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El otro James.
- Updated: 24 septiembre, 2017
Por Esteban Jaramillo Osorio.
El cambio de club para james Rodríguez, tantas veces reclamado como necesidad imperiosa, ya da sus frutos. Se ve justificado con la reaparición de sus virtudes y su exaltación por parte de la prensa internacional.
Recuperó James, con su salto al Bayern Munich, la alegría, la frescura y la influencia, que tanto se le reconocieron en sus comienzos en el Real Madrid.
En España fue víctima de si mismo, porque no supo maquillar su intolerancia frente las necedades de un entrenador que no ocultó su desprecio. Su clase llegó fragmentada porque no lo alineaba.
Triturado, además, por periodistas que quisieron elevar sus cotas de sintonía, entre reyertas interminables y palabras insensatas. Lo hicieron tendencia husmeando con habladurías en torbellino informativo que no tenía paz.
La indiferencia de Florentino Pérez también tuvo su aporte. Lo transformó en juguete roto, en contradicción con la valoración extrema que hizo a su llegada, cuando lo veía como una costosa y lujosa porcelana, lo que realmente es.
El James actual dista del vedetismo del reciente pasado. Pareciera pasar en puntas de pie en un fútbol, el alemán, de alta competencia, sin robarle protagonismo a los héroes de un club históricamente laureado.
Ha logrado dominar gestos y palabras con baños de humildad, propone con la pelota y con su juego, gestiona, toma decisiones y llega al gol, lo que desata la fiebre colectiva con que celebra la tribuna.
Su técnico, Ancelotti, es distinto a Zidane. Tiene sentido común al arropar el talento que gana partidos, relanzándolo por su importancia. James, incluso, ha aceptado sin chistar, que lo incluyan en el carrusel de rotaciones, que en su antiguo club acataba con remilgos.
Ancelotti, un tutor, un padre, un mentor y no un tirano.
Entusiasma a todos los colombianos la resurrección del ídolo, para cifrar esperanzas en las citas del mundial, al lado de Falcao, en las que unidos, con ritmo y rendimiento, siempre fueron la guía de los triunfos.
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