
=========
Por María Victoria Zapata B.
Columnista Cápsulas.

Tres puntos con sabor a gallardía, a sudor, a ganas, a esfuerzo a voluntad indomable, sacrificio. Tres puntos con sabor a comunión entre equipo e hinchada, a fiesta en el gramado y en la tribuna, tres puntos con sabor a tensión, a minutos eternos, a esperanza y a ilusión.
Y fue un gol de Brayan León, al minuto 45 +2, el que le entregó al DIM esos puntos anoche, en su juego local ante el Junior en la cuarta fecha de cuadrangulares, en un partido en el que el DIM procuraba el triunfo que lo acercara más a la final del campeonato y el cuadro barranquillero buscaba reivindicar su aspiración al título, venida a menos en esta serie semifinal de Liga.
Con un módulo con cambios obligados en virtud de la ausencia de algunos titulares por suspensión, y que modificó la ubicación de Francisco Chaverra y Homer Martínez, entre otros, el fútbol rojo, por momentos perdió profundidad y conexión entre medio campo y ataque. Los compensó durante la totalidad del compromiso con transpiración y entereza.
En los primeros minutos de juego se vio un Junior impetuoso aunque sin llegadas de riesgo en el pórtico de Aguerre. Posteriormente el DIM dominó el partido, malogró repetidas opciones de gol, sufrió la anulación de un tanto al minuto 13, y en tiempo de reposición de los 45 iniciales, anotó el único gol del partido.
En el período complementario controló, aguantó, la arremetida tiburona, buscó una segunda anotación, desperdició más posibilidades frente al arco de Mártínez, agotó las sustituciones reglamentarias, dejó el alma y hasta la última gota de sudor en la gramilla, sumó su tercera victoria consecutiva en cuadrangulares y, con 10 puntos, se consolidó como líder del grupo A.
Si bien es cierto al fútbol rojo le faltó en este segundo partido ante Junior la virtuosidad de otras presentaciones, también lo es que anoche el DIM hizo derroche de orden, carácter y amor propio.Porque fue un partido difícil, especialmente en el complemento, de esos en los que se multiplican las emociones y se eternizan los minutos de juego, pero también de aquellos en los que los aplausos y voces de aliento son constantes, incondicionales e ilimitados.
En conclusión: Anoche ante Junior, sobraron coraje, combatividad y alma en los jugadores rojos. Pero también fue fundamental ese jugador N° 12 del DIM, su hinchada, que desde las graderías del Atanasio Girardot alentó sin desmayo. El partido se ganó en el gramado y en la tribuna. En uno y otra, se entregó y se dejó el rojo corazón de nuestro amado DIM.
[María Victoria Zapata B.]




Haz un comentario