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De regreso al Atanasio (Óscar Domínguez G.)
- Actualizado: 8 octubre, 2015
Por Óscar Domínguez G.
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*El fútbol, versión moderna del circo romano, es la liberación total.
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Como he estado desatrasándome de nostalgias de niño volví al Atanasio Girardot cincuenta y cinco años después. Fui a estrenar mis primeros 70años70. No iba al estadio, creo, desde que mi tío Aníbal me llevaba a ver el clásico Medellín- Nacional, con invitación a esquimales de La Fuente al final del primer tiempo. (Aclaro que viví 45 años con sus noches en Bogotá).
El día del hincha asistimos 42 mil personas. Despachamos a Jaguares 1-0. Por ser día del hincha podrían pensarse que cobran entrada más barata, o que con la misma boleta ingresa toda la familia, el gato, el jíbaro y el manicurista. Nada de eso. Exótica manera de consentir a los fanáticos.
Me sacó del coliseo el ruido ambiente. Quedé de otorrino. No resistí la cercanía de siete virtuosos del tambor que no dieron tregua con la misma monótona sinfonía. Ratifiqué que me he vuelto viejito.
Me perdí la rifa del carro. La plata que espere. O que me la den en capacidad de olvido.
Hasta bandera del Nacional me dieron a la entrada. Les agradecí pero no soy de banderitas ni de camisetas del veeeerde. Ejerzo la condición de hincha con plena la libertad.
Desordenado el Atanasio: compré boleta numerada pero eso no se respeta (Localidad, occidental alta, sector, 14, fila B, silla 262. Que no se enteren los directivos de la FIFA que todavía no están en la cárcel, porque los obligan a devolverme la plata por la mentirita piadosa de prometer silla escriturada).
Ni acomodadores había. Un paletero me dijo: Siéntese donde pueda, parcero. Las sillas poco ergonómicas, cansonas más bien.
Se desdobla la gente de una forma increíble. El fútbol, versión moderna del circo romano, es liberación total. El empleado o ejecutivo que tritura horarios es otro, un antípoda de sí mismo, cuando asiste al rito del fútbol.
Durante el tiempo que estuve oi toda clase de cantos que, en general, le dan las gracias al equipo verde por ser tan grande, tan rey de copas. “Mi Nacional”, es el estribillo que uniforma a los verdolagas.
Los del vecindario me miraban golpeado porque nunca me sumé a los coros. Creo que me confundieron con un espía infiltrado del poderoso DIM. Ni tanto honor…
El periódico verde marihuana que reparten se titula cariñosamente: Mi Nacional. En el editorial, el presidente De la Cuesta Galvis nos felicita y da las gracias por la fidelidad de perrito de la Víctor con el equipo que tiene este récord: Treinta mil aficionados en promedio se sientan en la gradería para seguir esa obra de teatro que es todo partido de fútbol.
Creí que a raíz del regreso al estadio iba a salir convertido en un niágara de lágrimas. Fui preparado con un cargamento de clínex pero no lo necesité.
Seguiré viendo el fútbol en posición decúbito dorsal, estirado en mi catre. Con la opción de ver la repetición del gol que en el Estadio debería darse, pero tampoco.
Queda chuleada otra nostalgia, la del fútbol: no estoy para estrepitosos sectarismos políticos, religiosos ni deportivos. Me abro. ([email protected])