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POR WILLIAMS VIERA desde USA.

Ahora que Rouget Taborda Vallejo recibió el ‘Micrófono de Oro’ de RCN como reconocimiento a su labor periodística en la actividad deportiva, especialmente, en el área del fútbol, es necesario que sus amigos le escriban o lo llamen por teléfono para que siga siendo el mismo de cuando vivía en la casa de los Taborda, junto a sus padres, María Lilia y Jorge Enrique, ya fallecidos, allá, en la carrera 12C, en el barrio Villacolombia, en Cali.
Y es que, de nuevo, en aquel sector popular, volvieron a repetir aquel tiempo de cuando lo vieron crecer, de cuando jugaba fútbol en la calle sin pavimentar o de cuando lloraba por alguna caída que le dejaba una marca de sangre en las rodillas, de cuando montaba en bicicleta o de cuando le daba por enamorar a las vecinas de su edad, diciéndoles “¡que lindos ojos tienen!” mientras bailaba como un trompo y por ello, tal vez, se reía o de cuando alegaba por cualquier pendejada. Entonces, un adulto le decía: “Eres como un viejo. Estudia para abogado o locutor en la radio”.
También recordaron aquellos momentos en que almorzaba un plato de sancocho que tenía las tres carnes. Es decir, con carne de res, de cerdo y de gallina criada en el patio de la casa por lo que, en el momento que lo escuchaban, “¡huy, esto está delicioso!”, sabían que a Rouget Taborda Vallejo se le tenía que servir de nuevo lo que estaba comiendo sin que le faltase el consabido arroz, pero eso sí, sin que estuviese masudo o como un engrudo porque, “a ‘mompirri’ no le gusta”, así le dice a su esposa, la caleña Sandra Marín Restrepo, a quien llama, cariñosamente, ‘La Morocha’ desde hace 40 años compartiendo alegrías y tristezas. Ella le dio ‘Las Repetidas’ que nacieron en Medellín. Ese es el apelativo amoroso con que denomina a sus hijas gemelas, Diana y Jessica, a quienes adora y consiente.
Sin duda que lo anterior, en las horas recientes, fue una clara demostración de lo que es el ‘eterno retorno’ que planteó el escritor alemán Friedrich Nietzsche y que dejó perplejo al género humano por aquello de que alguna vez todo se repite tal como lo hemos vivido hasta el infinito.
En virtud de lo precedente, los viejos vecinos lloraron de felicidad y fue como si ellos mismos estuviesen en el edificio Coltejer al igual que los incontables oyentes de RCN cuando se dieron cuenta que Rouget Taborda, el pasado 22 de noviembre de 2023, recibía el ‘Micrófono de Oro’ de manos de Fernando Molina, presidente de la empresa que lo vio crecer profesionalmente.
De esa manera, los nietos y las nietas del sector en donde creció el comentarista deportivo, conocido en los últimos años con el alias de ‘Villa Pum-Pum’, al igual que en los barrios más populares de Medellín como La Candelaria, El Prado, San Javier (comuna 13), Laureles y El Poblado, entre otros, se dieron cuenta de lo que es la nostalgia al escuchar a sus abuelos y a los oyentes de la mencionada cadena radial. Aquel reconocimiento era un bálsamo. Extrañaban a uno de los suyos por la lejanía, ¿por qué? Entonces, los nietos y las nietas, les dijeron a los mayores que “tener nostalgia en sí no es malo porque sucedieron cosas buenas y se echan de menos. La nostalgia, en verdad, borra los malos recuerdos y magnifica los buenos”.

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Ese momento, ¡qué momento!…
Entonces empezó el viento, tibio, incipiente, lleno de voces del pasado, de murmullos y de nostalgias tenaces hasta el punto que los más viejos, al darse cuenta de la entrega del ‘Micrófono de Oro’, no se cansaron de repetir, a quienes los escuchaban, “ese muchacho lo vimos crecer en estas calles. Llegó lejos y nos llena de satisfacciones y de orgullo el reconocimiento que recibió. Es como si nosotros lo hubiéramos obtenido”.
Y para muestra un botón. Retomaron aquel día del 19 de junio de 1990 cuando Rouget Taborda junto a William Vinasco Ché y German Keiruz narraron y comentaron por la televisión nacional, a través de Inravisión, aquel partido del Mundial de Italia que correspondía al Grupo D que paralizó al país por ser el enfrentamiento entre las selecciones de Colombia y Alemania que terminó 1-1, pero antes se había producido, en la tierra de Juan Valdez, un ensordecedor silencio, a los 88’, cuando el volante ofensivo Pierri Littbarski, con el número 7 en la camiseta, hizo el gol alemán en el arco defendido por René Higuita. En ese instante se juntaron los dolores de la vida con los dolores del fútbol.
Sin embargo, dos minutos después, Carlos Valderrama dio pruebas de no rendirse mientras, en el estudio de Inravisión, en Bogotá, Taborda, Vinasco Che y Keiruz, decían, “por favor no cedan, aunque el miedo muerda, aún tenemos fuego en el alma, aún hay vida en nuestro sueño de lograr la hazaña” y la misma se produjo, a los 90’, con aquel pase del ‘Pibe’ a Freddy Rincón, quien con la carrera frenética de un ‘Coloso’, sacó un disparo violento que salió quemando el césped por lo que el balón avanzó hasta pasar por entre las piernas del arquero teutón, Bodo Illgner, y desde el grito ensordecedor del silencio brotó el rugido de gol por el empate. El mismo fue un sosiego para el sufrimiento de una nación que no quería sufrir.
Por eso, los viejos que siguen viviendo en la carrera 12C, en el barrio Villacolombia, en Cali, con el acontecimiento que se registró con su hijo o hermano putativo, en el Edificio Coltejer, en Medellín, sintieron que todo ya lo habían vivido, y que esa repetición se volvería a reiterar hasta el infinito.
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Las gallinas nos salpicaban de mierda

Durante los 40 años de trabajar al frente de un micrófono las anécdotas son innumerables e inolvidables. Igual acontece cuando se tiene mucho tiempo de convivencia con una esposa y que, previamente, haya sido novia. En el caso que nos ocupa, Rouget y Sandra, mantuvieron un noviazgo durante 5 años y los dos, en ese lapso, sintieron un inexplicable amor que los sigue manteniendo juntos en una clara demostración de unión hasta la eternidad, como dicen los sacerdotes en el momento en que dan la bendición a los contrayentes “para que progresen en el mutuo afecto y se amen con amor sincero. Por Jesucristo, nuestro Señor”. Y lo expresan antes de que concluya la ceremonia del matrimonio.
Y como el personaje de esta crónica se encuentra vinculado al periodismo radiofónico, la anécdota, como se dice desde hace tiempo, es la otra cara de los acontecimientos o de la cotidianidad por lo que, obviamente, tiene su espacio.
Rouget Taborda Vallejo, el hombre de los 40 años vinculados a RCN y del ‘Micrófono de Oro’, en cada exposición, derrocha lo que es la sabiduría de vida durante alguna rueda de amigos.
Entonces, ‘Mompirri’, usted ya tiene el micrófono, empiece a contar:

“RCN es una empresa organizada en todos los sentidos y no deja nada al azar. En la Copa América de 1993 que se realizó en Ecuador, estaban Jairo Tobón de la Roche, Francisco Restrepo Arroyabe y David Cañón como gerente nacional de deportes. En esa época no consiguieron unos tiquetes en avión por la cantidad de turistas para ese evento. Las ciudades pequeñas no tenían un alto número de vuelos comerciales y entonces ese periplo nos tocó viajar de Cuenca a Ambato sin problema, de Cuenca a Quito en avión, de Ambato a Portoviejo en taxi y de Ambato a Guayaquil en bus. En ese medio de transporte viajamos Jorge Eliecer Torres y mi persona, nos tuvimos que acomodar entre bultos de papa, pasajeros con ruanas que expelían un olor rancio o de micos por ser desagradable y pestilente mientras las gallinas que ocupaban los asientos de al lado, a pesar de ir enjauladas, nos cagaban.
“De esa manera hicimos el recorrido sin protestar debido a la misión que teníamos que cumplirle a nuestros oyentes con el partido Argentina-Bolivia (el 17 de junio de 1993) que terminó 1-0 a favor de los argentinos, anotación de Omar Batistuta. Lo que sí comentamos, en ese recorrido, era que, en ese entonces, todo parecía increíble que se pudiese viajar de esa forma.
“Después de finalizar aquel encuentro viajamos, en taxi, de Guayaquil a Cuenca. Al otro día transmitíamos Paraguay-Chile (1-0, gol de Roberto Cabañas) y Perú-Brasil (0-0). La situación política de Ecuador estaba complicada (su presidente era Sixto Durán-Ballén) y se veían manifestaciones y levantamientos de la comunidad indígena. Íbamos sin novedad, pero nos encontramos que las tribus indígenas bloquearon la carretera por la que avanzábamos luego de quemar llantas de tractomula. Entonces, nos tocó amanecer en plena montaña debido a esa situación de orden público. Sin embargo, llegamos al hotel a las 11 de la mañana para transmitir el doblete futbolero tanto Jorge Eliécer como mi persona.
“En el momento de inscribirnos para recibir las llaves de la habitación, le dije al conserje: ‘Por favor me despierta a las 12:00, me ‘para’ o me ‘para’. Me tienen el almuerzo listo. Duermo algunos minutos y luego me baño. La transmisión la iniciamos a la 1:00 de la tarde. Y a mi compañero, por favor, lo deja descansar algunos minutos más para que llegue antes de las 2:00. El estadio se encuentra cerca de aquí’…”.
Aquella transmisión salió sin sobresaltos a pesar de lo vivido tanto por el narrador como por el comentarista. Los oyentes, en ningún momento, se enteraron de aquel incidente porque Taborda, a sus compañeros, siempre les resalta:
“Nadie al aire puede decir: no he podido dormir, no he comido, tengo diarrea o en el viaje sufrimos. Nada de eso le interesa al oyente. Lo único que le importa es que usted narre, que usted o yo comentemos, pero que lo hagamos con alegría y profesionalismo”.
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Un asunto de locos
El pasado se puede reconstruir con el testimonio de quienes fueron testigos y protagonistas y al final aquello puede ser un asunto de locos. Entonces, sigamos con el relato de ‘Mompirri’:
“La vez que sancionaron a Colombia nos encontrábamos en Asunción, Paraguay, en un hotel viejo y sin los equipos modernos de esta época, es decir, un celular. Entonces, debido a mi amistad con Arturo Máximo Rubín, periodista deportivo vinculado a la Radio Primero de Marzo, él me presta dos handies (son comunicadores portátiles que funcionan a través de ondas de radio) y con ellos transmitimos, en directo, desde el cuarto piso en donde se realizaba la reunión de la Confederación Suramericana de Fútbol.
En el hotel en donde estábamos alojados se encontraba Jaime Flores Granados, ingeniero de sonido, quien recibía la señal y enviaba la comunicación por teléfono a Colombia. Así pudimos informar de manera directa con los personajes involucrados en aquella noticia como eran León Londoño Tamayo, Jorge Correa Pastrana y Nicolás Leoz, presidente de Conmebol.
Esa fue, sin duda, una transmisión genial. Con el tiempo se convirtió en una gran anécdota en el mundo de la radio”.




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