Capsulas de Carreño

De empate en empate, ¿ hasta dónde llegaremos?.. Por María Victoria Zapata B.

 

Por María Victoria Zapata B.
 

 

 

*Si los equipos se arman desde atrás como reza  una  conocida sentencia del fútbol, “no hay mejor defensa que un buen ataque”  señala otro  antiguo axioma balompédico.

 

Quienes nos identificamos de alguna manera con el fútbol, hemos escuchado hasta la saciedad expresiones tales como “un equipo se arma de atrás  hacia adelante”  y, dadas las características  propias del nuevo orientador rojo,   a los hinchas del DIM nos la han repetido hasta la saciedad desde el momento en que Hernán Darío, el Bolillo, Gómez,  asumió la dirección técnica del equipo el 11 de diciembre del año inmediatamente anterior.

Hasta ahí todo tiene su lógica si miramos el comportamiento defensivo del DIM 2021, es decir  el  que armó Bolillo, de mitad hacia atrás, un cuadro solvente y con una seguridad que no  le veíamos  desde hace  bastantes temporadas. Un DIM que, en esa medida, nos brinda tranquilidad a los seguidores poderosos.

Pero el sosiego que nos brinda la defensa  no es aplicable para las demás líneas del equipo, como quiera que el desfase  entre aquella y estas es tan excesivo que ya es imposible disimularlo o justificarlo, como parte del proceso  que tanto se menciona en la presente temporada.

El Deportivo Independiente Medellín cuenta con un  orden defensivo y un sentido de pertenencia notable  en los jugadores,  ambos impronta del técnico Gómez, eso no se discute. Tampoco, el esfuerzo del Bolillo  en la búsqueda de  soluciones a  ese  improductivo medio campo rojo,  recursos que poco o nada han contribuido a la mejoría del DIM en materia ofensiva.

Por el contrario, han  agudizado una problemática que se hace visible de diversas formas: No hay  creación ni generación,  no hay juego colectivo,   no hay manejo de balón y se insiste en el estéril pelotazo, el DIM depende  completamente de la inspiración  del goleador Vuletich y, en definitiva,  es un equipo que  subestima su función ofensiva. Es, en consecuencia, un equipo que practica un fútbol medroso, defensivo  y carente de  chispa.

¿Ese pobre fútbol forma parte del proceso? Porque ya son 11 fechas de Liga,  más las tres de Copa (ante Junior, Quindío y Tolima),  en que  Medellín debería mostrar  también algún germen de su nueva identidad  atacante y hasta el momento no hemos visto nada, puesto que la  que se insinuó en los juegos de Copa Colombia se cortó de un tajo para dar paso a un balompié  descompensado, sin equilibrio, sin ideas y sin  alegría.

Ante la inexistente evolución del DIM en materia ofensiva, ¿podemos asumir un proceso que solamente se manifiesta  a través de su módulo defensivo? ¿Qué muestra un onceno sin generación de juego, lento y desarticulado?  ¿Que no explica el  vertiginoso  descenso en el rendimiento de  buena parte de los  jugadores? ¿Qué su ataque se limita a unas cuantas escaramuzas por partido, la anotación de un gol y resguardarse 89 minutos? ¿O el problema tiene su génesis en la carencia de ese volante de armado que los hinchas pedimos con insistencia  durante la conformación de la nueva nómina roja hace dos meses?

 

Entre preguntas y respuestas.

Con este Independiente Medellín  se podrían formular muchas preguntas y quedan, también, muchas certezas:  Así  se haya consolidado en su zaga, ha evidenciado involución en su ataque. El que empató con  Santa Fe, Cali, Envigado y Equidad, NO es el mismo DIM aguerrido que vimos en los juegos decisivos de Copa Colombia, tampoco un equipo que, jornada a jornada, nos dé  señas de progreso futbolístico o colectivo. Lo que estamos viendo es, infortunadamente, un equipo estancado, cada vez más desequilibrado y sin propuesta ofensiva alguna. En ese orden de ideas,  es apenas natural  que los cuatro empates consecutivos produzcan descontento y desazón.

Los cambios posicionales de algunos jugadores,  Mier y Pineda, por ejemplo, ante Equidad,  no solo han sido  nocivos para el  funcionamiento del equipo sino para el rendimiento individual de los citados futbolistas. También han resultado incomprensibles  algunas decisiones técnicas en los últimos juegos, como la sustitución  de Leonardo Castro  por Edwin Mosquera,  o la continuidad en el terreno de Juan Carlos Díaz y la suplencia de James Sánchez, en el partido del viernes, por citar las últimas de ellas.

 La presente temporada y el  DIM de  Bolillo, nos están mostrando una escuadra  con un visible trabajo  en defensa pero carente de argumentos ofensivos. Al proceso del que tanto hablan le faltan una de sus dos mitades, armonía, vitalidad y  jugadores cruciales en el engranaje de un equipo de fútbol, como es el  volante de armado.

Es claro que  el  amarrete y acéfalo  fútbol rojo no llena, no agrada y  no seduce. Los empates desconciertan tanto como la pálida expresión del fútbol del DIM en cada partido jugado.  Con 14 partidos jugados ya, ¿no es tiempo de ver un DIM más compacto, más equilibrado, más asociado?

Ojalá veamos una pronta mejoría en el equipo. Para ello  hay que dejar de lado el miedo, asumir riesgos  y buscar el arco contrario. Los partidos se ganan es con goles… Si los equipos se arman desde atrás como reza  una  conocida sentencia del fútbol, “no hay mejor defensa que un buen ataque”  señala otro  antiguo axioma balompédico. ¿Por qué no se aplica  con la misma rigurosidad en el DIM?
(María Victoria Zapata B.)

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