Capsulas de Carreño

América: a 40 años del primer título. Por Esteban Jaramillo Osorio

América, campeón 1979. De pie: Julio Édgar “Chonto” Gaviria, Luis Eduardo Reyes,  Luis Alegría Valencia, Gabriel Chaparro, Wilson Américo Quiñones, Carlos Alfredo Gay.  Hincados:
Víctor Lugo, Juan Manuel Bataglia, Gerardo González Aquino,  Jorge Ramon Cáceres, Álvaro Muñoz Castro. No aparecen en la fotografía, fueron baluartes: Aurelio Pascutini,  Alfonso Cañón, mediocampista, Horacio Ferrín.

Por Esteban Jaramillo Osorio.

 

Cuando hablo de América, no paso de largo ante la mezcla de angustias y  esperanzas, que matizan su historia, con sus latidos entusiastas que le dan bravura al equipo, e iluminan la llama de la ilusión, por siempre.

Por eso, y con especial respeto, adhiero a la celebración de los 40 años de su primer título.

Imposible me resulta no recrear mi memoria con aquel América, el de antes, el que conocí y disfruté. Vivía yo en Cali, al lado del estadio.

Tiempos inolvidables. Daba mis  pasos de periodista prim+iparo, y salsero aprendiz, llegado de la loma, Manizales.
Escuchaba en las noches, sin tv, a Palmieri, La Ponceña, al Gran Combo y a Piper Pimienta Diaz, en un pequeño radio de pilas que cuidaba como un tesoro.

“En el barrio hay, tres días de carnaval”,  entonaba Celia Cruz; el infaltable “Día de mi suerte”, lo cantaba, por todas las emisoras, Héctor Lavoe.  Rubén Blades dejaba mensajes inolvidables en “Plástico” y “Pedro Navaja. Niche estaba en formación y Jairo Varela, mi gran amigo, sacaba la cabeza, prometedor, en las divisiones inferiores de la música. Me apasione por la Fania y tomaba café, el de la calidad certificada, donde Don Pepino Sangiovani el presidente inolvidable, en Candelaria.

Me hice amigo de Pachequito, el utilero del equipo y del duende, inconfundible por lo hincha y por lo feo.

Escuchaba a Mario Rozo, “el cabezón”, cuando tronaba su voz con el ruidoso ¡“Viva América”¡

No olvido tampoco a doña Stella Castellanos y a Orteguita, con su casa, en Palmira, pintada toda de rojo, con el piso verde, para pisotear simbólicamente al rival encarnizado, Deportivo Cali; a Doña Beatriz Uribe, la gerente, que me atendía como un rey en la sede del Barrio Versalles, donde Mao, el decano periodista, me decía que Vivian los ricos!

“América pasión de un pueblo”,  el de Alfonso Bonilla Aragón,  don Raúl Echavarría Barrientos y Luis Eduardo Cardozo Estrada. El del viejo Willy, Cabañas, Gareca, Falcioni, el pitufo y el Palomo.

Estuve en el primer título, el que rompió las maldiciones de garabato después de 50 años de espera. Con el Dr. Ochoa, maestro aventajado; con «la fiera» Cáceres, Cañón, Reyes, el hombre de hierro;  «Chonto» Gaviria, Bataglia, «el sordo» Ferrín y  «Pitillo» Valencia. También con «macuco» Alegría Valencia, Pascuttini, con Gay y con González Aquíno. Con Muñoz Castro, lugo, Chaparro, Congote, «el Niño» Quiñonez y Silvio Quintero. A todos los entrevisté. ¡Qué tiempos aquellos¡

Hice, no lo niego, de “Aquel 19…”, de Alberto Beltrán, una de mis melodías inolvidables, al igual que, de Varela y Niche, “Mamá, papá, llévame al estadio…”

Por esto entiendo las razones de América para ser la pasión de un pueblo. Por la congoja cuando llegan los aprietos y la fortaleza para salir de ellos.  Por su vida actual, llena de sufrimientos o de ambiciones de triunfo, que tiene un sabor distinto. Como no admirarlo si hasta transmití por televisión,  aquel fallido intento de título en la libertadores del 87 en el Nacional de Chile ante Peñarol, uno de los dolores mas grandes de su historia.

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