
Antonio Caballero tenía siempre la capacidad de mirar un hecho periodístico o histórico desde un ángulo que a casi nadie se le ocurría. Tal vez ahí radicaba la genialidad de su pluma, tanto en sus columnas de opinión y libros, como en sus inolvidables caricaturas.
Cuando publicó, por ejemplo, su libro ‘Occidente conquistó el mundo…’, Caballero buscó, quién sabe en dónde –porque esa era otra de sus singularidades: sorprender con los datos más insólitos-, cómo habían hecho los reformadores cristianos del calendario para hacer coincidir el año uno (aproximadamente) con la fecha del nacimiento de Cristo.
Era un hombre de muchas pasiones y un ‘bon vivant’ a carta cabal. El análisis de la situación política y social del país, el amor por la historia, el arte, la pintura, la fiesta taurina, la tertulia y el buen comer definen en algo, la misteriosa personalidad del genial periodista, que falleció a los 76 años en Bogotá, por complicaciones de salud.
Y si hubiera que seguir desentrañando sus trucos narrativos, otra de las características de la pluma de Caballero era su maravillosa capacidad para ir tejiendo frases –una tras otra- de manera hipnótica, que obligaban al lector a llegar al final del texto. El sueño anhelado de todo escritor y periodista.
Un talento que cultivó gracias a dos de sus mayores placeres: los libros y la lectura, como se lo dijo alguna vez a este diario en una entrevista: “Son muchos placeres. Desde el del simple ruido (hablando de los títulos, que deben sonar bien) hasta el del sentido. Para resumir: la música y la letra”. Caballero construía sus textos con la meticulosidad de un compositor de música clásica.
(Fuente: El Tiempo)
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SEMANA
Luto en el periodismo: murió Antonio Caballero
No era una pluma cualquiera. Era la de un periodista, reportero, literato, un hombre que navegaba entre las letras, un escritor agudo, riguroso, con el mundo en la cabeza y que escribió sobre Colombia y la política centenares de veces. Una enciclopedia andante. Antonio Caballero, fallecido en la tarde de este viernes en Bogotá, era uno de los hombres más cultos y versados de la lengua española en Colombia.
Nació en 1945 en Bogotá y con él, entre sus genes, venían las letras, el alfabeto: hijo del reconocido escritor Eduardo Caballero Calderón e Isabel Holguín, sobrino de Lucas Caballero (Klim), y hermano del destacado pintor Luis Caballero. Por donde quiera que se analice su árbol genealógico están las palabras, además de la política: Miguel Antonio Caro, su bisabuelo, fue presidente, dirigió la Academia Colombiana de la Lengua, mientras su primo Agustín Nieto Caballero, educador, fue el hombre que le dio vida al afamado colegio Gimnasio Moderno.
Pero Antonio hizo su propia fama, nada despreciable frente a sus antecesores. Se formó desde niño entre Colombia y Madrid, España, una ciudad que conoció como la palma de su mano. Estudió Derecho en la Universidad del Rosario con estudios en Ciencia Política en París, y fue en Francia donde presenció en mayo de 1968 las revueltas ciudadanas frente al establecimiento, hecho que plasmó en varias de sus caricaturas en el diario El Tiempo.
(Fuente: Revista Semana).
Uriel Bautista Gamboa
17 septiembre, 2021 at 6:39 pm
EL RECUERDO DE ANTONIO CABALLERO
Antonio Caballero nos trajo la historia del país con su mirada universal. Nos relató el presente con su mirada crítica fruto de la más pura realidad que él supo amasar desde las entrañas de la oligarquía. Murió preguntándose Sobre su Colombia sin remedio.
Seguiremos leyendo la profecía, del más cachaco de los escritores.
Uriel Bautista Gamboa, Barranquilla
Hincha de Millonarios
Bogotá