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Por Jorge Iván Londoño Maya.
Columnista Cápsulas.

Don Nemesio se vistió de azul fondo entero, para ser el marco del clásico de siempre entre Millonarios y Nacional. La hinchada verde fue obligada a ver el partido de puertas para afuera, salvo aquellos que entraron al estadio con camiseta de “yo no soy”.
Nacional con tres ausencias obligadas, gracias a la “deferencia” del técnico Lorenzo, quien llamó a Ospina y a Román para hacer parte del calentamiento previo a los dos partidos, y engrosar el banco de nuestra selección; y a Marino para que tenga la foto con la amarilla y de paso jugar algunos minuticos. La ausencia de Cardona tiene tintes de telenovela, por lo que habrá que esperar que el final, al menos, sea el de siempre…”Y fueron muy felices”.
Bajo órdenes de Matorel, que esta vez no nos hizo poner los pelos de punta, comenzó un accionar parejo, que con los minutos se vistió de verde, pero con el pecado mortal de muy pocas opciones reales de gol. Tesillo y Campuzano ponen su sello en defensa y en contención; Arce aporta su dosis mínima en creación; Cándido fiel a su constante cuota de ataque y ausencia en defensa; Viveros trata por todos los medios y Asprilla es como el esposo que se para donde la esposa le diga. Sarmiento a veces sí, pero más veces no. Castro como soldado raso respondiendo por su puesto; Zapata de cal y de arena, sin suerte en sus tiros al arco y Arias de buen comportamiento.
Una potente devolución de Victoria a Montero por poco abre el marcador. Al minuto 17 Sarmiento pone de pie a los hinchas ausentes por una llegada eminente de gol, pero le sale un tirito de 4 pesos al cuerpo de Montero. Dos acciones simultáneas de posibles penales, ponen a prueba al árbitro y al VAR, una contra Falcao y la otra contra Viveros, pero ambas se “chispotean”. Minuto 35 y un cabezazo de Cataño pega en el palo. Al minuto 45 es Tesillo el que pone orden ante una llegada azul con sello de gol. Tampoco falto la cuota de codazo de Llinás a Sarmiento, pero esta vez con menos intensidad y sin necesidad de VAR, tal como sucedió en el anterior clásico capitalino.
Y el segundo tiempo comienza también con Tesillo como protagonista con un disparo que pasa silbando Mal Hombre. Responde Millonarios con una llegada en masa como marcha de Fecode, pero Cataño manda el balón al palacio del colesterol.
Minuto 80 y por segunda oportunidad el palo vuelve a salvar a Nacional, lo que me hizo recordar el otrora estadero “Palos Verdes”, ubicado en el zaguán del barrio Manrique. Qué tiempos aquellos.
Un empate que resulta valioso siempre y cuando se gane el siguiente partido a jugarse de local contra Santa Fe, equipo que viene estirando nuca por el triunfo logrado en Manizales frente al Once, que con la derrota complicó sus aspiraciones, salvo que, contra Millonarios, ahí mismo en el Palogrande, logre un triunfo que nuevamente lo encarrile.
Al margen de este empate, que tiene tintes de triunfo, por haber privado a los embajadores de llegar a 6 puntos, siguen las dudas porque Nacional extravió su poder goleador y porque los nubarrones en la defensa nada que se disipan. Esperemos que de local este domingo broten los goles, como brota, esa sí de tiempo completo, la ilusión de la hinchada de volver a ver el equipo avasallador y contundente.
“Nada es más triste, que la muerte de una ilusión”. Arthur Koestler.




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