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La tercera para el DIM no fue la vencida. Por María Victoria Zapata B..
- Actualizado: 3 septiembre, 2018
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Por María Victoria Zapata
*El DIM, infortunadamente, es fiel reflejo de una administración caótica, inepta, codiciosa y en contravía del sentir de la afición.
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Cuando de intentos se trata, siempre se dijo que “la tercera es la vencida”.
En el caso del Deportivo Independiente Medellín “la excepción confirmó la regla”. No hubo vencida en la tercera porque las múltiples limitaciones, especialmente de mitad hacia atrás, le volvieron a pasar factura al equipo.
Pésimo planteamiento táctico para este tercer enfrentamiento con el Once Caldas en el estadio Atanasio Girardot. Con un 4-4- 2 plagado de experimentos en mitad de campo: Castro por derecha, Ricaurte por izquierda y dos volantes de contención (Luna y Barboza) que aún no justifican su vinculación al DIM y poco volumen de ataque. Y también pésimas sustituciones en el período complementario, que destrozaron la ilusión de la victoria ante el aguerrido cuadro manizaleño.
¿Se justifica jugar a defenderse en condición de local desde el minuto 53 ¿Se justifica tirar al vertedero la única fortaleza roja? Lo de ayer fue insólito y el empate fue el resultado de nuestra propia cobardía. Así no es, señor Zambrano…!!!
Como si no fuera suficiente con el dolor de cabeza que es la zaga roja, ahora nos encontramos con un Medellín que naufraga en mitad de campo por la falta de un filtro, por la falta de un 10 y por la falta de un líder. La insistencia con Andrés Ricaurte como armador malogra el talento natural del jugador y priva al DIM de un centrocampista cuyo potencial se genera a partir de su ubicación en primera línea de volantes. Caso similar se presenta con Leonardo Castro, un delantero puro, sacrificado por necesidad o terquedad y despojado de su rol de atacante con gol. Aunque con éste último es pertinente señalar que ayer tuvo un notable trabajo ofensivo, su relevo por Yulián Anchico, al minuto 53, acabó con la poca capacidad ofensiva del DIM y dejó a Germán Cano en la orfandad.
En los que respecta a los dos jugadores mencionados, no podemos exigir de ellos un rendimiento óptimo porque salta a la vista que ni el uno es armador ni el otro es volante. He ahí uno de los pecados del entrenador Octavio Zambrano.
El otro pecado del técnico.
No se puede desmerecer la tarea de un técnico que labora sin herramientas casi. Parte de pocas que le dieron, le fueron arrebatadas cuando se empezaban a vislumbrar su trabajo y la nueva identidad del DIM.
Pero ayer, fue el mismo orientador rojo quien lució obnubilado por completo, echó por tierra el estilo atacante de Independiente Medellín y, en una decisión que alteró por completo la vocación ofensiva que le caracteriza, no solo nos mostró un onceno muy pobre tácticamente en condición de local sino que, con las sustituciones ordenadas en el segundo tiempo, le negó la búsqueda de la tercera anotación, lo obligó a resguardarse y olvidó que en las circunstancias actuales del equipo es imperativo anotar la mayor cantidad posible de goles.
Con una defensa tan frágil como la nuestra, no podemos jugar a defendernos porque no hay como ni con quien. Tenemos que jugar a lo que sabemos hacer: atacar y con mayor razón si el escenario es el Atanasio Giradot. Ayer, se renunció al ataque en aras de la defensa de un marcador (2-1) y Once Caldas cobró por ventanilla con el empate, al minuto 89.
¿Cuál de los dos es el verdadero DIM?
¿Aquel que carece de jugadores con un mínimo de fundamentación en su zaga y primera línea de volantes o éste que tiene en Juan Fernando Caicedo un excelente gregario, en Leonardo Castro un delantero que precisa reencontrarse con la red o Germán Cano, un jugador de quilates y un excepcional goleador?
¿Es aquel que nos mata del susto cuando lo atacan porque carece de filtro en mitad de campo y de solidez defensiva o éste que nos llena de alegría con cada anotación propia, generalmente con el sello del capitán y eximio goleador Germán Ezequiel Cano?
Ciertamente, no lo sabemos. De lo que si tenemos certeza es de la importancia, por igual, entre ataque y defensa. Y la descompensación de ambas en el DIM es tan grande y evidente, que las carencias defensivas afectan tanto el trabajo ofensivo del equipo, como su fútbol, su funcionamiento, su rendimiento en general y hasta el estado anímico de los futbolistas, sean titulares o suplentes.
Por más que el técnico Zambrano intente imprimirle otro sello, – que al parecer lo está perdiendo vista, además-, queda claro que el Deportivo Independiente Medellín está extraviando también su norte deportivo. No contamos con jugadores idóneos para recuperarlo, ni en gran parte de la nómina titular ni en los jugadores de relevo.
El DIM, infortunadamente, es fiel reflejo de una administración caótica, inepta, codiciosa y en contravía del sentir de la afición. Así las cosas, ni al técnico Octavio Zambrano, ni a nuestro querido “Matador” Germán Cano, ni a ninguno de los jugadores que portan la casaca roja podemos exigirles milagros.
(María Victoria Zapata B.)
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