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Dejo el fútbol. Por Esteban Jaramillo Osorio.
- Actualizado: 24 octubre, 2015
Por Esteban Jaramillo Osorio
*Me quedan la lengua y el cerebro para desarrollar mi pasión critica.
He sido despedido de manera fulminante. Se me ha comunicado mi invalidez, con los riesgos extremos si persisto en seguir detrás de la pelota. La maldita rodilla no aguantó. La rotula se desgastó, se jodió el cartílago y luego colapsó, cirugía de por medio.
Aplace la decisión por años, huyendo, como si la vida dependiera de este momento. No se cómo me afectará, si llegará o no el hastió, si las nostalgias me atropellaran por el camino. No quiero hacerme el interesante, pero alguna parte de mi cuerpo o de mi alma se ha marchado. Hoy entiendo mejor a los futbolistas en retiro, en su “día después”, cuando la pelota empieza a ser solo recuerdos. Ellos si saben lo que es el ruido de los estadios.
Fui, como tantos, protagonista de potrero. De escenarios donde el sudor se multiplica porque no se manipulan las emociones y se juega sin trampas.
Tuve uno que otro salto de calidad con esporádicas jornadas arrebatadoras, era gambeteador intrascendente, pasador medular prolijo, distribuía la pelota con claridad, pero nunca clasifique como aspirante serio para competir en las alturas. No daba para tanto. El fútbol me impuso unos límites que fui incapaz de rebasar, porque, creo, fue más extenso el repertorio burlesco que aporte, sin llegar al extremo de un paquete o un tronco. De paso, nunca jugué con el overol puesto y me daba aires de Burgues en el campo.
En la hora de los balances sé que he amado la pelota, con tal pasión, que es motivo vital de mi existencia. El fútbol: mi vida. El fútbol en canchas de barrio donde las ilusiones son tantas. Lejos del negocio, de manipulaciones, de componendas. Por ahí tengo en el recuerdo un gol olímpico hecho con la derecha, algunos títulos y muchos amigos. Nunca cabecee, falle muchos penaltis y ni de fundas me alinee como portero. La estatura no me daba.
Me voy del fútbol activo amigos. Me quedan la lengua y el cerebro para desarrollar mi pasión critica, tratando de hacer con ellos tantas cosas que la naturaleza me negó cuando calcé los botines y busque una relación íntima con la pelota.