Capsulas de Carreño

Bielsa del centro.. Por Marcial Ferrelli

 

Por Marcial Ferrelli

 

*Reconozco su alquimia de docente, manifestada y valorada por la mayoría de sus alumnos. Disiento de ciertas decisiones y radicalismos..

El efecto Leeds United en el colectivo futbolero argentino, provoca otra grieta más en la sociedad. Parece ser, que hay que pararse en una vereda definida y ser categóricos: bielsistas o anti bielsistas. Una novela de rivalidades que asoma en tiempos de pandemias e ideologías.

Nadie, ni siquiera el gran negro Fontanarrosa, imaginó que hinchas argentinos militaran la campaña de un equipo de fútbol inglés y de segunda división. Marcelo Alberto Bielsa Caldera, logró ese fenómeno paranormal. Puso a miles de seguidores a madrugar y sufrir el último segmento de la English Football League Championship, la segunda división del fútbol inglés.

El “loco” Marcelo, DT del Leeds United Football Club, un equipo centenario con tradición en Inglaterra y Europa, acaba de coronarse campeón y lograr el ascenso a la Premier League tras 16 años. Una consagración significativa para Bielsa que se replicó en Argentina a gran escala y reavivó en las redes sociales viejas rencillas entre pros y contras.

Con una escasa carrera como futbolista, casi cuatro años repartió como defensor aguerrido y tosco, entre Newell´s, Instituto de Córdoba y Argentino de Rosario. En 1980, con 25 años, decidió colgar los botines y comenzar a prepararse como formador de futbolistas. Desde esa época es adepto a los videos para analizar los movimientos de los equipos europeos.

Sus conquistas como entrenador en el fútbol argentino se magnifican con la gesta que consiguió tanto con equipos jóvenes, como con clubes de menor resonancia, y que rompió la hegemonía de equipos grandes en la década del noventa. Fue creador del Newell´s ultra dinámico (Campeón 90/91 y 92), reclutador de talentos y educador de juveniles. Estuvo a punto de coronar la Copa Libertadores del año 92 con el equipo rosarino, perdió en la final frente al San Pablo FC.

Sumó otro título nacional pero con Vélez en el 98. Esa década de títulos ganados le abrió las puertas de Europa, ya se notaban el desdoblamiento defensivo-ofensivo y la disciplina táctica del todos atacan y todos defienden, marcas registradas de Bielsa.

Antes y después

Luego del Mundial de Francia del 98, Marcelo Bielsa sucede a Passarella en la selección argentina, y ocurre quizás la primera visagra del Bielsismo. Un proceso enfocado en el objetivo de ganar la Copa en Corea-Japón 2002. Prometedoras eliminatorias (récord de goles, partidos ganados y puntos) hacían soñar con la consagración mundialista por tercera vez en la historia. Pero pasó lo peor, vuelta a casa en primera fase y los encendidos deseos del pueblo, vueltos ceniza. Las críticas fueron feroces, el errante armado del plantel, la decisión de no jugar amistosos previos y la discusión de los nueves (Bati / Crespo) sentenciaron el proceso como fracaso.

A pesar del revés, la docencia del cuerpo técnico y el “orden” y la “obsesión” de Bielsa, hicieron que Julio Grondona renovara los votos para la continuidad del rosarino al mando de la Selección. Comienzan a aparecer los cuestionamientos y los bandos. Muchos objetaron y castigaron al entrenador por las ausencias mundialistas de Riquelme y Saviola, dos figuras descartadas a pesar de haber sido contratadas por el Barcelona FC para la temporada 2002. Bielsa fue fiel a su idea de priorizar sistemas por sobre los jugadores, marcando así uno de los rasgos más criticados de su propuesta de juego.

En el 2004 se le escapó la Copa América por 30 segundos, Brasil le arrebató el trofeo por penales y profundizó aún más la grieta con los detractores de su modelo. Sin embargo, en 2004 vino un bálsamo para el ciclo Bielsa, con la conquista de la medalla dorada en Atenas, el único título que le faltaba a la AFA en su palmarés, y que parecía una oportunidad para reestablecer el crédito de la hinchada. Pero el desgaste generado gracias a la falta de permiso de los clubes europeos a los jugadores para venir a la Selección, así como los negociados de la asociación y las críticas de un sector de la prensa, terminaron de limar la relación.

Continuó al frente del seleccionado hasta que sorpresivamente decidió renunciar en plena eliminatoria al Mundial del 2006, con el equipo ubicado en zona de clasificación. Cansado de los abusos del poder del fútbol e incapaz de traicionar sus principios, se encerró en su casa y transitó una depresión. Tiempo después viajó a Chile, donde se radicó para dirigir el seleccionado nacional.

 

Peregrinación Bielsista

A lo largo de todos estos años, ha dirigido distintos equipos por el mundo, siempre con su manual cuasi catequista, de fórmulas intocables. Lo que nunca perdió fue la conciencia social. Curioso por la cotidianeidad de los ciudadanos de a pie, los nadie, los simples. Apadrinó amigos en todas las ciudades en donde trabajó. Nunca tuteó a ninguno pero sus gestos de cariño y el interés por sus necesidades son la contracara del hombre con traje de gimnasia, verborragia con sabor arrogante y altivo.

Tomó la decisión de no prestarle sus servicios a equipos poderosos, optó por entrenar clubes tradicionales apetentes de títulos y en casi todos estuvo cerca de lograr el objetivo. Con el que más cerca estuvo, fue con el Athletic Club de Bilbao en el 2012, con el que arañó dos trofeos: la Europa league y la Copa del Rey, y perdió ambas finales pero dejó su legado en el club vasco.

Los ismos en el fútbol argentino hicieron estragos, y finalmente la polarización y los fundamentalismos desunieron a los hinchas. Todo empeoró con la escasez de títulos, la confrontación de estilos y la oscura gestión de la AFA, que terminó por empujar al vacío cualquier proyecto de selecciones nacionales que alguna vez supimos conseguir.

El fenómeno Bielsa se debate entre amores y odios mientras toma tintes de culto fanático. En mi calidad de simpatizante del fútbol, celebro el triunfo de un buen hombre, no festejo ascensos de equipos ingleses ni de otros países. Reconozco su alquimia de docente, manifestada y valorada por la mayoría de sus alumnos. Disiento de ciertas decisiones y radicalismos que ha tenido como entrenador, desde la humildad de un hincha argentino más.

No creo en el todo o nada y menos en el fútbol, me considero del lado Bielsa del centro, del admirador del hombre común, sabio y honesto, pero discrepante del entrenador Quijotesco. Pondero al hombre Marcelo, no al Dios Bielsa.

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