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El silencio de un adelantado. Nada está entre paréntesis (III)
- Updated: 4 diciembre, 2024
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El silencio de un adelantado. Capítulo III.
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Nada está entre paréntesis. La historia periodística de don Antonio Pardo García.
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“A finales de 1955 fue nombrado reportero del año y Fernando Londoño Henao lo llevó a Caracol.
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Cuenta que la década de 1960 fue un periodo clave para la radio como institución social mediática.
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El personaje de esta historia sacó tiempo para escribir libros.
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«Una apuesta por el periodismo. Ser periodista es un honor’; ‘¡Al aire! La radio se transforma’ y ‘100 años de radio, 90 en Colombia’ que le dieron un segundo aire.
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III
Nada está entre paréntesis
Por Williams Viera, desde USA.
Columnista Cápsulas.
Así es la historia. Debido a las vivencias y recuerdos de don Antonio Pardo García, nos atrevemos a acuñar, en esta crónica, la frase del pensador español George Santaya, profesor durante dos décadas en la Universidad de Harvard, cuando, sentado entre dos mundos, dijo: “Aquellos que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo”.
A él, a don Antonio Pardo García, siempre se le llamaba de esa manera en las salas de redacción de Caracol, de Todelar y de RCN al igual que en este tiempo cuando la gente que lo ve lo saluda, anteponiendo el ‘Don’, por ser todo un personaje de la radio de antes, de aquella época en la que los oyentes y lectores consideraban como ‘dioses’ a los locutores y a los periodistas, capaces de ‘controlar el destino humano’, pero sin que llegasen a ser venerados a través de diferentes rituales. Sin embargo, muchos de ellos, locutores y periodistas, se creían que andaban sobre las alas del viento.
“A finales de 1955 fui nombrado reportero del año y en ese momento, Fernando Londoño Henao me llevó a Caracol luego del éxito que él había conseguido al transmitir, por la emisora Nuevo Mundo, la radionovela ‘El derecho de nacer’, escrita por el locutor cubano Félix Benjamín Caignet. Debido al llamado del empresario risaraldense, inicié mi trayectoria por la radio en una época en la que no existían los enlaces mientras la tecnología era incipiente. Todo estaba en pañales”, recordó el personaje de esta historia que informó sobre el derecho al sufragio femenino, de la llegada de la televisión al país y de la renuncia de Gustavo Rojas Pinilla, el 10 de mayo de 1957, ocasionada por una crisis social provocada por protestas populares; y por supuesto, de la reaparición de El Tiempo, el sábado 8 de junio de 1957, con un escrito de Alberto Lleras, director del Liberalismo, en primera página: “La aparición de El Tiempo es símbolo de que comenzamos a recuperar la República”.
Era la época en que a la audiencia se le hablaba al oído, sin que aún no se hubiese popularizado el radio transistor, y cada quien visualizaba lo que escuchaba, sin saber, por ejemplo, que los narradores de ciclismo flotaban en los postes de luz, como si fuesen partes de un Ovni, para esperar a los ciclistas y luego, con sus voces, les hacían, a los oyentes, palpitar los corazones, dejándoles, con ello, la huella imborrable de grandes recuerdos.
Aquellos años…
Puede decirse, con absoluta seguridad, que en ese entonces don Antonio Pardo García junto a sus compañeros de la sala de redacción trabajaban con la intensidad, con la fiebre y con la desesperación de escribir o reescribir lo que ocurría en el mundo, sin tener imágenes, solo textos que llegaban por teletipo, que les informaba de la ola de platillos voladores sobre Italia; del aumento de las tasas de natalidad del mundo después de la Segunda Guerra Mundial; del apogeo del ‘rock’n’roll’ y de Elvis Presley; de la vacunación contra la poliomielitis que era una epidemia; de los derrocamientos de Juan Domingo Perón en Argentina y de Marcos Pérez Jiménez, en Venezuela; del triunfo de la Revolución Cubana encabezada por Fidel Castro derrocando al régimen de Fulgencio Batista; del inicio de la carrera espacial; y, por supuesto, del nacimiento de la televisión.
Sin embargo, para el joven periodista, natural de Manrique y quien sería el encargado de realizar el gran cambio en la radio colombiana, en medio de tanta noticia que llegaba al teleimpresor, le llamó la atención una transcripción informativa de la AP, procedente desde Moscú, entonces capital soviética, y fechada el 24 de julio de 1959, por ser sede de un insólito evento: ‘La Exposición Nacional Estadounidense’.
Entonces, el joven Antonio Pardo García, con su peculiar olfato periodístico, abrió los ojos como si le fueran a echar gotas, y leyó en voz alta:
“Richard Nixon, vicepresidente de Estados Unidos, y Nikita Kruschev, secretario del Comité Central del Partido Comunista, estuvieron de acuerdo en algo en un ‘debate de cocina’, transmitido por la radio…
─ Esto apesta como mierda de caballo fresca ─ dijo Kruschev.
─ Hay algo que huele peor que la mierda de caballo, la de cerdo ─ respondió Nixon con aire vago.
“… ¡Caramba! ¡Qué noticia!”, se dijo asombrado el personaje de esta historia.
Una época fantástica
Don Antonio Pardo García también, como ocurría a todo lo ancho y largo de Colombia, ahí en las instalaciones de Caracol en Bogotá, en la calle 19, con estudios más funcionales y un magnífico radio-teatro muy diferentes de cuando estaban en la carrera 9ª No. 12-23. Entonces, él y los demás periodistas parecían no escuchar y miraban, fijamente hacia adelante y se ponían a teclear en aquellas ruidosas máquinas de escribir Remington, no más de dos páginas a doble espacio, con dos dedos, uno de cada mano, pero a gran velocidad, atendiendo solamente a una necesidad inmediata con la lengua afuera porque tenían que informar de la visita, en Bogotá, el 17 de diciembre de 1961, de John Fitzgerald Kennedy y de su esposa, Jacqueline, que irradiaba belleza, para conversar con el presidente Alberto Lleras Camargo.
“Nos tocó hacer un esfuerzo enorme para informar. La gente salió a la calle para el recibimiento del mandatario estadounidense que habló, en el Palacio de San Carlos, del programa ‘Alianza para el Progreso’ mientras su esposa se desplazó al Hospital Lorencita Villegas de Santos para acompañar a los niños enfermos”, dijo don Antonio Pardo García.
Él y los demás integrantes de las diferentes salas de redacción creían en la radio como medio noticioso y de distracción por lo que el tema de la píldora anticonceptiva, por ejemplo, se convirtió en una especie de espíritu rebelde de los jóvenes de aquellos años por lo que el sexo, tanto para ellas como para ellos, representó una ruptura de los eslabones que se arrastraban de tiempo inmemorial por ser establecidos bajo sistemas religiosos y el personaje de esta historia dejó de ser ‘santo varón’ y también cayó en esa turbulencia de la cerveza y de las mujeres como cuerpo de sexo por lo que las lenguas viperinas, desde entonces, aseguran que tiene entre 20 y 22 hijos. ¿Será verdad? O, ¿es una simple leyenda urbana?
“No tengo la menor duda que la década de 1960 fue un periodo clave para la radio como institución social mediática. Por ejemplo, en 1962, se realizaron las transmisiones de los partidos del Mundial de Fútbol desde Chile con una programación integral con tecnología de onda corta y lo mismo sucedió con el cubrimiento del asesinato de John F. Kennedy, en Dallas, Texas”, nos dijo el periodista Antonio Pardo García, uno de los grandes testigos de la noticia en el plano nacional e internacional del siglo XX.
De aquella época los radioescuchas recuerdan que Gabriel Muñoz López narró las primeras vueltas a Colombia y transmitió ese Mundial junto a Julio Nieto Bernal como enviados de Caracol a territorio chileno luego del terremoto de Valdivia de 1960; pero también estuvieron Carlos Arturo Rueda C. por RCN y Jaime Tobón de la Roche por Todelar, a quien, por cierto, se le fue la voz cuando Marino Klinger eludió a Lev Yashin y anotó el 4-4.
“En ese partido se produjo un hecho histórico. Marcos Coll (a los 23’) cobró un tiro de esquina y la pelota le pasó sobre el cuerpo del mejor arquero del mundo de aquel entonces, Lev Yashin, y se convirtió en el primer gol olímpico de la historia cuando perdíamos 4-1 (antes anotó Herman «Cuca» Aceros y luego Antonio Rada). Debido al empate del seleccionado colombiano con la Unión Soviética (fue el domingo 3 de junio de 1962), la sigla ‘CCCP’ de la nación de Europa del Este y Asia del Norte cambió el significado para nosotros. Entonces, les decíamos para que repitieran: ‘Con Colombia casi perdemos’…”, recordó don Antonio Pardo García y agregó:
“En ese momento estaba en Caracol y ubiqué al conductor del transmóvil y le dije que saliera al centro de Bogotá para que hiciera bulla con el pito con lo que se inició un festejo popular que aún, los que vivieron aquello, lo recuerdan debido a la multitud que se estremecía por la hazaña de los jugadores colombianos”.
Llega la transformación
Casi por el mismo tiempo y cuando había dejado atrás los sueños de ser piloto de avión o torero como el mexicano ‘Carlos Arruza’ (Carlos Ruiz Camino) para recorrer el mundo, su voz o sus escritos ya eran transportados por las ondas hertzianas a través de Caracol. Fue en ese momento que recordó el consejo del ‘Mariscal Rampante’ después de decirle que se regresaba a Manrique.
─ Regreso a mi ciudad. No soporto el frío ─, le dijo el joven Antonio Pardo García, quien llevaba un mes de estar viviendo en Bogotá.
─ Antonio, no sea pendejo. Usted nació para ser periodista y aquí hará una carrera que lo sorprenderá. Y si es por el frio, aquí tiene mi abrigo para que lo ‘mate’ ─ le respondió el político y escritor Álzate mientras se quitaba la prenda de vestir y se lo ponía a su interlocutor dándose cuenta que le quedaba grande.
Aquello había ocurrido antes de que el personaje de esta historia se dedicara a escribir libros como ‘Una apuesta por el periodismo. Ser periodista es un honor’; ‘¡Al aire! La radio se transforma’ y ‘100 años de radio, 90 en Colombia’ que le dieron un segundo aire, sin olvidar, lo que había vivido durante el ajetreo de la radio de buena calidad que, debido al movimiento del tic tac, se le denominó ‘época de oro’ y de la que surgieron periodistas que dejaron huella o que aún se les escucha por intermedio de las ondas electromagnéticas.
“En 1966, año del asesinato del cura Camilo Torres Restrepo, me echaron de Caracol luego de cumplir diez años de trabajar. En ese entonces obligaban a las empresas a sacarlo a uno para que no tuvieran que asumir la pensión. Lo anterior sucedió luego de fundar todo el Sistema Informativo como Cinco Reporteros, Adiós Domingo, el Personaje de la Semana, El Repórter Esso, La Cabalgata Deportiva Gillette y Última hora Caracol que, por cierto, hasta ahora, ninguna empresa superó esa media hora informativa. Si bien esa creación fue mía, tuve a mi lado, en ese entonces, todo un equipo de trabajo para hacerlos realidad”, recordó don Antonio Pardo García.
(Continuará… Los oyentes buscan el loro (IV).