Capsulas de Carreño

“A mi manera”: Diego Maradona siempre tuvo la razón (Charles Figueroa Mendoza)

Por: Charles Figueroa Mendoza

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*Pese a su vida llena de excesos, tuvo más lucidez que todos y fue el primero en llamar a las cosas por su nombre.
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Nunca fue el santo de mi devoción pues siempre trate de alejarme de las personas ruidosas, las cuales considere una molestia que no tiene necesidad de soportar. Lo considere un pobre hombre cuya única virtud consistió en jugar al fútbol de una manera incomparable. Todavía recuerdo a mi hermano mayor quien se enfrascaba en discusiones interminables defendiendo la condición de rey de Pelé frente a una gran cuerda “Maradoniana” o como quieran llamarla.

Diego Armando Maradona tiene muchos defectos, más que cualquiera de nosotros, estoy seguro, pero aparte de su magistral pierna zurda y el maravilloso manejo del balón debemos reconocer que fue el primero en ver donde los demás no lo logramos, atisbar con ojo crítico una de las multinacionales más poderosas del planeta, la FIFA.

Diego, como se le conoce, denuncio hace muchos años que las cuatro letras estaban conformadas por una horda de mafiosos que se había apropiado del fútbol y abusaba de los futbolistas como se le daba la gana. Siempre supimos que la FIFA goza de impunidad, no paga impuestos, deroga leyes inconvenientes para sus intereses económicos, gana miles de millones de dólares y sus directivos se dan una vida inimaginable para el común, solo comparable con la de los jeques árabes de antes, pues el precio del petróleo los ha colocado por debajo de Blatter y sus secuaces.

Lionel Messi recibió a regañadientes el trofeo como el mejor jugador del mundial de Brasil, pues sabía que estuvo lejos de ser el más completo del torneo. La FIFA lo obligó por quedar bien con uno de sus grandes patrocinadores, inclusive el máximo organismo rector del futbol en el planeta lo propuso como el mejor de la Copa América, que despropósito.

El fútbol de antes era diferente, más limpio, más transparente. Los jugadores pateaban la pelota por gusto, disfrutaban los partidos y la tribuna, por supuesto, también. No solo en los torneos internacionales, también en el campeonato doméstico. Recuerdo que los futbolistas buscaban el micrófono, respetaban a la prensa, era un honor hablar por la radio y se jactaban de ser amigos de los periodistas deportivos, igual ocurría con los directivos.

Hoy en día el fútbol se convirtió en el negocio de unos pocos que se llenan los bolsillos con el sentimiento nacional o regional, usan la bandera, el himno, el escudo. Por ejemplo, la selección Colombia es de todos cuando se trata de sacar ventajas económicas. Escogen como sede a la ciudad que más beneficios económicos les aporte, donde no les cobran impuestos, les den la llave de la ciudad. Se hospedan en hoteles cinco estrellas, degustan caviar aunque algunos de ellos recién conocieron la carne cuando llegaron a los equipos profesionales, en fin, posan de extraterrestres y humillan como quieren a los aficionados y a los periodistas.

Es una pena que la FIFA y sus energúmenos tentáculos llamados federaciones nacionales, hayan acabado con el fútbol de antes. Que la Dimayor sea el trono de tres o cuatro emperadorcitos abusivos, que los jugadores se hayan convertido en máquinas de producir dinero. Es lastimero que el mayor espectáculo del mundo se esté quedando en manos de mafiosos que manipulan árbitros, abusan del apetito desmedido de los futbolistas, reciben sobornos para otorgar sedes, direccionan resultados, perciben coimas por derechos de transmisión. Es una pena que nuestro fútbol ya no sea el mismo deporte inocente que nos hacía delirar.

Reconocimiento pleno a Diego Armando Maradona quien pese a su vida llena de excesos, tuvo más lucidez que todos y fue el primero en llamar a las cosas por su nombre al señalar como mafiosos y bandidos a los directivos del fútbol.

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