Capsulas de Carreño

¿Un loco genial? ¿O un genio enloquecido?. Por Alejandro Restrepo Montoya

Juan Carlos Osorio. Foto tomada de caracol.com.co

Por Alejandro Restrepo Montoya.
Doctor en Ingeniería, Urbanismo y Arquitectura.
Profesor Universitario en Colombia, Suiza y Alemania.
Inventor Científico reconocido por Colciencias.

*La lógica es uno de los principios elementales de la sabiduría. Pero lo elemental parece estar distante del director y del asistente técnico del Club Atlético Nacional.

 

Apelan a lo impensado como fórmula para el éxito y para el reconocimiento. Y cada vez se alejan más de los triunfos, pues ellos mismos complejizan el camino.

 

Partido a partido vemos cómo quieren arreglar planteamientos equivocados e ilógicos desde el inicio a través de múltiples improvisaciones, utilizando futbolistas en posiciones que no conocen o donde no despliegan su máximo potencial. En ese caos vive hoy un equipo con una nómina amplia y de calidad. Inconcebible, pero posible.

 

Por lo tanto, queda la sensación en el ambiente que nuestro cuerpo técnico quiere arreglar sus evidentes errores de planteamiento con reacciones alejadas de la lógica y por lo tanto, del acierto, y apostarle más a la improvisación que los catapulte al estado de genios, que al trabajo planificado. Triunfar con decisiones inesperadas, llevándole casi siempre la contraria a la lógica, con futbolistas que ocupan puestos donde no entregan el máximo de sus capacidades, con variantes inesperadas y sustituciones que nadie entiende, son las cartas que se juegan fecha tras fecha.

 

Triunfar así, con improvisaciones que nadie entiende y alejadas de la estructura de la sensatez, ha sido y será fruto del azar. Hacerlo con la lógica y con la solvencia que da el trabajo permanente y repetido, es fruto de la planificación. Esta última, cada vez más lejos de un cuerpo técnico que trabaja insistentemente en la semana pero que en los partidos toma decisiones alejadas de lo entrenado. Los inventos son el resultado de un proceso conformado por una suma de acciones racionales, pensadas; son la consecuencia de trasegar por el ensayo y el error para llegar a conclusiones que permitan obtener nuevos conocimientos. Inventar es muy diferente a improvisar. Y creo que el cuerpo técnico de Nacional confunde estos dos conceptos. Ir contra la lógica no es siempre la posición más acertada. Es el camino de la soberbia el que puede conducir a fracasos inesperados.

 

Apostarle a las decisiones que nadie espera, a la reacción aparentemente genial y fruto de la ilógica, esa es la improvisación. Para distanciarse del sentido común, nuestro cuerpo técnico parece alejarse también de las disposiciones sensatas que buscan sacar lo mejor de sus jugadores. En la cancha se nota un plantel confundido, sin norte y sin confianza. En la tribuna, los murmullos y el desespero han tomado un puesto fijo y sin rotación.

 

Estuvimos al borde del abismo en el primer tiempo contra un Millonarios que nunca supo aprovechar los boquetes enormes dejados por una defensa con tres marcadores centrales recostados hacia la izquierda. En Palmira, Deportivo Cali nos perdonó una y otra vez al no aprovechar las deficiencias defensivas y el desorden generalizado. Cúcuta nos hizo tres goles y desde antes de ese partido, el equipo ya lucía desorientado, improvisado y frágil frente al ataque de los rivales.

 

Dos notas han sido sobresalientes en este mar de la ilógica y las improvisaciones. Luego de los dos brillantes clásicos ganados al Deportivo Independiente Medellín, el cuerpo técnico decidió borrar del equipo a una de sus grandes figuras: Pablo Daniel Ceppelini. El uruguayo no aparece ya en la cancha. Le dan pocos minutos o ni siquiera le permiten jugar. Pareciera que el pecado cometido fuera jugar al fútbol con sencillez, marcar goles y ser solidario en el juego y en la actitud con sus compañeros. Pareciera que los técnicos entre sí buscaran el triunfo a través del camino más complejo y por eso ellos mismos hacen cada vez más difícil el trabajo para sus dirigidos y más fácil para sus rivales.

 

La segunda situación la vimos hace una semana contra el Deportes Tolima, equipo que al sufrir la expulsión de Juan Guillermo Arboleda (quien actuaba como lateral derecho), inmediatamente es favorecido por los técnicos del Atlético Nacional al sacar del campo a Vladimir Hernández (quien jugaba como extremo por izquierda) y facilitarle el trabajo a un equipo que debía recomponer su figura. Gracias a ese cambio, los técnicos de Nacional equilibraron en su contra el planteamiento y le facilitaron, nuevamente, el camino a su rival que sin hacer un solo movimiento, veía cómo sus rivales le hacían más fácil el partido.

 

El domingo contra Junior, el cuerpo técnico hace un planteamiento que se aleja nuevamente de la lógica. En la línea ofensiva ubican a Candelo, exactamente por el costado opuesto al lugar donde mejor ha rendido (lo sacan de la derecha y lo ponen a jugar como extremo por izquierda), ocupan el medio campo con jugadores de marca y sin creativos (Ceppelini y Vladimir Hernández no hacen parte del equipo titular) y cuando el partido está 0 a 0, deciden meter a un novato Sebastián Yabur cuyo mérito para hacer parte del equipo principal, cada vez con mayor frecuencia, es hacer muy pocos aportes.

 

Siento al hincha cansado, a pesar de la posición en la tabla. El aficionado del Club Atlético Nacional ha visto jugar bien a su equipo desde hace muchos años y detecta inmediatamente experimentos infructuosos de un cuerpo técnico que pareciera ir en búsqueda del reconocimiento que le hacen a los genios, pues hace mucho tiempo ya alcanzaron la gloria. Pareciera que para los futuros momentos de alegría que todos estamos esperando, nos quisieran pedir cierta dosis de frustración y malos momentos que no tienen por qué ocurrir.

 

El cuerpo técnico de Nacional ya conoce este camino: al éxito se llega por el camino de la lógica y del trabajo, de la planificación y de la sensatez. Osvaldo Zubeldía decía que no se llegaba por un camino de rosas, pero tampoco se trata de buscar las espinas para ponerlas en medio del recorrido. Las genialidades no son fruto de la improvisación, de la ilógica o de la insensatez: son variantes puntuales dadas por la inteligencia en el marco de un trabajo planificado y con objetivos claros.

 

Estamos a tiempo. El reconocimiento a la genialidad que parecen buscar los integrantes del cuerpo técnico de Nacional se los entregará la misma hinchada cuando los triunfos lleguen desde la lógica y no desde la insensatez o la soberbia. Los jugadores, los hinchas y posiblemente una gran parte de la prensa especializada, tampoco los está entendiendo. Mientras más claros sus principios y mientras más claras sean sus decisiones, están más cerca de lograr el reconocimiento a la genialidad que tanto parecen anhelar.

(Alejandro Restrepo Montoya
Doctor en Ingeniería, Urbanismo y Arquitectura
Profesor Universitario en Colombia, Suiza y Alemania.
Inventor Científico reconocido por Colciencias).

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