Churrasco en salsa tricolor

Por Alfredo Carreño
Actualizado: 11 septiembre, 2024

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Por Jorge Iván Londoño Maya.
Columnista Cápsulas.

Tremenda entrada en el Metropolitano para ver la sacada de espinita que Colombia tenía pendiente frente a Argentina, más por la paternidad gaucha en las justas clasificatorias, que por el recordado partido de la final de la reciente Copa América.

Marco repleto de amarillo y solamente unas 36 camisetas albicelestes. Goleada obvia de Colombia en la entonación del himno nacional. Temperatura de 33 grados, pues debajo de un palo de mangos, y una humedad del 75%, dejaron las camisetas de escurrir tan solo con los actos protocolarios; se presentía entonces una sudoración a chorros durante el partido para cada jugador, lo que obligó a permitir una zona de hidratación y de recomendación al minuto 30 de cada tiempo.

Bajo la dirección del árbitro chileno Piero Masa, comienzan las acciones parejas. La primera tragada de saliva la propició Vargas a los 11 minutos, en una jugada fuera del área, en la que trata de eludir a un contrario, pero pierde el balón, el argentino dispara al arco y el balón que se pavonea de palo a palo y luego sale por la raya final.

Nuestra selección comienza a hilvanar importantes jugadas de la mitad hacia arriba, con el aporte de los “tocones”, Arias, James, Luchito y Ríos, de blanca cabellera, y la colaboración de Mojica y Muñoz. Atrás nuestra selección denota vacíos e imprecisiones. Argentina simplemente espera y aprovecha las llegadas para pocas pero contundentes taquicardias. De Paul, como siempre, se convierte en el defensor de los derechos argentinos, porque en cada falta “rodea” al árbitro con su verborrea.

Minuto 24, James cobra un tiro de esquina, pase a Arias, Arias a James, centro al área y Mosquera que se eleva para el cabezazo y deja quieto a Martínez, el grandulón, entre otros calificativos. A un minuto de finalizar, Argentina por poco logra el empate en una “melé” que se arma en nuestra área, pero el balón es rechazado afuera.

Minuto y medio del segundo tiempo, James hace un pase equivocado, el balón lo recoge Nico González y en veloz carrera supera a Mosquera, Vargas le sale al encuentro y por el “tiro” le mete el balón para el empate. ¡Dito Dios!

Corría el minuto 57, gran llegada en pelotón de Colombia, pase a Muñoz que es fauleado en el área por Otamendi, el árbitro se hace el de la vista gorda, deja seguir el juego, que entre otras propicia una llegada con pretensiones de gol de Argentina, y cuando termina la jugada lo llaman del VAR “El Cambalache” y le dicen que revise la jugada de Muñoz, va a la pantalla y efectivamente aprecia la falta del defensor argentino, por lo que decreta el penal. Pensé entonces que Martínez, el grandulón, entre otros calificativos, iba a azuzar a James, como es su costumbre, pero esta vez lo intimida con la mirada; cobra James y saca un zurdazo a velocidad de misil coreano. Nuevamente Colombia arriba en el marcador. ´

Minuto 71 y Córdoba que acababa de entrar, queda frente al arco, pero manda el balón a tumbar nubes. Minuto 96, Muñoz es habilitado, entra al área, dispara y Martínez despeja con el pie izquierdo lo que pudo haber sido el tercero.

Al término del partido, los once jugadores argentinos rodean al árbitro chileno Masa, y lo amasan con sus consabidas protestas, como para justificar, de boca, la pérdida del partido, la sacada de la espinita y por fin, después de 31 años, el volverle a ganar a la Argentina en la arenosa, lo que nos da licencia, no solo para salir empapados, sino para demostrarle al mundo futbolero que en este momento estamos para grandes cosas.

Triunfo que nos deja segundos en la tabla con 16 puntos, y a tiro de cauchera de Argentina que sigue siendo primero. Así mismo, nos deja a 10 puntos de lograr la clasificación al mundial, pues todo indica que con 26 se logra el objetivo. También nos permite seguir invictos en esta clasificatoria; y porque no, mostrando un fútbol laborioso y contundente, con muchas cosas por corregir, es cierto, pero convencidos de que estamos en los gloriosos.

“Todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar”. Eugene Ware.