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Estaba anunciada. Por María Victoria Zapata.
- Actualizado: 26 octubre, 2016
Por Maria Victoria Zapata B.
*No fue una sorpresa la derrota del DIM en Defensores del Chaco. Tampoco su eliminación en Copa Sudamericana.
Y no sorprendió porque, en el 0-2 ante Cerro Porteño, al DIM escasamente le alcanzaron el fútbol y la ambición para los 20 primeros minutos de juego, en los que, como ya es habitual en él, el cuadro rojo malogró dos clarísimas opciones de gol (de Caicedo y Hechalar).
Tampoco nos desconcertaron el pésimo manejo del balón, la carencia de argumentos tácticos y estratégicos, el paupérrimo rendimiento individual y colectivo (el único rescatable anoche, Andrés Felipe Mosquera), la incapacidad para contrarrestar la fuerte marca a Marrugo o para revertir el marcador y la adversidad, la falta de un adalid en la cancha y de un líder en el banco, el toque insulso, lateralizado o hacia atrás que se hizo más visible en el período complementario, el ataque esporádico, centralizado y distante del arco contrario y la total ausencia de sorpresa y serenidad en las incursiones al pórtico de Anthony Silva, entre otros.
Esta eliminación fue anunciada con demasiada anticipación. Fue anunciada con las frustraciones que alimentaron en Liga los desabridos empates en el Atanasio Girardot con Jaguares (1-1), Tolima (1-1) y Nacional (2-2) y en el Alberto Grisales con Águilas (2-2) y las afrentosas derrotas ante Alianza Petrolera (1-3) y el hoy descendido Fortaleza (1-2).
Pero también se intuyó con las deshonrosas presentaciones a domicilio en la actual versión de Copa Sudamericana. El bochornoso 0-2 ante Sportivo Luqueño, el 15 de septiembre, y el agobiante 1-3 en Recife, ante el brasilero Santa Cruz dos semanas después.
Aunque en el balompié no hay nada escrito, era del todo imposible esperar el milagro por parte de un DIM que hace rato perdió su memoria futbolística, su capacidad para embocar el balón en la red contraria y su motivación. Era una utopía pensar que con un juego que no trascendía el toque lateralizado y excesivo y el predecible ataque por el centro, se podía llegar con sorpresa y generar peligro en zona rival. Era igualmente inverosímil la expectativa de un triunfo por parte de unos delanteros o volantes divorciados del arco y del gol. Y, lo peor, era absurdo el sueño de Copa( en esta ocasión, la Sudamericana) con una nómina tan reducida, apocada y reventada como la nuestra.
No obstante el poderío del paraguayo Cerro Porteño en su propio estadio, al Deportivo Independiente Medellín no lo eliminaron todos los intentos fallidos en el pórtico del exrojo Anthony Silva en el 0-0 de hace una semana en el estadio Atanasio Girardot, así como tampoco la injusta expulsión de Juan Fernando Caicedo, la infantil acción de Juan David Valencia que propició la pena máxima a favor del Ciclón del barrio obrero ni las dos anotaciones del certero atacante Cecilio Domínguez para la tercera derrota copera consecutiva en condición de visitante, anoche, en Defensores del Chaco.
Al Deportivo Independiente Medellín lo eliminaron todas sus estrecheces (deportivas y anímicas), todas sus limitaciones, todas sus amnesias, todas sus carencias, que fueron demasiadas y, fundamentalmente, todos los yerros cometidos tanto desde la administración como en el banco.
Porque no se puede desconocer que el exabrupto del miembro de la inepta Comisión Técnica roja, Elkin Congote, con su absurda teoría “para que inscribir 30 jugadores si solo juegan 11”, firmó la partida de defunción del proceso Leonel Álvarez en el DIM, como también la firmaron la vinculación de un jugador lesionado (Carlos Ibargüen) y el reencauche de otro con un aporte nulo (Yorleys Mena). Igualmente la falacia aquella de “el mejor refuerzo del DIM es la continuidad de su nómina”, echó la suerte de una institución que clamaba a gritos la contratación de un goleador, un volante, un zaguero y un arquero, entre otros, necesidades que se desconocieron olímpicamente a pesar de las tres obligaciones para el segundo semestre de este 2016: Liga y Copa Águila y Copa Sudamericana.
Pero también se truncaron los sueños con el desgaste de un cuerpo técnico que se nubló por completo, perdió liderazgo y motivación, embolató sus argumentos táctico-estratégicos, se contagió de los típicos y censurables miedos defensivo-visitantes, botó por el vertedero el coraje, los riesgos y la ambición, hizo caso omiso de la rotación y del trabajo de sus mejores canteranos (Atuesta y Macías, ejemplos más claros) y a las limitaciones en nómina les añadió sus inexplicables confusión y ofuscamiento.
En consecuencia, el Medellín perdió su rumbo y nunca encontró el faro para retomarlo. Por el contrario, en cada jornada se observó un cuadro lento y sin chispa ni alegría, unos jugadores apáticos y sin alma, un onceno sin jerarquía alguna, un banco sin recambio y un técnico sin luz. La eliminación en Copa Águila fue el campanazo de alerta y la deplorable presentación en Sudamericana fue el resultado de la imprevisión, la ceguera, la cobardía y la incapacidad.
¿Qué pasará en caso de quedar también por fuera de Liga? ¡Que Dios nos ampare y nos favorezca…!!!
Lo único que hoy queda claro en medio de esta dolorosa debacle roja, es que ya se cumplieron los ciclos de cuerpo técnico y un buen número de jugadores, que la inoperante Comisión Técnica debe renunciar en su totalidad, que la dirigencia debe dar un vuelco total a las expectativas y objetivos de Independiente Medellín y que el corrosivo Elkin Congote debe marcharse del DIM.
Hay que salvar el emblemático Todos en Uno y hay que impedir que la historia de épocas oscuras y frustrantes se repita. Ustedes, señores directivos, tienen la palabra. Y en manos de ustedes, don Raul Giraldo y doctor Eduardo Silva Meluk, está la recuperación de nuestro amado DIM. Los hinchas contamos con ambos y esperamos decisiones de fondo e inmediatas. ¡ Es hora de empezar la reconstrucción del DIM…!!!
[María Victoria Zapata B.]
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