Capsulas de Carreño

Embalaje de aquí a París. Por Pablo Arbeláez Restrepo

Lucho Herrera como jefe de filas del cuadro de Café de Colombia. En el Tour de ese año, Herrera fue sexto en la general. Contó con un poderoso equipo.

Lucho Herrera como jefe de filas del cuadro de Café de Colombia. En el Tour de ese año, Herrera fue sexto en la general. Contó con un poderoso equipo.

 

Por Pablo Arbeláez Restrepo

Pablo Arbelaez

Lo que parecía ser una premonición, terminó siendo con los miles de kilómetros, una cruda realidad.

José Enrique Cima, periodista español, quien en sus años mozos fue corredor del equipo KAS, abrió más de la cuenta sus ojos azules, tan intensos como el mar de San Andrés, para maravillarse con el triunfo al embalaje de Lucho Herrera en el municipio de Envigado.

Era apenas la segunda etapa de la Vuelta a Colombia de 1988 y el Jardinerito mostraba una particular fortaleza. Era el llamado de atención para sus rivales ¡llegó el patrón y prepárense! Nunca lo dijo con palabras, pero los fieros pedalazos fueron prueba de ello.

Esa vez, Luis Alberto, evidenció tal contundencia, que terminó siendo el campeón de la ronda con dos triunfos parciales, ventaja de 1.31 sobre el novato Álvaro Mejía y ganador de la regularidad, estando a poco de doblar en puntos al segundo, Carlos Mario Jaramillo.

Un mes después, Lucho se le midió al Tour. Para sorpresa del periodista Cima, Lucho se mostraba en los embalajes de las etapas llanas y arribaba bien ubicado. Incluso su actuación en la contrarreloj de Wasquehal, ganada por el británico Sean Yates, le valió la portada de L’Equipe, en la que el prestigioso diario decía el día después: «Herrera la menace» (Herrera, la amenaza).

No había llegado la montaña y Herrera se convertía en pretendiente a la camiseta amarilla. Lucho parecía irrefrenable. Cima, mientras tanto, sostenía en el carro de la prensa colombiana, que esas demostraciones de fuerza de Lucho, se podrían acusar en la montaña.

Infortunadamente, lo que era una simple premonición, se convirtió en dura realidad. Lucho gastó mucho, desde Envigado, en la Vuelta; y antes de los Alpes en la Grand Boucle, donde Fabio Parra, mientras tanto, empezaba a asegurar en Morzine el primer podio de Colombia en París.

Herrera, finalmente fue sexto en la general y no pudo mostrar todo su esplendor.

Hoy, seguramente José Enrique Cima se preguntará para sus adentros, si a Alberto Contador le podría suceder igual que a Lucho, cuando dio todo de sí en el Giro y en la reciente demostración de la Ruta del Sur.

Hay quienes respaldan lo hecho por Contador, porque aseguran que el ciclista se cansa más entrenando que compitiendo. Otros manejan la teoría, según la cual, al Tour hay que llegar con algo de ritmo y mucho tanque, porque es enorme el desgaste. Por algo se gana en la cama.

Contador, acostumbrado al espectáculo, es quien puso la carne en el asador. Quiere realizar el doblete de Corsa y Tour el mismo año, lo que sería un hito histórico. Sus rivales como Nairo Quintana y Vincenzo Nibali, arribarán a la partida en Utrecht con menos kilómetros y fuerzas más medidas. Por eso, sería estupendo ver al pinteño como protagonista uno A. Claro, y sin ninguna clase de premoniciones de por medio.

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