Capsulas de Carreño

El día después de .. Por Alexis García Vega, Bogotá..



Por Alexis García Vega..

Bogotá..

Todo volvió a pasar lentamente, el silbido de los pájaros imterrumpió mi sueño, a mi lado estaba mi compañera de batallas, la mujer que a la distancia velaba por mí, como lo hacía ahora personalmente.

La resaca del partido anterior aún se me notaba en la cara y en la voz, había gritado mucho en la dirección del juego, el Deportivo Pasto había jugado su último cotejo bajo mi mando, la actuación fue muy buena aunque el resultado fue muy malo, perdimos 2 por 1, las palabras del técnico rival memnospreciando nuestra labor fue un acicate para mí y mis jugadores, menospreció un equipo que quedó subcampeón, contra todas las dificultades.

Un onceno que lleva 49 partidos, ha ganado 22, empatado 14 y ha salido derrotado 13 veces, ha hecho 60 goles y recibido 40, con un invicto como local de 17 partidos, 1.530 minutos sin perder, merece más respeto.

 

El recuerdo de la noche anterior cuando después de entrar al camerino reuní a los jugadores para manifestarles que no dirigiría mas el equipo, que mi tiempo como entrenador allí había terminado, que me dedicaría a dirigir el equipo mas importante en mi vida: Mi Familia, que requería de mi presencia física.

 

La reacción del grupo me conmovió, sus llantos llenaron mis ojos de lágrimas, la sensación de vacío llenó el camerino, salí para la rueda de prensa y a mi regreso los encontré sentados, llorando y el capitán Camilo Ayala tomó la vocería del grupo para manifestarme la gratitud de todos, sus palabras entrecortadas terminaron en  llanto, contagioso para mí, me dí cuenta de la magnitud de lo que habíamos hecho, los jugadores no necesitan motivación, requieren inspiración y se la habíamos dado.

 

La mejor misión de un líder es sacar la mejor versión de sus dirigidos y esa es la manifestación de mis jugadores en los mensajes de chat, un ser humano no es lo que logra sino lo que supera y cuántas cosas superamos juntos.

 

Entrenábamos en una cancha, accequible para todo el mundo, en un terreno mas apto para entrenar equitación que fútbol, a la hora que estuviera disponible, vivíamos en Pasto y jugabamos a 3 horas, no disponíamos de camerinos, cada viaje era una aventura porque teníamos que hacer siempre escala en Bogotá, hasta 12 horas duraron algunos por problemas de la aerolínea, pero todo fue superado con amor y humor.

 

Hoy me levanté mas agradecido que nunca, descubrí que en ocasiones los alumnos enseñan mas que el maestro, los jugadores del Deportivo Pasto me hicieron una mejor persona y un mejor entrenador, me dolió dejarlos, mi corazón quedó con ellos, son grandes.

 

Ahora los días volverán a tener mañanas para llevar a mi hija al colegio, para desayunar en casa un chocolate caliente con arepa, se acabaron los desayunos ligeros para correr a entrenar y las preocupaciones en la soledad de un apartamento.

Gracias Pasto, gracias Ipiales su amor fue el motor que nos mantuvo vivos, volveremos a encontrarnos, Dios les bendiga.

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