sea lo mejor para el país y para nosotros. No soy obsesivo, ya vivimos esa experiencia, sabemos lo difícil y exigente que es y si Dios y el fútbol nos da otra vez esa opción de esa desafío entregaremos el 500 por ciento que se necesita. Por ahora sabemos que hay un grupo responsable de esa labor y de unos jugadores con esa ilusión, hay que rodearlos, respetarlos, acompañarlos y que sea lo mejor para todos”.
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¿Mira el futuro o prefiere centrarse en el día a día?
“Los objetivos están ahora con Nacional, es un proyecto ambicioso y todos los días se los recuerdo a los jugadores. La organización, la nómina y las condiciones de trabajo son para que soñemos en grande, con metas altas. Nacional es el primer club que obtuvo una Copa Libertadores para Colombia y volverla a ganar es lo que todos queremos, a eso le apostamos. Luchamos para lograr un torneo internacional de élite para posicionar a Nacional. También le confieso que siempre he querido dirigir un club en Alemania”.
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¿Se hace complejo vivir como un gitano, lejos de la familia?
“El fútbol nos tiene separados. Yo acá y ellos lejos, pero solidarios y pendientes. Mi esposa (Jenit Ruanos) vive en Cali con el hijo menor (Juan David) y vienen constantemente, a la espera de que se den las condiciones para estar juntos lo antes posible. Las dos hijas mayores (Alejandra y Carolina) están radicadas en Canadá. Es una vida dura porque con el paso de los años uno se aferra a la familia, le hace falta, en esta profesión es la que le brinda a uno estabilidad emocional. Ese respaldo es el único y sincero. Regresar a Colombia después de 8 años fue importante, pero es la ley de la vida, los hijos van creciendo, toman otros caminos y toca esperar que sea lo mejor para ellos”.
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