Normalmente cuando llegas a un momento como ese son los propios jugadores los que se te acercan y te piden lanzar. “Yo pateo, entrenador”. Por ahí uno puede ver quiénes son los que tienen más o menos confianza. En este caso, después de la prórroga ante Argentina, todos mostraron sus ganas de lanzar. No había dudas en ninguno, cosa que me sorprendió gratamente, pero también hizo más difícil la elección.
Al final, por suerte, funcionó. La prueba está en que acertamos cuatro de los cinco lanzamientos.
Si bien habíamos hecho una Copa América Centenario muy buena, la frutilla del postre era conseguir el título.
“Había vivido tandas de penaltis en la Copa Argentina y algunas como jugador, pero nunca en una final”
Un camino que arrancó para mí tan solo cinco meses antes del inicio de la competencia. Gente que conocía de mi paso por Chile en la Universidad Católica contactaron conmigo para señalarme que el técnico que estaba (Jorge Sampaoli) iba a salir, y me preguntaron que si estaba interesado en agarrar la Selección.
Le dije sí, que estaba dispuesto. Pero siempre y cuando Club León, equipo donde estaba, me autorizase, porque yo tenía contrato vigente. Veníamos haciendo un gran trabajo en México. En el Apertura 2015 llegamos a los cuartos de final y la final de Copa, y en 2016 íbamos liderando la competencia. Al final se pudo arreglar el tema.