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De empate en empate, ¿ hasta dónde llegaremos?.. Por María Victoria Zapata B.
- Actualizado: 7 marzo, 2021
Por María Victoria Zapata B.
*Si los equipos se arman desde atrás como reza una conocida sentencia del fútbol, “no hay mejor defensa que un buen ataque” señala otro antiguo axioma balompédico.
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Quienes nos identificamos de alguna manera con el fútbol, hemos escuchado hasta la saciedad expresiones tales como “un equipo se arma de atrás hacia adelante” y, dadas las características propias del nuevo orientador rojo, a los hinchas del DIM nos la han repetido hasta la saciedad desde el momento en que Hernán Darío, el Bolillo, Gómez, asumió la dirección técnica del equipo el 11 de diciembre del año inmediatamente anterior.
Hasta ahí todo tiene su lógica si miramos el comportamiento defensivo del DIM 2021, es decir el que armó Bolillo, de mitad hacia atrás, un cuadro solvente y con una seguridad que no le veíamos desde hace bastantes temporadas. Un DIM que, en esa medida, nos brinda tranquilidad a los seguidores poderosos.
Pero el sosiego que nos brinda la defensa no es aplicable para las demás líneas del equipo, como quiera que el desfase entre aquella y estas es tan excesivo que ya es imposible disimularlo o justificarlo, como parte del proceso que tanto se menciona en la presente temporada.
El Deportivo Independiente Medellín cuenta con un orden defensivo y un sentido de pertenencia notable en los jugadores, ambos impronta del técnico Gómez, eso no se discute. Tampoco, el esfuerzo del Bolillo en la búsqueda de soluciones a ese improductivo medio campo rojo, recursos que poco o nada han contribuido a la mejoría del DIM en materia ofensiva.
Por el contrario, han agudizado una problemática que se hace visible de diversas formas: No hay creación ni generación, no hay juego colectivo, no hay manejo de balón y se insiste en el estéril pelotazo, el DIM depende completamente de la inspiración del goleador Vuletich y, en definitiva, es un equipo que subestima su función ofensiva. Es, en consecuencia, un equipo que practica un fútbol medroso, defensivo y carente de chispa.
¿Ese pobre fútbol forma parte del proceso? Porque ya son 11 fechas de Liga, más las tres de Copa (ante Junior, Quindío y Tolima), en que Medellín debería mostrar también algún germen de su nueva identidad atacante y hasta el momento no hemos visto nada, puesto que la que se insinuó en los juegos de Copa Colombia se cortó de un tajo para dar paso a un balompié descompensado, sin equilibrio, sin ideas y sin alegría.
Ante la inexistente evolución del DIM en materia ofensiva, ¿podemos asumir un proceso que solamente se manifiesta a través de su módulo defensivo? ¿Qué muestra un onceno sin generación de juego, lento y desarticulado? ¿Que no explica el vertiginoso descenso en el rendimiento de buena parte de los jugadores? ¿Qué su ataque se limita a unas cuantas escaramuzas por partido, la anotación de un gol y resguardarse 89 minutos? ¿O el problema tiene su génesis en la carencia de ese volante de armado que los hinchas pedimos con insistencia durante la conformación de la nueva nómina roja hace dos meses?
Entre preguntas y respuestas.
Con este Independiente Medellín se podrían formular muchas preguntas y quedan, también, muchas certezas: Así se haya consolidado en su zaga, ha evidenciado involución en su ataque. El que empató con Santa Fe, Cali, Envigado y Equidad, NO es el mismo DIM aguerrido que vimos en los juegos decisivos de Copa Colombia, tampoco un equipo que, jornada a jornada, nos dé señas de progreso futbolístico o colectivo. Lo que estamos viendo es, infortunadamente, un equipo estancado, cada vez más desequilibrado y sin propuesta ofensiva alguna. En ese orden de ideas, es apenas natural que los cuatro empates consecutivos produzcan descontento y desazón.
Los cambios posicionales de algunos jugadores, Mier y Pineda, por ejemplo, ante Equidad, no solo han sido nocivos para el funcionamiento del equipo sino para el rendimiento individual de los citados futbolistas. También han resultado incomprensibles algunas decisiones técnicas en los últimos juegos, como la sustitución de Leonardo Castro por Edwin Mosquera, o la continuidad en el terreno de Juan Carlos Díaz y la suplencia de James Sánchez, en el partido del viernes, por citar las últimas de ellas.
La presente temporada y el DIM de Bolillo, nos están mostrando una escuadra con un visible trabajo en defensa pero carente de argumentos ofensivos. Al proceso del que tanto hablan le faltan una de sus dos mitades, armonía, vitalidad y jugadores cruciales en el engranaje de un equipo de fútbol, como es el volante de armado.
Es claro que el amarrete y acéfalo fútbol rojo no llena, no agrada y no seduce. Los empates desconciertan tanto como la pálida expresión del fútbol del DIM en cada partido jugado. Con 14 partidos jugados ya, ¿no es tiempo de ver un DIM más compacto, más equilibrado, más asociado?
Ojalá veamos una pronta mejoría en el equipo. Para ello hay que dejar de lado el miedo, asumir riesgos y buscar el arco contrario. Los partidos se ganan es con goles… Si los equipos se arman desde atrás como reza una conocida sentencia del fútbol, “no hay mejor defensa que un buen ataque” señala otro antiguo axioma balompédico. ¿Por qué no se aplica con la misma rigurosidad en el DIM?
(María Victoria Zapata B.)