Capsulas de Carreño

DIM 105 años. Un amor  que trasciende las palabras… y el tiempo.


Por María Victoria Zapata B.

 

 “El DIM es canción y murga; carnaval y abrazo colectivo. El añejo equipo, el mismo por el que pasó Moreno con su genio y su leyenda, el de Corbatta y Grecco y el Caimán, está adherido a la piel de la ciudad. Y a su espíritu. Se siente en el vendedor de helados y en la señora de las fritangas. Es popular. Y el hincha sabe que en el sufrimiento, en las esperas, en las agonías, hay siempre una luz, una premonición de que cuando la victoria llegue, el cielo estará en la tierra” ( Reinaldo Spitaletta.)

“Soy del Medellín. Digo como lo dicen muchos. Y como muchos, tampoco seguramente he sabido qué significa. Qué importa, no todo tiene por qué explicarse. Hace mucho que la crisis de la razón hizo metástasis. Ser del Medellín es uno de los asuntos en los cuales no pueden mezclarse razonamientos ni lógicas porque entonces perdería su encanto. La magia “del Medellín” es exactamente eso: que muy pocos nos preguntamos, simplemente lo vivimos. Lo hemos vivido. A nuestro modo, en nuestro espacio”. ( Guillermo Zuluaga Ceballos).

“ El DIM es una religión, una forma de vida, una metafísica, una estética. El DIM se conoce también como El Poderoso: en un mero mote aparece la connotación sagrada de la camiseta roja. El Poderoso. El evangelio del DIM no distingue entre el triunfo, que es de la esencia del equipo, y la derrota, que es siempre, tratándose del DIM, un accidente casual, por épocas negras muy frecuente como signo de lo mal que va el mundo, pero estatuido para distraer a los herejes hinchas de River o de Boca, del Inter o la Juve, del Corinthians o el Palmeiras. El DIM es para iniciados, para privilegiados con la verdad más profunda y escarlata del universo”(Darío Jaramillo Agudelo). 

Lo que brotó como una simple frase, con el paso de los años se volvió filosofía esculpida en el alma de la hinchada roja: el DIM no es un equipo de fútbol, es la pasión de un pueblo; es un fenómeno social, materia de investigación de sicólogos, sociólogos, historiadores o cronistas del diario acontecer. La roja escarlata es la bandera que despierta los más intensos sentimientos: amor, alegría, tristeza, rabia, impotencia, angustia, delirio, desconsuelo. Al DIM o se le quiere… o se le  quiere, no hay alternativa”. (Bernardo Buriticá, q.e.p.d.).

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Escritores, poetas, periodistas y también  nosotros, los hinchas, hemos plasmado en emotivas frases  alguna tangible prueba  de ese singular cariño  que nos mueve y estimula, alguna palpable muestra de esa devoción  que  nunca desfallece. Podríamos, incluso,  escribir más, mucho más,  sobre ese intrínseco y  profundo amor  que   impulsa,  guía y  rige  los actos de nuestra siempre Poderosa cotidianidad.   Todo lo que expresemos  será  poco. Muy  poco…

Y es que no existen  palabras, párrafos o versos que  marquen las fronteras afectivas de  una  pasión  tan escarlata  como la sangre que corre por las venas del hincha y tan vital como los latidos del  rojo corazón de cada seguidor del Equipo del Pueblo.

No hay lenguaje que defina con exactitud el amor del hincha del DIM,  un sentimiento que es único en su certidumbre  y fidelidad pero universal en su  expresión, vivencia  y manifestaciones.

No hay  libro que contenga la totalidad de los sagrados preceptos de esa religión llamada Deportivo Independiente Medellín, ni evangelio que revele las verdades del dogma  que impulsa la fe del  creyente Poderoso.

No hay ciencia que interprete a cabalidad  un delirio   que es doctrina  e ideal. También   motivo y razón.  Tampoco  tratados  que  descifren los códigos de  un sentir  que  es  idiosincrasia,  estilo de vida y símbolo de identidad.

Porque este es un  amor   sinónimo de  adoración.  Aquel para el que la más depurada  prosa y la  más elevada poesía  aun no  han sido escritas en su totalidad. Aquel que tiene su propia  erudición, sus distintivos mandamientos,  su particular  credo y  su más intenso  fervor. Aquel cuya ideología  encara  cualquier lógica,  reta cualquier  cronómetro  y  desafía  cualquier olvido.

Es un amor que está siempre ahí,  incrustado en mitad del pecho.  Aquel que rezuma   vehemencia  y exuda  perpetuidad. El que tiene en el corazón de cada hincha un sagrario  donde guarda íntegros  la ofrenda de su pasión, el  breviario  de su esperanza y  el devocionario de su ilusión.

Aquel que  cosió puntada a puntada  la monumental bandera que hoy  arropa el alma de toda una afición. El que ha inspirado cada uno de los mágicos acordes de la sinfonía a la  pasión  eterna, interpretada con magistral precisión  por la Murga indigente y popular.

Aquel que  dibujó  trazo a trazo y cuadro a cuadro, los mosaicos que han reverenciado los  símbolos y colores del DIM  en las tribunas de oriental, occidental, norte y sur.  El que se ha desbordado en interminables caravanas  pletóricas de alegría   e  inundado las calles  con banderas, pendones y camisetas  teñidas de rojiazul  pasión.

Aquel  que  desde la gramilla, las graderías o los  alrededores del Atanasio Girardot, ha captado todos los matices del sentimiento rojo y  reproducido  los  rostros del   perdurable amor  con los registros de video y  fotográficos   de EnlaceDIM y Cultura DIM.   El  que  atesora memorables  fragmentos de nuestra centenaria  historia,  grabados  en los banderines, viñetas, contraseñas, calcomanías,   o camisetas  que  hoy reposan   en el Poderoso baul que con especial esmero custodian los hinchas Rubén Darío Elejalde y Héctor Flórez

Aquel que ha tenido en Aranguito, Merceditas, Kid chance, Malevo, Caretorta  y todos aquellos emblemáticos y tan queridos seguidores rojos,  los mejores y más egregios  trovadores del Equipo del Pueblo.  El que con  José Manuel  Moreno, Omar Orestes  Corbatta, Ponciano Castro, Óscar Alexander Pareja,  Mauricio  Molina, David González, Germán Ezequiel Cano y cada uno de  los juglares que han lucido con orgullo la sagrada casaca roja,  ha exaltado en la gramilla la más pura  lírica del  Deportivo Independiente Medellín

Aquel  que no sabe de  extravíos  ni capitulaciones, porque es un amor que ha soportado, estoico,  prolongadas tempestades  y  casi interminables sequías. El que en oscuras   y tormentosas noches ha mantenido  encendida la llama de la esperanza,  en  gloriosas y soleadas tardes  ha alcanzado la cima de la ventura y  de la dicha,   y el que  se yergue siempre firme,  majestuoso y  perseverante,  en desapacibles  inviernos y en calurosos estíos.

Ese es el amor  por el Poderoso DIM, el equipo  que  se acogió al abrigo  de la pujante  urbe  que  lo vio nacer. El que ha recibido el impulso de miles y miles de palpitantes y rojos corazones.  El que  ha transitado un largo camino  con el auspicio afectivo de un conglomerado humano identificado en el esfuerzo, la  constancia  y la fe. Y el que  dignifica su nombre con  efluvios de pueblo y  color de la más genuina pasión.

Imprescindible, férreo,  rojo, ardiente e  inmortal, así  es nuestro   amor por el Deportivo Independiente Medellín.

Hoy, al conmemorar 105 años de su fundación, y con una pasión que trasciende las palabras y el tiempo,  refrendamos un  sentimiento  incomparable, único y eterno  y  rendimos homenaje a nuestro  muy amado Rey de Corazones, a nuestro insigne Equipo del Pueblo, a nuestro venerado y Poderoso DIM…!!!
(María Victoria Zapata B.)

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