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El silencio de un adelantado. (Capítulos I y II)
- Updated: 2 diciembre, 2024
POR WILLIAMS VIERA desde USA.
I
El comienzo
Los micrófonos se fueron apagando para él, la radio ya no es como la que él revolucionó, la gente que tuvo la oportunidad de trabajar junto a él lo recuerdan con cariño o tal vez, alguien, porque así es el género humano, dirá, sin que se lo exprese de frente, “era un hijo de puta” porque le corregía y le decía, como si fuese un padre, “aún no está preparado para el melodrama de la mente. Cada vez que hablamos creamos imágenes y emociones en el cerebro del oyente” y después de expresar aquello continuaba con su trabajo.
La radio para él era la razón de vivir mientras estuvo en ella. Él representaba, perfectamente, aquel comercial de Coca Cola que permaneció en el aire, desde 1939, durante muchos años, pero después de desaparecer, aquellas generaciones con las que trabajó, se lo acuñaban y lo repetían, en voz baja, para referirse a él: “Seas quien seas, hagas lo que hagas, estés donde estés, cuando pienses en radio, piensa en Antonio Pardo García”.
Entonces, uno de sus allegados, de aquellos que son serios e impolutos al estar al frente del micrófono por respeto a los oyentes, pero cuando su voz ya no estaba al aire, nos dijo para esta crónica: “Antonio es de los maestros que la radio nunca olvidará” y luego soltó una carcajada hasta el punto que las ondas hertzianas sufrieron una alteración en el espectro electromagnético cuando agregó: “No se lo diga a nadie, el profesor Antonio Pardo García era conocido, en el medio, como ‘7 mujeres’…”.
Un ángel en su camino
Los viejos que compartieron con él, conocen la razón de aquel remoquete porque tuvo hijos del silencio mientras su existencia era una lucha con las palabras. Sin embargo, desde que llegó la periodista Miriam Rojas Uribe a la vida de Antonio Pardo García, después de hacerle una entrevista, hace 40 años, él la considera su ángel.
En este punto, lógico, con la debida consideración al personaje mencionado, podemos puntualizar que en el arte existe una gran cantidad de imágenes de ángeles mujeres. Sin embargo, en los mitos bíblicos la feminidad de los ángeles está prolijamente ausente y en el averno, según nos contaron algunos comunicadores que se encuentran en ese lugar, “la diversidad de género en el infierno parece más equilibrada, con una gran cantidad de demonios femeninos”.
Pero volvamos al asunto que nos ocupa. Antonio Pardo García llegó de carambola al periodismo y a la radio.
“Un día mientras me dirigía a la Universidad Pontificia Bolivariana en Medellín, donde estudiaba Economía, vi un letrero en una casa que decía: ‘Se enseña Morse’. Entonces, cuando llegué a la casa le pregunté a mi mamá sobre eso y ella me dijo: ‘Es el idioma de las comunicaciones’. Aquella frase me impactó que hasta el día de hoy es como si oyera, otra vez, esas palabras”, dijo Antonio Pardo García sin omitir detalle.
Él nació en Medellín y cumplió 90 años de edad el 22 de noviembre, pero a pesar de los periodos transcurridos recuerda los acontecimientos que vivió y las acciones que llevaron a la radio a transformarse.
Por eso, quien lo escucha, sin exagerar, siente que las manecillas del reloj se detienen. Es como si en aquellos momentos el tiempo se hubiese congelado y hasta se asemeja al instante de cuando el recién nacido mira por primera vez a su madre a los ojos por lo que su duración es una eternidad.
Igual le sucedió a “Pardito”, como le dice Yamid Amat, su amigo y periodista, cuando recibió el primer beso de Miriam Rojas, su esposa, quien en la casa de ambos le organizó “una vanidoteca”, palabra que no aparece en el diccionario de la Real Academia Española, pero ahí está como lo demuestra una de las fotografías que acompañan este escrito.
FOTO 2: DON ANTONIO PARDO GARCIA Y SU…
Las manecillas se detienen…
Así como la letra de una canción de Salvatore Adamo (“Es niebla es sombra el porvenir / Solo hay recuerdo en la añoranza / La vida vuelve a sonreír / Que recordar es revivir”), este hombre de radio fue honrado, el sábado 9 de febrero de 2013, por el Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB) con el ‘Premio a una vida en la radio’.
─ Ahora que lo pienso, creo que el tiempo y el destino detuvieron su camino durante ese homenaje de evocación. Aquellos instantes de añoranza fueron para mí un mundo de acontecimientos y entre esos recuerdos, he vivido ─ nos dijo Antonio Pardo García para esta crónica.
Y justo, en ese momento, Pardo sintió que su vida en el tiempo fluía desde el futuro hacia el pasado por ser algo preexistente que se parecen tanto que llegan a ser intercambiables por aquello de las leyes físicas que no admiten distinciones temporales al funcionar, exactamente, con independencia así las manecillas del reloj estén avanzando o estén retrocediendo como una pelota en el tapete verde de una cancha de fútbol.
─ Hasta los 76 años de edad estuve vinculado a la radio. Trabajé durante 23 años como director artístico de Caracol, 10 en Todelar y 20 en RCN. Y de nuevo laboré en Caracol, en deportes. En ese cargo estuve 17 años. Durante ese tiempo realizamos la transformación de la radio con un proceso normal, difícil y complicado en la que se encontraba la sociedad colombiana.
La narración nos permite decir…
… La escritura es un acto de amor acompañado de una magia contagiosa en donde las palabras se sienten en el ambiente a través de la radio con lo que se produce la belleza del misterio que nos envuelve y nos deja sin aliento en el momento justo en que cada quien vuelve a revivir acontecimientos en un mundo en el que todo se mezcla con los sueños, los amores, los amigos, las tristezas y las alegrías.
Y es que el género humano, desde su nacimiento, vive su propia carrera de destrucción como lo demuestra, por ejemplo, el camino que ha recorrido Antonio Pardo García por ser testigo de hechos, buenos o malos, pero que lo integraron a la historia debido a ese talento innato para dárselos a conocer, a los oyentes, a través de las ondas hertzianas de aquellas empresas radiales en las que laboró.
“Después de tantos años de vivir, aprendemos que la vida se produce en el momento en que nacemos y sigue su camino cuando crecemos y cuando nos reproducimos, pero cumplimos el último ciclo al morir”, nos dijo don Antonio Pardo García y soltó una carcajada que no le llegó hasta sus ojos.
=====
II
Así fue el asunto
Allá en Medellín, en el barrio Manrique, en 1950 y durante dos años, trabajó Antonio Pardo García como redactor de noticias debido a la rapidez que tenía al usar la máquina de escribir y desde ese momento inició su andadura masticando noticias.
Y lo hizo en la oficina de la Associated Press, conocida como AP, en la época en que, esa zona, estaba ocupada por la emigración generada durante la Violencia desatada, en los campos, después del bogotazo en 1948 y de la que se decía era la revolución. Pero, ¿por qué se peleaba? Los seguidores azules iban a misa de cinco y los rojos a misa de siete, en una cuestión de turnos. La Violencia acabó hasta con el nido de la perra, amigos caídos, pueblos abandonados y los muertos a los ríos.
“En mi casa, ¡pa’ qué!, se rezaba a diario el Rosario y cada año, los mil Jesuses en el que invocábamos el nombre de Jesús mil veces, para derrotar todo lo maligno de nuestras vidas, ya fuesen problemas, enfermedades o carencias. En ese entonces, ya se escuchaba a Antonio Henao Gaviria y a Jaime Tobón de la Roche en programas de fútbol por la Voz de Antioquia. El primero narró el primer partido por la radio colombiana el 2 de febrero de 1947 a nivel internacional entre Municipal del Perú y Deportivo Independiente Medellín”, dijo Antonio Pardo García.
Aquí entre nos, ¿saben?, en El Diario de Medellín (1947-1953), el periodista encargado de elaborar la nota a través del relato de Henao Gaviria, escribió: “El locutor tuvo la osadía de narrar un partido en directo desde Lima, Perú”; mientras en el Diario la Defensa (1919-1959) sus lectores leyeron: “Fue un suceso con muchos problemas técnicos, pero marcó la narración colombiana e hizo traspasar las fronteras para llevarla al resto del mundo”.
Lo curioso es que este cronista no ha podido confirmar el resultado de ese partido con los dos documentos referidos por estar mutilados y ni siquiera el tío Google nos suministró la información requerida.
Una luz roja…
En esa época ya lejana y cuando el atractivo de Manrique era su iglesia que tenía en la cúpula una luz roja, a manera de faro, por lo que decían que era para orientar a los aviones que llegaban al Aeropuerto Olaya Herrera, cierto o falso, al menos este cronista no lo sabe.
Pero también, los tangos se escuchaban por doquier debido a los traganíqueles, especialmente, ‘Mi noche triste’ de Carlos Gardel, ese que dice: “Percanta que me amuraste / en lo mejor de mi vida” o ‘Garufa’ que sonaba a todo volumen: ‘Garufa, ¡vos sos un caso perdido! / Garufa, ¡pucha que sos divertido…!’.
Eso ocurría antes de que empezaran las reformas y los jóvenes de entonces, como Antonio Pardo García que ya había iniciado su camino en el periodismo, decían, “nos llevó el ensanche, desde que volvieron anchas las calles estrechas, ¿dónde está mi barrio?… ¿Dónde la vieja barriada que me vio nacer?”.
Entonces, a Antonio Pardo García, en esa oficina en la que se recibían noticias del mundo y en las que también se escribían, se le oía decir: “Las cosas van a cambiar”. En aquel momento mostraba su destreza para escribir a gran velocidad por lo que se untaba de los hechos que se divulgaban.
Los compañeros que lo escuchaban no decían nada y continuaban con su oficio de revisar las informaciones que llegaban de todo el mundo, a través del télex que tenía un transmisor y un receptor-impresor que traducía las señales eléctricas que recibía en caracteres impresos.
Sin embargo, en ese lugar se colaban, por las rendijas, las voces de los vendedores ambulantes. Y en medio de ese griterío, sobresalía una que ofrecía: “¡La vida sin amor / es como un dolor sin Cabirol!”.
En tal sentido, el análisis que hizo, en ese momento, Antonio Pardo García, vislumbraba las grandes noticias que se aproximaban como sombras tenebrosas que causarían sufrimiento.
“Las cosas van a cambiar… En Estados Unidos llega al Senado, Joseph McCarthy y con él, de acuerdo con la información recibida desde Washington, se inicia ‘el macartismo’ traducida en represión política, persecución a individuos de izquierda y la campaña para difundir el miedo a la influencia comunista y soviética”, dijo el ‘pichón de periodista’, a quien le impactaba la belleza de las damas que llegaban a ese lugar de noticias con sus vestidos largos, pero las miraba dos veces para ver lo justo.
Pero Antonio Pardo García, con 16 años, insistía: “Las cosas van a cambiar… El nuevo presidente de Colombia, Laureano Gómez, por algo le dicen ‘Hombre tempestad y Monstruo’ por su incisivo verbo nos va a llevar a la Guerra de Corea”.
Meses después, la fragata ‘Almirante Padilla’ zarpó de Cartagena con destino a Corea con el fin de hacer patrullaje en el conflicto debido a la promesa de Laureano Gómez de hacer un gobierno anticomunista y pro norteamericano por lo que decretó la participación de Colombia en esa Guerra denominada Guerra Fría, capitalismo versus comunismo como si fuese un partido de fútbol.
Un privilegio…
“Tengo que confesarlo”, nos dijo para esta historia. “En la vida he tenido un gran privilegio muy lindo y es que nunca fui, en mi época de periodista activo, a pedir un trabajo. Siempre me llamaron de todas las empresas en las que estuve”.
Es evidente que Antonio Pardo García desde que laboró en la AP fue infectado con la pasión insaciable de ver y de contar la noticia en primera fila por lo que la misma lo llevó a la radio en los radio-periódicos ‘La Noticia’ y ‘Adelante Informa’ que se difundían en Medellín.
“En esa época, en la década de 1950, me ganaba 30 pesos mensuales con lo que, después de ahorrar un poco, me pude comprar un vestido de paño que me lo hicieron donde Jorge Puerta R., quien tenía como lema: ‘El sastre que impone la moda’… En ese entonces los periodistas nos distinguíamos por nuestro empeño de buscar la noticia y acudíamos al lugar de los hechos con lápiz y papel para escribirla e incluso recopilábamos las opiniones de los entrevistados por falta de una grabadora”, nos dijo.
Hay que recordar que por aquel entonces se hablaba, de manera continua, como si fuese un disco rayado, de las 50.253 muertes registradas de manera violenta, la más alta desde 1930 cuando había comenzado la violencia política en Colombia al igual que el surgimiento de la guerrilla; pero también se matizaba aquello, entre otros hechos noticiosos, con la derrota, 1-2, de la Selección Brasil ante Uruguay, en la final de la Copa Jules Rimet en el estadio Maracaná, el más grande del mundo, construido especialmente para la ocasión luego de 12 años de suspensión debido a la Segunda Guerra Mundial; del buen momento del fútbol colombiano en virtud de los títulos de Santa Fe que tenía, en su nómina, entre otros, a Julio ‘Chonto’ Gaviria, Antonio de la Hoz, Hernando Moyano y los argentinos René Pontoni, Héctor ‘El Pibe’ Rial, Ángel Peruca y Adolfo Benegas; de Millonarios con Gabriel Ochoa Uribe, Francisco ‘Cobo’ Zuluaga, el uruguayo Ángel Otero y los argentinos Alfredo Di Stéfano, Julio Cozzi, Adolfo ‘El Maestro’ Pedernera, Néstor Rossi y Pedro Cabillón; del Deportes Caldas con Ubaldo Luengo, Carlos Pulgarín y Carlos Arango; de Atlético Nacional, dirigido por el argentino Fernando Paternóster, que tuvo en su nómina, a Humberto ‘El Turrón’ Álvarez, a Carlos Gambina y Casimiro Avalos, algunas de las figuras de ese inolvidable equipo; del Deportivo Independiente Medellín con Efraín ‘Caimán’ Sánchez, José Manuel ‘El Charro’ Moreno y René Seghini; y el Deportes Quindío con la dirección de Roberto ‘Benitín’ Urruti logró el ‘Milagro’ con jugadores como Nelson ‘El Viejito’ Vargas, Jaime ‘El Manco’ Gutiérrez, Francisco Solano Patiño y Alejandrino Génes.
Entonces, en ese instante, al hablar con un maestro de la radiodifusión como don Antonio Pardo García, había que pedirle que contara como era el radio periódico de aquel tiempo.
“Tenía estructura organizada y su formato informativo se originó en los denominados ‘diarios hablados’ que eran espacios radiales en los que, sin más complicaciones, se tomaban los textos de los periódicos para ser leídos en los micrófonos. Los profesionales de los periódicos, en un principio, fueron quienes pasaron a la radio para leer lo que ya había sido publicado por la prensa. Entonces la radio empezó a desplegar sus verdaderas ventajas frente a los medios impresos luego de descubrir la posibilidad de transmitir las noticias deportivas, políticas y de guerra desde el mismo lugar de los acontecimientos”, nos dijo al recordar aquella época de cuando estuvo en la emblemática emisora de Medellín que se llamaba ‘Ecos de la Montaña’.
FOTO 3: ANTONIO PARDO GARCIA EN UNA TRANSMISIÓN
Cambio de dial
En una tarde de sol primaveral, después de entrevistar a Álvaro Lloreda Caicedo, empresario y político vallecaucano, en ese entonces director del diario El País, le comentó que llegaría muy lejos con el periodismo.
“Muchas gracias”, le dijo Antonio Pardo García. “Apenas estoy aprendiendo”.
Era cierto, pero Lloreda Caicedo, sin darle tiempo de más, le dio una tarjeta de presentación y su voz resonó.
“Le tengo un trabajo como reportero en El País. Lo único que debe hacer es viajar de Medellín a Cali porque ya está contratado”, le dijo el empresario y político caleño.
Entonces, en aquel 1952, el ‘pichón de periodista’ aprendió a descubrir la noticia en un lugar que no conocía al convertirse en reportero de una ciudad que tenía un Palacio Departamental, inaugurado en 1930; de ir al Teatro Olympia por la carrera sexta; de transportarse en los buses de la empresa San Fernando sin dejar de ver cómo era la fábrica de textiles El Cedro o de sentarse a conversar, en un momento de relax, con personas mayores que él en el Café Los Turcos, ubicado en el barrio Centenario, sin que dejemos de mencionar que andaba por la Avenida Colombia con libreta en mano y bolígrafo para redactar la historia, entre otras, del edifico Coltabaco que había sido diseñado por el arquitecto Guillermo Garrido o del puente Ortiz cuando apenas empezaban a circular las recién llegadas ‘berlinas’.
“Aquella experiencia fue vital para mi desarrollo profesional debido al papel de observador sin la agitación, todo el tiempo, de la sala de redacción. El periodismo nace del corazón por ser una profesión vocacional o un oficio como se dice en este tiempo”, nos dijo.
En ese momento el personaje de esta historia descubrió, con los habituales residentes del parque conocido como la Plaza de Caicedo, escribanos públicos y emboladores de zapatos, que el aburrimiento, el miedo y la ira son las razones por las que la existencia humana es tan corta; pero al desaparecerlas de su pensamiento, le permitió iniciar el placer supremo de obtener lo que anhelaba.
Sin embargo, el camino de la vida le tenía reservada otra oportunidad a través de la profesión u oficio que cultivaba. Entonces, viajó a Bogotá y guiado por el político y escritor Gilberto Álzate Avendaño, conocido como ‘El Mariscal Rampante’, lo condujo por cargos como reportero, jefe de información, diagramador y titulador en el Diario de Colombia.
“Era la época de la censura que se ejercía de manera desigual. Después de un año de trabajar en ese medio me llamó Mariano Ospina Pérez, quien deseaba tener una plataforma que contrarrestara a su rival, Laureano Gómez, que tenía El Siglo y por ello creó La Republica que trataba temas económicos”, nos dijo Antonio Pardo García.
Y era lógico. Él tenía la facilidad de escribir, a pesar de la edad, las entradas de las noticias para que impactaran entre los lectores por lo que fue conocido en las redacciones con el apelativo de ‘Míster Lead’ por lo que, sin querer, ¿o sí?, se convirtió en uno de los voceros de la nueva generación de periodistas que vivieron, de cerca, en el centro de Bogotá, horas de horror y pánico el 6 de septiembre de 1952 por el asalto a los edificios de los diarios El Tiempo y El Espectador, ubicados en la Avenida Jiménez entre carreras séptima y cuarta.
“Los exaltados ingresaron violentamente a las sedes de los diarios. Destruyeron las oficinas y los archivos mientras que las rotativas, de ambos periódicos, sufrieron graves daños”, recordó Antonio Pardo García con la sensación agridulce de haber sido testigo de los horrores del conflicto colombiano en una nación confundida, espantada y perpleja cuando estaba en Estado de sitio permanente y su capital en toques de queda intermitentes, pero eso no fue impedimento para que las señoras salieran a la calle en grandes manifestaciones pro paz en el momento que la violencia desmedida se salió de todo contexto y un tsunami de sangre cubrió el territorio nacional luego de la acción pirómana de incendiar la casa de Alfonso López Pumarejo que colindaba en la calle 24 con la del presidente Roberto Urdaneta Arbeláez, respetada por las llamas que estaban destinadas, con exclusividad, a la residencia del expresidente liberal.
====
III
Nada está entre paréntesis
Así es la historia. Debido a las vivencias y recuerdos de don Antonio Pardo García, nos atrevemos a acuñar, en esta crónica, la frase del pensador español George Santaya, profesor durante dos décadas en la Universidad de Harvard, cuando, sentado entre dos mundos, dijo: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
A él, a don Antonio Pardo García, siempre se le llamaba de esa manera en las salas de redacción de Caracol, de Todelar y de RCN al igual que en este tiempo cuando la gente que lo ve lo saluda, anteponiendo el ‘Don’, por ser todo un personaje de la radio de antes, de aquella época en la que los oyentes y lectores consideraban como ‘dioses’ a los locutores y a los periodistas, capaces de ‘controlar el destino humano’, pero sin que llegasen a ser venerados a través de diferentes rituales. Sin embargo, muchos de ellos, locutores y periodistas, se creían que andaban sobre las alas del viento.
“A finales de 1955 fui nombrado reportero del año y en ese momento, Fernando Londoño Henao me llevó a Caracol luego del éxito que él había conseguido al transmitir, por la emisora Nuevo Mundo, la radionovela ‘El derecho de nacer’, escrita por el locutor cubano Félix Benjamín Caignet. Debido al llamado del empresario risaraldense, inicié mi trayectoria por la radio en una época en la que no existían los enlaces mientras la tecnología era incipiente. Todo estaba en pañales”, recordó el personaje de esta historia que informó sobre el derecho al sufragio femenino, de la llegada de la televisión al país y de la renuncia de Gustavo Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957, ocasionada por una crisis social provocada por protestas populares; y por supuesto, de la reaparición de El Tiempo, el sábado 8 de junio de 1957, con un escrito de Alberto Lleras, director del Liberalismo, en primera página: “La aparición de El Tiempo es símbolo de que comenzamos a recuperar la República”.
Era la época en que a la audiencia se le hablaba al oído, sin que aún no se hubiese popularizado el radio transistor, y cada quien visualizaba lo que escuchaba, sin saber, por ejemplo, que los narradores de ciclismo flotaban en los postes de luz, como si fuesen partes de un Ovni, para esperar a los ciclistas y luego, con sus voces, les hacían, a los oyentes, palpitar los corazones, dejándoles, con ello, la huella imborrable de grandes recuerdos.
Aquellos años…
Puede decirse, con absoluta seguridad, que en ese entonces don Antonio Pardo García junto a sus compañeros de la sala de redacción trabajaban con la intensidad, con la fiebre y con la desesperación de escribir o reescribir lo que ocurría en el mundo, sin tener imágenes, solo textos que llegaban por teletipo, que les informaba de la ola de platillos voladores sobre Italia; del aumento de las tasas de natalidad del mundo después de la Segunda Guerra Mundial; del apogeo del ‘rock’n’roll’ y de Elvis Presley; de la vacunación contra la poliomielitis que era una epidemia; de los derrocamientos de Juan Domingo Perón en Argentina y de Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela; del triunfo de la Revolución Cubana encabezada por Fidel Castro derrocando al régimen de Fulgencio Batista; del inicio de la carrera espacial; y, por supuesto, del nacimiento de la televisión.
Sin embargo, para el joven periodista, natural de Manrique y quien sería el encargado de realizar el gran cambio en la radio colombiana, en medio de tanta noticia que llegaba al teleimpresor, le llamó la atención una transcripción informativa de la AP, procedente desde Moscú, entonces capital soviética, y fechada el 24 de julio de 1959, por ser sede de un insólito evento: ‘La Exposición Nacional Estadounidense’.
Entonces, el joven Antonio Pardo García, con su peculiar olfato periodístico, abrió los ojos como si le fueran a echar gotas, y leyó en voz alta:
“Richard Nixon, vicepresidente de Estados Unidos, y Nikita Kruschev, secretario del Comité Central del Partido Comunista, estuvieron de acuerdo en algo en un ‘debate de cocina’, transmitido por la radio…
─ Esto apesta como mierda de caballo fresca ─ dijo Kruschev.
─ Hay algo que huele peor que la mierda de caballo, la de cerdo ─ respondió Nixon con aire vago.
“… ¡Caramba! ¡Qué noticia!”, se dijo asombrado el personaje de esta historia.
Una época fantástica
Don Antonio Pardo García también, como ocurría a todo lo ancho y largo de Colombia, ahí en las instalaciones de Caracol en Bogotá, en la calle 19, con estudios más funcionales y un magnífico radio-teatro muy diferentes de cuando estaban en la carrera 9ª No. 12-23. Entonces, él y los demás periodistas parecían no escuchar y miraban, fijamente hacia adelante y se ponían a teclear en aquellas ruidosas máquinas de escribir Remington, no más de dos páginas a doble espacio, con dos dedos, uno de cada mano, pero a gran velocidad, atendiendo solamente a una necesidad inmediata con la lengua afuera porque tenían que informar de la visita, en Bogotá, el 17 de diciembre de 1961, de John Fitzgerald Kennedy y de su esposa, Jacqueline, que irradiaba belleza, para conversar con el presidente Alberto Lleras Camargo.
“Nos tocó hacer un esfuerzo enorme para informar. La gente salió a la calle para el recibimiento del mandatario estadounidense que habló, en el Palacio de San Carlos, del programa ‘Alianza para el Progreso’ mientras su esposa se desplazó al Hospital Lorencita Villegas de Santos para acompañar a los niños enfermos”, dijo don Antonio Pardo García.
Él y los demás integrantes de las diferentes salas de redacción creían en la radio como medio noticioso y de distracción por lo que el tema de la píldora anticonceptiva, por ejemplo, se convirtió en una especie de espíritu rebelde de los jóvenes de aquellos años por lo que el sexo, tanto para ellas como para ellos, representó una ruptura de los eslabones que se arrastraban de tiempo inmemorial por ser establecidos bajo sistemas religiosos y el personaje de esta historia dejó de ser ‘santo varón’ y también cayó en esa turbulencia de la cerveza y de las mujeres como cuerpo de sexo por lo que las lenguas viperinas, desde entonces, aseguran que tiene entre 20 y 22 hijos. ¿Será verdad? O, ¿es una simple leyenda urbana?
“No tengo la menor duda que la década de 1960 fue un periodo clave para la radio como institución social mediática. Por ejemplo, en 1962, se realizaron las transmisiones de los partidos del Mundial de Fútbol desde Chile con una programación integral con tecnología de onda corta y lo mismo sucedió con el cubrimiento del asesinato de John F. Kennedy, en Dallas, Texas”, nos dijo el periodista Antonio Pardo García, uno de los grandes testigos de la noticia en el plano nacional e internacional del siglo XX.
De aquella época los radioescuchas recuerdan que Gabriel Muñoz López narró las primeras vueltas a Colombia y transmitió ese Mundial junto a Julio Nieto Bernal como enviados de Caracol a territorio chileno luego del terremoto de Valdivia de 1960; pero también estuvieron Carlos Arturo Rueda C. por RCN y Jaime Tobón de la Roche por Todelar, a quien, por cierto, se le fue la voz cuando Marino Klinger eludió a Lev Yashin y anotó el 4-4.
“En ese partido se produjo un hecho histórico. Marcos Coll (a los 23’) cobró un tiro de esquina y la pelota le pasó sobre el cuerpo del mejor arquero del mundo de aquel entonces, Lev Yashin, y se convirtió en el primer gol mundialista de la historia cuando perdíamos 4-1 (antes anotó German Aceros y luego Antonio Rada). Debido al empate del seleccionado colombiano con la Unión Soviética (fue el domingo 3 de junio de 1962), la sigla ‘CCCP’ de la nación de Europa del Este y Asia del Norte cambió el significado para nosotros. Entonces, les decíamos para que repitieran: ‘Con Colombia casi perdemos’…”, recordó don Antonio Pardo García y agregó:
“En ese momento estaba en Caracol y ubiqué al conductor del trans móvil y le dije que saliera al centro de Bogotá para que hiciera bulla con el pito con lo que se inició un festejo popular que aún, los que vivieron aquello, lo recuerdan debido a la multitud que se estremecía por la hazaña de los jugadores colombianos”.
Llega la transformación
Casi por el mismo tiempo y cuando había dejado atrás los sueños de ser piloto de avión o torero como el mexicano ‘Carlos Arruza’ (Carlos Ruiz Camino) para recorrer el mundo, su voz o sus escritos ya eran transportados por las ondas hertzianas a través de Caracol. Fue en ese momento que recordó el consejo del ‘Mariscal Rampante’ después de decirle que se regresaba a Manrique.
─ Regreso a mi ciudad. No soporto el frío ─, le dijo el joven Antonio Pardo García, quien llevaba un mes de estar viviendo en Bogotá.
─ Antonio, no sea pendejo. Usted nació para ser periodista y aquí hará una carrera que lo sorprenderá. Y si es por el frio, aquí tiene mi abrigo para que lo ‘mate’ ─ le respondió el político y escritor Álzate mientras se quitaba la prenda de vestir y se lo ponía a su interlocutor dándose cuenta que le quedaba grande.
Aquello había ocurrido antes de que el personaje de esta historia se dedicara a escribir libros como ‘Una apuesta por el periodismo. Ser periodista es un honor’; ‘¡Al aire! La radio se transforma’ y ‘100 años de radio, 90 en Colombia’ que le dieron un segundo aire, sin olvidar, lo que había vivido durante el ajetreo de la radio de buena calidad que, debido al movimiento del tic tac, se le denominó ‘época de oro’ y de la que surgieron periodistas que dejaron huella o que aún se les escucha por intermedio de las ondas electromagnéticas.
“En 1966, año del asesinato del cura Camilo Torres Restrepo, me echaron de Caracol luego de cumplir diez años de trabajar. En ese entonces obligaban a las empresas a sacarlo a uno para que no tuvieran que asumir la pensión. Lo anterior sucedió luego de fundar todo el Sistema Informativo como Cinco Reporteros, Adiós Domingo, el Personaje de la Semana, El Repórter Esso, La Cabalgata Deportiva Gillette y Última hora Caracol que, por cierto, hasta ahora, ninguna empresa superó esa media hora informativa. Si bien esa creación fue mía, tuve a mi lado, en ese entonces, todo un equipo de trabajo para hacerlos realidad”, recordó don Antonio Pardo García.
===
IV
Los oyentes buscan el loro
Entre los múltiples experimentos radiales en que estuvo involucrado este ‘viajero del tiempo’ que informaba sobre los acontecimientos que se registraban, llegó a Todelar en donde tuvo a su cargo transmisiones que se convirtieron en históricas porque marcaron la época dorada de esa cadena radial dirigida por los hermanos Tobón de la Roche, Bernardo y Jairo, además de Bernardo Tobón Junior.
Entonces, la primera decisión que adoptó fue abandonar la práctica de leer el radio periódico y mandó a todos los periodistas con una sola orden:
─ Hay que ir a la calle a buscar la noticia.
Debido a esa decisión cambió los horarios de los noticieros a las 6 de la mañana y a las 12 del día.
─ Por el cambio de horario y de ir a buscar la información con los protagonistas, le dimos duro a Caracol, a RCN y al resto de competidores por lo que ganamos todas las guerras que enfrentamos y con ello, logramos ocupar el primer lugar en sintonía por la planificación que realizábamos. Nada quedaba al azar.
¿Y el helicóptero?
Dos semanas antes del jueves 22 de agosto de 1968, don Antonio Pardo García se entrevistó con el entonces presidente Carlos Lleras Restrepo en el Palacio de San Carlos.
─ En Todelar consideramos que la llegada del papa Pablo VI amerita una gran transmisión y para hacerlo, señor presidente, necesitamos un helicóptero. ¿Es posible? ─ le dijo.
Entonces, el presidente miró a los ojos del periodista mientras se rascaba la cabeza sin cabello y se dirigió a él:
─ ¡Increíble!, ¿ustedes piensan transmitir lo del Papa como si fuese la Vuelta a Colombia? Mi respuesta es ¡no!
A partir de ese momento, el personaje de esta historia habló con la empresa de teléfonos y logró, junto a los suyos, una transmisión inimaginable.
“En esa época no había teléfonos fijos entre el aeropuerto El Dorado y el centro de la ciudad por lo que su contratación tuvo un costo millonario al montar una troncal en pocos días. La transmisión se inició a las 9 de la mañana. El jet colombiano Sucre trajo al papa. En cada cuadra se puso un remoto, desde los cuales los 120 reporteros de la cadena de todo el país, relataban el paso de la limosina negra que transportaba al Pontífice, quien iba de pie. Uno de ellos dijo que una mujer se arrojó al paso del vehículo papal, en la avenida El Dorado con calle 70, para demostrar su fe cristiana; otro de los reporteros puntualizó que el conductor frenó lentamente para no lastimar al sumo pontífice y evitar una tragedia; otro de los periodistas recogió la opinión de un transeúnte que dijo: ‘Ella no sufrió ningún rasguño ‘por obra del santo padre’…”, nos contó don Antonio Pardo García, quien dejó de dormir en aquellos días y si lo hacía, “era de pie en el master a pesar de que se le dijera que se iba a caer” dijo un operador de sonido de aquel entonces que trabajaba en Todelar y quien prefirió el anonimato.
El consejo de las bombillas
En el instante que Antonio Pardo García ascendió a la dirección artística, Fernando Franco García, quien ocupaba el cargo de director en Cali, le dijo:
─ Cuando quiera una cosa de don Bernardo Tobón, quien es muy severo en el gasto, usted le dice: ‘necesito diez bombillas para Bogotá’ y él le dará 6 o 5, él no le va a dar las 10.
Y justamente eso hizo el director artístico de Todelar el 20 de julio de 1969 cuando esa cadena transmitió la misión estadounidense Apolo 11.
─ En aquella época era impensable. Teníamos el sonido directo desde Houston y por Todelar sus oyentes tuvieron las primeras palabras del astronauta Neil Armstrong al ser el primer humano de llegar a la Luna: ‘It’s one small step for a man, one giant leap for mankind… Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad’. Aquello fue un esfuerzo mediático con el que noqueamos a nuestros contendores debido a la planificación compleja, costosa y de gran alcance ─ dijo Antonio Pardo García cuando nadie creía en aquella hazaña.
El ‘loro’ era un relojito…
Mientras estábamos en la niebla del tiempo por causa de su viajero, una puerta se abrió y el narrador Jairo Aristizábal Ossa contó, hace años, una historia, en su oficina, que quedaba en el primer piso de la casa del barrio Centenario de Cali, ubicada en la Avenida 4 Norte No. 4N-65, en donde funcionaban las diferentes emisoras de Caracol.
─ Los VI Juegos Panamericanos cambiaron a Cali como ciudad en 1971, pero también registró una novedad en la radio. En esa época estaba en Caracol y cuando tenía tiempo escuchaba a Todelar. Sus locutores manejaban muy bien el lenguaje y su dicción llegaba al oído del oyente de manera impactante. Eran verdaderos maestros de la locución. Por ejemplo, esa transmisión de ese evento deportivo fue todo un éxito y detrás del mismo estuvo un hombre como don Antonio Pardo García, muy malo para el micrófono, y sin embargo, buenísimo para manejar un grupo de periodistas y de gente joven que se iniciaba como Jaime Ortiz Alvear, Marino Millán, Jairo Chávez Ávila y Henry ‘El Bocha’ Jiménez, entre otros… Él, don Antonio, creó una transmisión en la que íbamos a tener muchos visitantes, muchos deportistas de diferentes naciones, muchas competencias y él hizo que se cubriera todo a la vez aprovechando que la radio es inmediatez y para ello se ideó unos separadores, unas cortinas y unas pequeñas presentaciones. Todo eso funcionó como un relojito que causaba asombro. Yo, que estaba en la acera de enfrente y como oyente, todo aquello me parecía increíble. El manejo de ese engranaje fue espectacular. No se registraron baches al aire o silencios inesperados. Se pasaba de esgrima a fútbol, de fútbol a basquetbol, de basquetbol a atletismo, de atletismo a natación y así sucesivamente. Aquello fue impresionante ─ nos dijo Aristizábal asombrado por aquel recuerdo y con cierto dejo de nostalgia. Quizás, en su interior, deseó participar de aquella experiencia imborrable de la radio.
Junto a Aristizábal, en los ’80, se integró un grupo deportivo con Luis Alfredo Céspedes, Carlos Alberto Lenis, Hébert Montoya Tascón, Mario Posso Posso, Óscar Luis Cárdenas, Carlos Alberto Cataño y quien escribe estas líneas, pero sin que nos olvidemos que durante algunos meses estuvo Angello Arbeláez, quien, después, aterrizó en la oficina de prensa de la Junta de Deportes del Valle hasta lograr su jubilación.
FOTO 4: LOS QUE ESTUVIERON EN MUNICH…
El pánico se transmite
Más tarde, don Antonio Pardo García, en medio de las carreras cotidianas y de sus obligaciones como ejecutivo de Todelar, nadie sabe de dónde sacó tiempo para organizar la transmisión de los Juegos Olímpicos en Múnich, Alemania Federal, que serían del 26 de agosto al 11 de septiembre de 1972.
─ A pesar del primer lugar en sintonía que tuvimos durante los VI Juegos Panamericanos, no nos quedamos dormidos y emprendimos la planificación de ese reto en el que participarían 7.314 atletas de 121 países. Y mientras iba organizando los diferentes detalles del próximo reto radial, en todo momento recordaba aquel consejo de las bombillas ─ nos dijo ─, porque así era don Bernardo Tobón y le envié una nota diciéndole el número de personas que necesitaba en Alemania.
Tiempo después, Jairo Tobón, hermano de don Bernardo, exhaló un suspiro y contó, en la sala de grabación, cuando trabajaba en Caracol:
─ Bernardo cuando recibió aquella nota de don Antonio, casi se desmaya. Se rascaba la cabeza y decía, “este hombre está loco. Por favor, díganle, que se presente a mi oficina”.
─ Esto es una locura, casi me desmayo. ¿Lo que escribió es serio? ─ escuchó Antonio Pardo García en el instante que ingresó a la oficina de don Bernardo ─ Nunca había visto nada igual, ni siquiera en sueños. ¿Llevar 20 personas a los Juegos Olímpicos en Alemania y contratar dos satélites?
─ Me lo imagino ─ suspiró el periodista y examinó a su interlocutor de soslayo. Entonces, le respondió: ─ Bueno, vea usted a quien manda.
No volvieron a hablar aquel día. La propuesta era intimidatoria en aquellos años porque tenía algo de magia que estaba acompañado, además, de un costo millonario. El personaje de esta historia se sintió, tiempo después, en un mundo ajeno y feliz donde todo estaba resuelto de antemano. Su proyecto había sido aprobado.
Tan pronto como llegó la comitiva de Todelar a Múnich, integrada por ocho personas, hablaban del Muro de Berlín que dividía a Alemania en Oriental y en Occidental. A la primera se le conocía como República Democrática Alemana debido a la Guerra Fría que se vivía en aquel entonces.
─ En ese certamen tuvimos todas las primicias en los escenarios de las competencias en las que, Colombia ganó la primera medalla a través del tiro deportivo. Helmut Bellingrodt, en la modalidad de rifle de tres posiciones, obtuvo plata (fue el 1 de septiembre) mientras que los boxeadores Clemente Rojas y Alfonso Pérez (el 7 de septiembre) consiguieron bronce. Y Todelar, ‘lo moderno en radio’, estaba ahí ─ recordó Antonio Pardo García.
Sin embargo, para el director de aquella transmisión radial no era fácil controlar a sus periodistas en las horas de la noche. Especialmente a Jaime Ortiz Alvear y Édgar Perea, quienes abandonaban el hotel en el que estaban alojados y se iban de parranda a tomar cerveza alemana “para rendirle culto al ‘chupe’…”, como ya decía, en aquella época, en una clara demostración de rebeldía. Él llegaría, con el tiempo, a Caracol y utilizaría la muletilla “Ortiz para la salsa; para la salsa, Ortiz”.
Y como siempre, en ese tipo de transmisiones, Antonio Pardo García dormía poco. Entonces, un ‘pajarito’ le comunicó, a las 4:50 de la mañana, que había, desde hacía 10 minutos, una situación anormal en la Villa Olímpica en el edificio en el que se encontraban alojados los atletas israelíes.
─ Era un martes. A las 5 de la mañana, del 5 de septiembre, debido a que teníamos el primer estudio de radio que se había instalado en el exterior con motivo de los Juegos Olímpicos, a esa hora ya estaba al frente de la consola el caleño Luis Carlos Escobar, él prendió los equipos y Pastor Londoño Pasos informó para Colombia y para el mundo de oyentes, el inicio de aquel ataque de un comando de ocho palestinos pertenecientes al grupo Septiembre Negro ─ dijo el personaje de esta historia por ser ‘viajero del tiempo’ a través de los hechos y las noticias.
Y desde ese momento, la situación se volvió cada vez más confusa y los enviados de Todelar se convirtieron en los testigos directos de la acción de los terroristas en contra de los rehenes durante un día con lo que se produjo un mundo de noticias para Colombia que escuchaba y creía por ser un mundo de oyentes con lo que al final, el saldo de aquella jornada de 16 horas de pánico fue de 17 muertos, 11 atletas, 5 terroristas y 1 policía.
─ Una de las cosas que recuerdo es que todos disfrutábamos del trabajo. Había que ver a Luis Carlos Escobar, a Joaquín Marino López, a Pastor Londoño Pasos, a Javier Giraldo Neira, a Édgar Perea, a Jorge Eliecer Campuzano y a Jaime Ortiz Alvear. Podíamos estar varios días sin comer o sin dormir por estar informando con emoción por la responsabilidad que teníamos con los oyentes, así fuese algo trágico. Eso quedó demostrado durante el acto terrorista que sucedió en Múnich. Aquello fue como si todo se estuviera muriendo ─ nos dijo don Antonio Pardo García.
Y en el torrente de recuerdos, surgió lo del regreso de la delegación de periodistas a Bogotá. Bernardo Tobón de la Roche, quien rara vez daba muestras de efusividad, pero puyado por Jairo, su hermano, se apareció en el aeropuerto El Dorado con una orquesta y después los condecoró con la Medalla de Oro de Todelar en un reconocimiento al trabajo realizado. Entonces, desde ese momento se desbordaron los ríos de cerveza.
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V
El molusco insiste
La vida cambia en un minuto. Y él lo sabe, por supuesto. Antes de iniciar su trayectoria periodística, en el tiempo libre que tenía, jugaba fútbol en el Unión Indulana Foot-Ball Club, en ‘la manga de don Pepe’, pero quienes lo vieron con la pelota en los pies, dijeron que lo mejor que pudo hacer Antonio Pardo García fue colgar los guayos: “No era ni zurdo ni derecho”.
Eso sucedió antes de internarse en la niebla de la realidad que lo engulliría por el resto de su existencia. Así quedó demostrado a fines de 1974 luego de una llamada telefónica.
─ A usted, don Antonio, lo queremos de regreso en Caracol para que reorganice la programación y la parte deportiva ─ escuchó por el auricular la voz de Fernando Londoño Henao ─, porque Todelar nos tiene acorralados y nos está dando muy duro.
El empresario radial había utilizado la expresión “nos está dando muy duro” luego de leerla en una de las columnas de ‘Juan Sin Miedo’ o ‘Juan Lumumba’, escrita por Yamit Amat, en el diario El Espacio que estimulaba el morbo con fotos escabrosas.
La llave exitosa
En el momento de hurgar lo que es la memoria de la historia de la radio con la frente cargada de años y de llagas por ser, como dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez, “un refugio inmutable”, encontramos que el Viernes Santo, 13 de abril de 1979, dio paso, inicialmente, a ‘Noticias cada instante’ y luego se transformó en 6AM-9AM con un experimento de radio en vivo reemplazando los programas Contrapunto de Jaime Soto, La Escuelita de Doña Rita y Los Chaparrines.
─ Esa primera emisión tuvo como tema central la Semana Santa y las Siete Palabras con participación de los oyentes en lugar de los prelados de la época y la consabida música clásica. Pusimos tangos ─ nos dijo el personaje de esta historia.
Entonces, la revolución en la información radial colombiana se inició con Amat, Alfonso Castellanos, Julio Nieto Bernal y Antonio Pardo García y con ellos, los espacios Llegaron las Mujeres, Pase la Tarde y La Polémica en los Deportes dejando atrás la radio pregrabada.
Lo demás ya se conoce, aunque Amat, antes de su renuncia a Caracol, el viernes 28 de diciembre de 1990, en Cali, contó tres días previos a esa decisión, en la sala de grabación que manejaba el ingeniero de sonido Fabio ‘El Rey’ Londoño: “Después de ese primer programa, sin emitir música sacra, nos fuimos Castellanos, Bernal, ‘Pardito’ y el reportero William Giraldo a desayunar a la plaza de mercado que queda en la avenida 19 de Bogotá. Llegábamos a las 5 de la mañana a la emisora y desde entonces nos esperaban para escuchar el análisis de lo que se había transmitido”.
Sin perdón…
Debido a esa falta de sueño, don Antonio Pardo García no fue perdonado por Alfonso López Michelsen luego de que lo llamó una madrugada al edificio Antares para que le diera una noticia relacionada con el escándalo de la ‘Ventanilla Siniestra’ al ser el mayor caso de lavado de dinero de la historia de Colombia.
─ Es que usted, ¿no sabe qué hora es? ─ le dijo el expresidente ─ Déjeme dormir.
Lo anterior lo contó Alfonso Castellanos cuando trabajaba en la cadena del molusco en la época de “más compañía”.
FOTO 5: DON ANTONIO PARDO GARCIA EN RCN…
Hagamos noticias…
La siguiente anécdota la dio a conocer Juan Gossaín Abdala, veterano periodista que estuvo en Caracol en la era del cambio radial; y después se vinculó a RCN como director de noticias en 1984:
─ A Pardo le gustaban tanto las noticias que terminaba madrugando sin necesidad. Y en lugar de llegar a las 9, llegaba a las 5 de la mañana a hacer noticias conmigo en RCN desde 1985 a pesar de ocupar un cargo ejecutivo.
“Juancho”, como le decíamos, sigue teniendo, ahora que escribimos esta crónica, un delicado estado de salud en Estados Unidos.
Dos en una…
- En sus inicios Óscar Munévar Forero recibió, en Caracol, la asignación de don Antonio Pardo García de informar sobre la selección Colombia, un domingo en la tarde, debido a la convocatoria que haría el yugoslavo Blagoje Vidinić para la Copa América de 1979.
Sin embargo, el detalle de aquella situación lo aportó, en ese entonces, el barranquillero Alfonso Senior Quevedo, el verdadero papá del fútbol colombiano.
─ Una cosa tengo que contarle a usted y a sus oyentes, don Antonio ─ dijo, en transmisión en directo, el presidente de la Federación ─. Su reportero, Óscar Munévar, no sé cómo lo hizo, pero me sacó del bolsillo la hoja en que aparecen los nombres de los jugadores que van a integrar la selección.
- La otra curiosidad en que estuvieron involucrados don Antonio Pardo García y Munévar fue el día en que el primero recomendó al segundo a Yamit Amat: “Es joven y es bueno entrevistando. Él debe estar en noticias en vez de los deportes y por ello debe ir a Caracas, en donde funciona el Comité Olímpico de Venezuela”.
─ Debido a la planificación, casi enfermiza, que realizaba don Antonio, en cualquier evento del que se iba a informar, en 1983 se especulaba que Venezuela no podía realizar los IX Juegos Panamericanos, entre el 14 y el 29 de agosto, y en el que estarían 36 países y 3.426 deportistas. El asunto es que, a Jesús Chirinos, quien presidia el COV, lo acusaba el gobierno nacional de Luis Herrera Campins de corrupción. Mi misión, después de aceptarla, era entrevistarlo y para ello tenía que usar una grabadora. El tiempo estaba en mi contra. El vuelo era de dos horas y la cita con Chirinos sería en una cafetería, pero después hablamos en la calle y al terminar aquella conversación tenía que regresar, de inmediato, a Bogotá porque se iba a transmitir en los espacios noticiosos.
Mientras tanto, en la oficina de don Antonio Pardo García el teléfono interno no dejaba de sonar y era Amat preguntando por el enviado especial a Caracas que no daba señales de vida y que tenía la primicia con el implicado en un caso de malversación de fondos.
Munévar había vuelto a la capital colombiana y esperaba, en la zona de equipaje, la maleta que contenía los casetes con la entrevista a Chirinos. Sin embargo, la maleta, con una calcomanía de Caracol, no aparecía por lo que sintió que la ansiedad lo carcomía. Cuando buscó un funcionario para preguntarle por la maleta, una luz de incertidumbre lo envolvió.
─ Lo sentimos, señor ─ le dijeron ─. Su maleta está viajando a Chile, discúlpenos por el error de nuestros trabajadores al no bajarla. No fue nuestra intención perjudicarlo. En dos días le traeremos la maleta de regreso.
“Voy a llorar, por favor, denme un pañuelo”
Desde hace mucho tiempo se ha dicho que la radio afecta a la gente de una forma muy íntima y eso lo sabe don Antonio Pardo García en su larga trayectoria como comunicador.
Él estaba en la puerta de Caracol, en la calle 19 con 8ª, y se le acercó una señora llorando, a mediados de 1968, en horas de la mañana.
─ ¿Qué le pasa, señora?
─ No tengo con qué vivir. Me robaron mi burrito y lo necesito porque vivo en los cerros. Tengo un hijo que no puede caminar y con lo único que consigo el sustento de mis hijos y el mío es con la crianza de pollos.
Entonces, el periodista se le anticipó:
─ Aguarde un momento, venga bien temprano mañana y hablamos.
La señora cumplió la cita y don Antonio Pardo García hizo un programa radial con aquella situación de buscarle un burro a la señora. La gente llamaba lamentando el robo y diciendo muchas cosas, hasta que se hizo el milagro.
─ Buenos días, ¿quién habla?
─ Don Antonio, hace rato lo estoy escuchando por la campaña del burro. Mi nombre es Ignacio Umaña de Brigard.
─ Señor gobernador, mucho gusto.
─ El gusto es mío. A la señora que busca su burro, le digo que no llore. En la finca tengo 30 burros de los que se dicen que son finos. Le voy a regalar uno para que no sufra y para que siga haciendo su vida con tranquilidad.
La señora agradeció el gesto del gobernador de Cundinamarca y antes de dejar la cabina de Caracol, abrazó con emoción a don Antonio Pardo García, quien también sintió que de sus ojos brotaban ríos de lágrimas al ver feliz a una de sus innumerables oyentes mientras los oyentes que llamaban a la emisora, exclamaban: “¡Eres grande, don Antonio!
Estaba oscureciendo, eran las 7 de la noche y trabajaba en RCN, Se encontraba en Manizales y dirigía la transmisión de la Feria que había sido declarada Patrimonio Cultural de la Nación.
En ese momento don Antonio Pardo García se hizo en la puerta de la emisora para relajarse un poco del estrés que tenía y empezó a ver la deslumbrante fiesta de juegos pirotécnicos con los que la gente gozaba en aquel momento.
Una joven se le acercó y le dijo que una persona quería conocerlo. Él accedió y una señora de 85 años, en silla de ruedas, apareció y le dio un abrazo en la barriga mientras lloraba de la emoción.
─ Don Antonio, lo he seguido a través de la radio. Si usted trabaja en Caracol, escucho Caracol, si se va a Todelar cambio de dial como ocurre, en este tiempo, que labora en RCN. Anhelaba conocerlo desde hace mucho tiempo porque usted es como uno de mis hijos ─ le dijo la abuela de la joven mientras que el personaje de esta historia no podía evitar que cada gota que brotaba de sus ojos le pedía permiso a la otra para poder pasarse al mentón.
FOTO 6: LIBRO DE DON ANTONIO…
Cuando una mujer te complementa
Las mujeres que conocían al personaje de esta historia decían que era un dandi o un coqueto, por aquel mote que corría en los pasillos de las radiodifusoras en las que trabajaba.
─ Ahí viene el 7 mujeres ─ aseguraban ─. ¿Quién lo puede saber más que él?, pero le llegó la que le puso el tatequieto.
Y así fue. El sábado 14 de agosto de 1987 se escuchó hasta los confines de la tierra cuando Antonio Pardo García dijo: “Sí acepto a Miriam Rojas Uribe no solo como mi esposa, sino como mi amiga, mi amante y mi confidente. Déjame ser el hombro en el que te apoyes y la roca en la que descanses y desde este día, caminaré junto a ti”; entonces ella sonrió triunfante, le miró a los ojos y pensó que aquel hombre tenía un encanto distinto.
Las féminas que tuvieron la fortuna de oírlo y que lo conocían, quedaron conmocionadas por lo que sus rostros se inundaron de llanto mientras sus entrañas se conmovieron. Sin embargo, después de la celebración religiosa y de la fiesta, los recién casados viajaron a San Andrés para disfrutar de la luna de miel fruto del amor y de la felicidad.
─ Hay un detalle que no he podido olvidar es lo concerniente a la atención de los compañeros que trabajaban en RCN en la isla de siete colores en el Caribe. Me hicieron sentir, siempre se los dije, como un príncipe.
Desde entonces han transcurrido 37 años de vivencias, de placeres íntimos, de sueños, de lograr una familia junto a sus hijas Pamela y Lorena, pero a la vez escribiendo libros que son su orgullo al buscar con ellos crear conciencia entre las nuevas generaciones de periodistas para que sean comprometidos con la profesión u oficio.
Y como es lógico, al concluir esta historia, no podía faltar lo que fue la celebración de los 90 años de vida de don Antonio Pardo García. Y lo hizo a lo grande, el pasado viernes 22 de noviembre en el Restaurante y Bar Continental, en Bogotá, junto a su esposa, Miriam, y sus hijas; y el sábado, 23, en Paipa, en donde tuvo la oportunidad de cantar, entre otros temas: ‘Tengo el corazón contento’ de Palito Ortega; ‘Cambalache’ de Julio Sosa; ‘Hasta que te conocí’, de Juan Gabriel; y ‘Pachito Eché’ de Alex Tovar, pero no lo hizo por ser hincha del Deportivo Cali porque en su juventud era seguidor del Deportivo Independiente Medellín, pero Millonarios, en la época del Dorado, ‘le robó’ su corazón, aunque solo hubiese sido para vivir aquel instante, vestido de Comandante Radial, mientras soñaba con el verano de las noticias.
FOTO 7: EL DIA QUE CUMPLIÓ 90 AÑOS…
FOTOS CORTESIA, ANTONIO PARDO GARCIA Y MIRIAM ROJAS…
Antonio Pardo García, en su juventud, en el comienzo de su profesión como periodista…
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Don Antonio Pardo García disfrutando de la ‘vanidoteca’ organizada por su esposa y compañera de vida.
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Durante una transmisión en los inicios de quien es una leyenda de la radio colombiana.
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Los enviados especiales de Todelar en 1972 a Múnich. De izquierda a derecha: Jaime Ortiz Alvear, Jorge Eliécer Campuzano, Luis Carlos Escobar, Javier Giraldo Neira, Joaquín Marino López, Pastor Londoño Pasos, Édgar Perea y Antonio Pardo García.
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En RCN cuando estaba Juan Gossaín como director de noticias y don Antonio Pardo García participaba.
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Uno de sus libros dedicado al periodismo.
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Y en esta historia, por supuesto, no podía faltar lo que fue la celebración de los 90 años de vida de un periodista que cambió la radio en Colombia a través de la planificación que realizaba.