Capsulas de Carreño

Santy Martínez: “muy Caribe está”. Historias de asfalto…

 

De la Redacción. Con autorización de su autor, reproducimos esta interesante historia periodística de largo aliento con Santy Martínez en la revista virtual ‘Historias de asfalto’, creada por el periodista e historiador Guillermo Zuluaga Ceballos.

Poesía y vallenato, y mucho huevo revuelto con ajo y cebolla adoban el trabajo desde la Presidencia de la Asamblea de Antioquia en 2018. Porque a dirigir la máxima instancia de la Democracia antioqueña por vez primera llegó un “paisa por adopción” pero que tiene tan presentes sus raíces caribes.

Y sin embargo, si se quiere conversar con el corozalero Santiago Manuel Martínez Mendoza, no hay que buscarlo en una parranda vallenata. Él prefiere conversar en medio de sietecueros y pinos mientras escucha el trino de los pájaros.

-Me gustan estos espacios porque tengo un reencuentro con la madre de todo, la madre tierra. El hombre responde a olores, aquí los hay porque aparte de ser naturales son los olores de la memoria.

Dice el popular “Santy” Martínez, enfundado en un pantalón y una chaqueta sudadera mientras juega con unos perros que se le acercan empalagosos.

Conversamos una tarde de lunes mientras la ciudad aún sigue en sus fiestas de inicio de año, en una mesita de madera burda, debajo de un cobertizo sostenido en cuatro maderos y dos tejas de fibrocemento, al lado de un pequeño monte de sietecueros y chagualos, y escuchando un rumor de aguas lejanas que se chocan contra las piedras.

Este cobertizo con pinta de pesebre humilde y que sin embargo, el Santy lo llama “el paraíso”, está ubicado en una finca de la vereda Yolombal, de San Cristóbal, y es un sitio que amablemente le facilita un médico amigo, cuando el Santy quiere alejarse de la bulla y encontrarse con sí mismo.

-Aquí confluyen realidades que me recuerdan a la abuela quien nos envolataba con muchas cosas, no solo el estómago sino el porvenir. Nos decía que teníamos que ser virtuosos: amar la naturaleza, los ríos, las quebradas…entender que si el viento lee en las hojas los árboles, nosotros también podemos…para alcanzar un espíritu.

 Muy Caribe está

Santiago Martínez (1953) nació en Corozal, Sucre; sin embargo, desde bien joven empacó unas muy pocas pertenencias y muchos sueños y se vino a Medellín a probar suerte; estudió becado, trabajó en medios de comunicación y a finales de los años ochenta ese reconocimiento le permitió incursionar en la política: durante cinco periodos fue concejal de Medellín, donde además fue Presidente tres periodos. Después de esto quiso ser Diputado y también lo logró; y en noviembre de 2017 fue elegido por unanimidad de sus compañeros presidente de la principal Asamblea de Colombia.

Esas dignidades en esta tierra “que lo asimiló” según él, no lo alejan de las raíces en su región sabanera. De hecho, el Santy cuando llegaba a un restaurante preguntaba por su sancocho de “carne salada” el cual ya no puede disfrutar tanto debido a problemas renales.

-Me encanta el sancocho y más sí es el famoso trifásico (carne de res, cerdo y pollo); pero realmente lo que más me gusta es el arroz con huevo revuelto, y ajo y cebolla.

La comida es una forma de mantener presente su esencia Caribe, dice.

-Le pido a los que me conocen que no me dejen olvidar. De ocurrir, como penitencia me tendría que ir a pie hasta mi tierra, para remediarlo. Nací alegre. Y me gusta burlarme de la vida porque la vida se burló de mí. Nací con el culo pelao. Pero eso me da nobleza y orgullo.

Dice el Santy, el mismo que en su discurso de posesión como Presidente de la Asamblea evocó a su abuela en la primera frase de su intervención. Esa abuela tan presente siempre en el filo de sus labios:

-Ella quería que uno no causara daño a nadie. Que fuera virtuoso.  Esa  abuela analfabeta eso era lo que nos enseñaba, que fuéramos felices. Porque los campesinos no hablan de felicidad pero la viven: tienen diálogos trascendentales en su interior con los árboles. Eso lo veía y me lo enseñaban los abuelos.

-Ella me metía mentiras, -continúa su evocación-: me enseñó por ejemplo a ver la pobreza como algo positivo: “Si te cae mal la auyama, vomite y diga que es pollo dañado. No menciones la auyama. Ya cuando vengas a casa, nos reímos tu y yo”.

Dice Santy, se sonríe y enseguida comenta que si bien ha vivido más de medio siglo en Antioquia no se siente tan paisa.

-Yo vivo más la vida medellinense. Pero hay una franqueza del alma sabanera que me gusta y que la gente me valora.

Cuando Santy habla hace pausas, va lento pensando la próxima palabra, la próxima frase: parece que editara antes de decirlo, como si supiera que sus frases van a quedar inscritas sobre lozas de mármol. Quizá sea herencia de sus años de radio; también su formación en Literatura y su amor por las letras y las historias lo hacen un buen conversador.

Aunque no memorizo leo mucho a Francisco Petrarca. Me gustan sus cantos; y cómo vivía y expresaba su estilo de vida.

Dice el Santy que le gusta ese poeta pero también el colombiano José María Rivas –quien no es muy conocido pero a quien recomienda.

-Nada hay más bonito que poder hacer que el espíritu se abrace con el ánima de uno. Más allá de si se es bueno o malo. Será rico siempre hacerle un canto a la Luna. Y lo he intentado:

No entiendo por qué mi Vida/Tu no contemplas la luna/Si en tus ojos se refleja/ Y tus ojos son mi cuna”

-Es un canto no a una persona sino a la Vida –agrega-: es que nada ve mejor que los oídos.

Santy moja tímidamente sus delgados labios en una copa de vinotinto y enseguida comenta que quizá las mejores poesías sean los vallenatos raizales, esos que estuvieron en él desde siempre:

-El vallenato lo disfruto, sobre todo el de los viejos. Son cantos del alma y de la realidad. Uno escucha a Tomás Elías Pumarejo, a Alejo Durán, semianalfabeta y se pregunta cómo escribió….O a Leandro Díaz con Matilde Lina…cómo se le ocurrió eso a un ciego que “cuando Matilde camina hasta sonríe la sabana”….es una metáfora adulta. ¡Oigaaa, eso no lo hizo un griego lo hizo un colombiano!

Dice este sabanero que si bien el vallenato es machista, le gusta por su esencia…fineza…rima adecuada.

“Santy cultiva mucho lo que le transmitieron los abuelos. Y es agradecido con eso”, comenta Gonzalo García, acordeonero oriundo de Becerril, Cesar, amigo del Santy desde 1982 y quien destaca que el Santy es buen compositor y canta bien; y que cuando está nostálgico disfruta “Momentos de Amor”, de Rafael Orozco.

Además,  valora que el Santy es un trabajador incansable: “Es que aquí el vago no triunfa”, dice.

 

Días de Radio 

Escuchar al Santy Martínez contar sus historias, evocar sus recuerdos, es interesante. Vuelvo y digo: escuchar al Santy Martínez contar sus historias, evocar sus recuerdos, es interesante. Y la razón es porque su voz de barítono es aguda, pero clara. Los expertos dirán que posee un timbre limpio. Los nostálgicos, sin embargo, diremos que recordamos años ya cuando prendíamos la radio para escuchar las nuevas sobre nuestro equipo amado y el Santy, con su voz contaba y opinaba sobre esos nuestros ídolos futboleros. El Santy, luego de graduarse, pudo ser un atildado profe pero prefirió la magia de la radio y es el medio que no se cansa de exaltar:

-Trasmitir imágenes desde la voz es majestuoso. Consolidar una idea ante la gente es mágico. Es grato que te interpreten como ser humano a partir de un juego de futbol.

Alguna vez una chica muy bella (holandesa, sabría después) llegó hasta Todelar en busca de una voz que a ella la seducía. Desde la puerta preguntó por Santy Martínez. Él le abrió pero no se presentó y le sugirió que preguntara por él en cabina. “Ojo que cuando terminé el disco, Santy entra a anunciarlo”, le dijeron a la rubia. Santy se acomodó frente al micrófono y despidió el tema musical. Entonces ella lo vio y se sorprendió: ¡¿Ese negro es Santy Martínez?!!

-¿Qué imagen tendría de mi? Por el contenido de alegría que yo trasmitía – se pregunta el Santy, sonríe y de nuevo se toma un pequeño trago de vino.

Treinta y pucho de años en la radio que le han permitido tantos viajes y experiencias. Estar en Mundiales, con la Selección Colombia, ver al Mejor Nacional –el de la Copa Libertadores del 89- al mejor Medellín -el tercero en la Libertadores de 2003-; partir un desayuno con Luis Carlos Perea cuando este chico recién se desempacó desde el Urabá y viajó a probar a la Selección Antioquia; dormir en hoteles con los jugadores de la Selección donde Andrés Escobar se bajaba de su pedestal y le llevaba el desayuno al Santy a la pieza del hotel. Acumular amigos y admirar a otros grandes de la radio:

-Admiro al Múnera Eatsman a quien bauticé Paisita de Oro y quien prepara su voz; a Guillermo Montoya Callejas, estudioso y quien va adelante; a Wbeimar Muñoz, uno aprende viéndolo y sabe que si no lee no mejora su léxico; admiré a Edgar Perea: en Colombia no ha existido ni existirá otro narrador como él.

A sus raíces y a su oficio en los medios le agradece amistades que aún valora como Ricardo Buendía, Gustavo Gallo y Francisco Maturana.

-Todo esto lo he vivido por la radio –agrega-. Que me dio riqueza espiritual.

Tanto conoce la radio por dentro y por fuera, que es autocrítico y al tiempo cuestiona la labor de los medios que, según él, en la actualidad se han olvidado de trasmitir valores y mostrar a la gente que se juega por la ciudad y el país:

-Los medios no pueden soslayar temas: por ejemplo no puede ser que en el país se salven cuatro mil vidas en un año, gracias al Proceso de paz, y sea información de tercera página, mientras le dan valor a un trino de Donald Trump.


La Política, según Santy

Santy Martínez se levanta un momento de la silla de madera. Se recuesta de un pino y me pide que concentre mi oído en el rumor del agua que desfila en algún lado entre ese montecito de pinos, sietecueros y pequeños helechos.

Dice que a veces se lamenta de que el ejercicio político lo haya alejado de ese mundo silvestre que disfruta. Y sin embargo, sabe que su presente y su futuro cercano es este mundo donde “lastimosamente”, dice, todo se resume a “una persecución del poder”.

-La Política la concibo como pedagogía de libertades, de dignidad. Pedagogía de vida. Donde uno debe buscar cómo alcanzar que la gente pueda hablar de felicidad.

Esa política que no le gusta tanto pero que le ha permitido lograr tantos amigos

-Tantos –dice y abre sus ojos-: que no me alcanza para escoger los enemigos.

Una verdadera política que ayude a reducir la inequidad y conduzca a la felicidad deberá comenzar por una reforma al sistema educativo, reflexiona:

– La educación en Colombia tiene un atraso de 30 años o medio siglo. ¿A cuántos echan de la escuela y terminan triunfando?

Y en esa búsqueda, aclara, hay que replantear el sitial que ocupa el profesor.

-Debe ser considerado lo máximo como en la Grecia antigua, pero el profesor también tiene que dar respuestas de compromiso a esa consideración.

A Santy no le gusta hablar mucho de política, pero el tema comienza como a picarle en la cabeza. Le duele este país, dice.

-¿Cómo hay políticos que ganan tanto dinero de coimas? Hay poblaciones que han perdido sus calles, sus caños, sus ciénagas…y la gente lo sabe pero sigue votando por los mismos. Vaya a un pueblo de la costa… El poder solo cambia de apellidos. Pero busca es su beneficio. Cómo hacer la trampa. Por eso hay que estar en la Política para intentar ayudar a cambiar esto.

Intentando “cambiar esto” se siente tan contento de “poder parir” en su corazón “Buen Comienzo”, la Política pública a favor de la primera infancia en Medellín. Intentando “cambiar esto” también se quedaron sin empleo algunos funcionarios cuando logró que los temas medioambientales del Municipio de Medellín pasaran a la Secretaría de Salud y al no darle facultades al Alcalde para reasignarlos se quedaron sin puesto y es algo que aún lo mortifica.

-Como concejal actué con trasparencia. Interactuando con el sindicato y pido perdón a esas personas. Fue un error duro.

Y sin embargo, recordando de nuevo a su abuela que le pedía que fuera virtuoso, dice que mira a la gente a los ojos:

-Creo que tengo algo de virtud. En un campo tan complejo como la política nunca he tenido peleas con partidos políticos ni tengo enemigos, dice este admirador de Jorge Eliecer Gaitán y fiel escudero del senador Germán Hoyos.

“Santy es un ser muy humano. Le entristece cuando no puede ayudar. Lo he visto. Apoya con empleos, aunque a veces no le gusta generar expectativas. Prefiere esconderse cuando no puede ayudar”, dice uno de sus empleados de más confianza, al tiempo que comenta que cuando su jefe está alegre canta El tiempo, de Silvestre Dangond y que “se muere por Cristina, su nieta de 5 años”.

Cristina, Cristina, Cristina…

El amor por su nieta es algo que también certifica su hija Adelita:

“Mi papá es un tipo tierno. Cuando le conté que estaba embarazada le temblaron los labios  y lloró emocionado…él soñaba con una nieta. Me miraba como quien contempla lo inalcanzable. No me tocaba como si con hacerlo fuese a quebrarme. Mi embarazo revolcó su corazón y sé que pidió a Dios vida para verla crecer a ella y verme realizar como madre. Todas las semanas sin tocar mi panza, le cantaba a su nieta, brillaban sus ojos  y soñaba en voz alta”.


Comenta Adelita, la hermana de Santiago y de Juliana. Y si Adelita lo dice…

“Cuando Cristina nació, él no la cargaba; desde la puerta la arrullaba. Con el paso de los meses la llevaba en sus brazos a ver los árboles y las estrellas, le recitaba poemas y le leía cuentos. ¡Cristina es la dueña de los secretos del abuelo!”

Agradeceré a esta tierra hasta mi último momento

Santy de nuevo se levanta de la mesa. Aprieta un poco la copa de vino y fija su mirada en las montañas del suroriente del valle que a esta hora comienzan a pintarse de verde oscuro. A lo lejos se siente el murmullo de música y de fiesta. Santy vuelve a decir que se siente agradecido con la vida y con Antioquia.

-Soy el sustento de los antioqueños. Y le agradeceré a esta tierra hasta mi último momento, y más a la Universidad de Medellín que me permitió estudiar becado mi primera carrera.

Dice que la política es parte de su ser pero ya comienza a pensar en cerrar  ciclos:

– Vengo de una separación…por un error mío. Creo que vivía con la mejor mujer del mundo. Ahora, adoro a una mujer que es mi libélula azul; alguien que humanamente es trascendental.

El Santy dice que no es buena la vida solo. Que hay que estar un poco loco para no buscar compañía.

-Yo pienso en mi futuro y me veo en el campo, para escuchar el concierto de trinos al amanecer y para sentir el olor de la boñiga. Pero también quisiera estar cerca de la orilla del mar; me gusta el sonido de las olas y más aún  cuando mi madre se aparece en forma de gaviota para conversar conmigo. GZC.

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