LA OTRA CARA ..

La aventura no se detiene. Salimos sábado de la medioeval Orvieto, región de Umbría, a buscar el tren que nos llevaría primero a Milan, para bajar a las carreras a buscar el enlace con Como, siempre en terreno italiano, con sabor a pasta, vinos y helados. Horarios puntuales, el calor no descansa, largo trayecto de seis horas como para dormir, almorzar y si se quiere escribir.

Tren 590, vagón 7, puestos 18 y 19 A. No va lleno, un pasajero europeo pasa dejando su estela de sudor, todo es tranquilidad y comodidad. A contar estaciones: Chianciano Terme, Terontola, Arezzo, Florencia, Prato Centrale, Rastignano, Bolonia, Modena, Reggio Emilia, Parma, de pronto no saltamos una porque en Piacenza pasó un chasco estando todavía en el 590.

Qué pasó. El tren baja y recoge pasajeros en cada estación en cuestión de par minutos. Un tipo nos llama la atención de urgencia desde el exterior, tocando el vidrio con mucha fuerza, mientras otro hombre de apariencia morena casi se lleva el maletín que contiene el computador. Menos mal, la guía siempre despierta lo evita. Es que no hay control en esa plataforma, cualquier desocupado ladrón puede ingresar. La cuestión se pone a otro precio, no descuide sus pertenencias, lección aprendida.

Llegamos a Milán, interminables minutos porque el 590 debe esperar la orden para acceder a la plataforma 21 pero latente la preocupación para no perder la conexión con Como. La Estación Central de Milán es uno de los puntos de transporte más importantes de Italia, y una puerta de entrada fundamental a la ciudad. Esta estación ferroviaria es el punto de partida y llegada de muchos trenes nacionales e internacionales, y es utilizada por millones de personas cada año. Además de su función como centro de transporte, la estación también es un impresionante monumento arquitectónico que atrae la atención de los visitantes.

Como ya se tenía definida la ruta, a correr se dijo a buscar plataforma 4 que en su letrero dice Como. Aleluya, justo llegamos a tiempo. Se nota tranquilidad, no hay fachas que inspiren desconfianza. A la salida del tren (para darles parte de tranquilidad a los hijos, acá con sol todavía, son las 7:25 p.m.). No hay taxis, al primero que llega se le pregunta cuánto vale para ir a un Ibis ya reservado (35 euros) pero la aventura tiene en su plan buscar buses que son cómodos y económicos (2.50 tiquete, nos dejaría más cerca del hotel y ahí sí buscar un taxi de carrera mínima, algo se ahorra). Estamos en Como, región de Lombardía, frontera son Suiza, al sur de Los Alpes. Aire de tranquilidad.