Capsulas de Carreño

Iván Mejía dejará la radio este año

Iván Mejía Álvarez, en la Eurocopa de Naciones 2008. Foto El Espectador

Perfil-entrevista con Iván Mejía en 
sus 50 años de periodismo deportivo
(Diario El Espectador)
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-La realizó el periodista Faoruk Caballero este domingo en el diario El Espectador.
-Cápsulas reproduce la entradilla y apartes de la entrevista.
-«Asegura que dejará la radio a final de año y que desde su retiro quiere dedicarse a escribir.
-Advirtió sobre las malas prácticas de Luis Bedoya en Colfútbol.
-Y asegura que tiene sus reparos frente al manejo de la Dimayor».

Uno de los pesos pesados del periodismo deportivo en Colombia, por kilos y por canas, cumple 50 años de oficio este 2018. Iván Mejía Álvarezha sido odiado, insultado y amenazado de muerte por ser sanguíneo en su trabajo, pero también es respetado por su audiencia y por sus colegas, pues dice lo que piensa sin arrodillársele a nadie.

-¿Usted nació sin pelos en la lengua o se los fue quitando con los años de oficio?
Desde chiquito no tengo pelos en la lengua, por eso tuve tantos problemas con mi papá, porque siempre dije todo.


-¿Qué heredó de su madre, Luz Álvarez, y de su padre, Óscar Mejía?
De mi padre a ratos el mal genio y de mi madre me hubiese gustado heredar muchas más cosas. De los dos heredé el comentario duro, ambos eran colombianos fuertes, mi papá era de Pereira y mi mamá era de un pueblo que se llama Pácora, en Caldas.


-¿Cuándo decide irse a Medellín?
En 1967 me fui solo para Medellín. Dejé la familia que ya vivía en Cali y arranqué solo a buscar la vida en Medellín.

-¿Usted estudió en el Instituto Jorge Robledo (Medellín) y al revisar los principios filosóficos del colegio este me llamó la atención: “[…] la Libertad es una conquista que se debe conservar con la disciplina del trabajo”. ¿Considera que la aceptación general de su libertad de opinión se la ganó a punta de disciplina?
A punta de disciplina y seriedad, de corroborar, cuando digo una cosa estoy seguro de lo que estoy diciendo. A mí me han tratado de callar de muchas maneras con demandas y amenazas, pero no han podido. Le voy a poner un ejemplo, cuando todo el mundo idolatraba a Luis Bedoya yo me cuestioné: “¿nosotros quintos en el mundo y con esos partidos tan raros, cobrando una miseria?” Si hubo alguien que pregonó dos o tres años antes lo que estaba haciendo Bedoya fui yo.

-Denunciar y recibir demandas implica un desgaste impresionante por el sistema judicial colombiano ¿eso le importa cuando informa?
Siempre pierdo plata en abogados y viajes porque defenderse es costoso, pero yo en eso no pienso, más bien pienso en que tengo una verdad, en que conozco la verdad y entonces voy para adelante. Soy obstinado y terco en eso y si me parece que las cosas no se están haciendo bien y tengo razones para decirlo, lo digo. Eso me ha servido para que la gente tenga la imagen de una persona independiente y con criterio para decir las cosas. Yo no trago entero, como ahora por ejemplo que no trago entero con el manejo de la Dimayor y con tantas cosas del manejo del fútbol colombiano.

-¿Qué le quedó para la vida de sus tres años de Derecho en la Universidad de Medellín y cómo fue de estudiante?
Muchos latinajos y la sensación de que el Derecho es muy torcido porque siempre ganan los que tienen plata. Como estudiante fui de regular para abajo. No era bueno, yo tengo buena memoria para memorizar una alineación, pero no para memorizar un código.

-1968 fue un año particular en el mundo por los movimientos sociales y las masacres estatales. El ambiente era un hervidero en Francia y se vivieron las repercusiones en América Latina. Los Juegos Olímpicos desataron infinidad de críticas en México, pasó la masacre de Tlatelolco y justo ese año usted llegó al periodismo como corresponsal del diario La Patria: ¿cómo evoca hoy ese debut?
Yo arranqué siendo estudiante de bachillerato del Jorge Robledo y arranqué por unas coincidencias de la vida. Javier Giraldo Neira, que ya trabajaba en medios, era novio de una prima. Ella me lo presentó en Medellín y yo le pedí una credencial para ir a fútbol gratis. Él me la dio pero me dijo que lo llamara y le contara como había sido el partido. Entonces así lo hicimos, yo lo llamé y él me preguntó por las formaciones, yo las di pero las di en desorden. Ahí él me enseñó para toda la vida que la formación se da en el orden que corresponde, primero el arquero, luego el lateral izquierdo, los centrales, el lateral derecho, los volantes de marca, los creadores y los delanteros. Así lo hicimos como tres veces, yo le contaba y él publicaba. Luego Javier se ocupó mucho y me dijo que lo escribiera yo, me corrigió algunos detalles y así empecé en La Patria.

-¿Cómo extiende su trabajo de corresponsal desde Medellín para El País, La República y Nuevo Estadio?
El trabajo mío les gustó y me llamaron de esos medios para que les hiciera lo mismo. Cuando menos pensé tenía un centro informativo desde Medellín para tres periódicos y apenas estaba en sexto bachillerato (grado once para los lectores de hoy). Un día llegué al Atanasio y El Mono, que era un portero, me dijo que me necesitaba don Wbeimar en la cabina. Yo fui y él me dijo que le gustaba la gente nueva y que me había leído cosas interesantes. Así arranqué en la radio, en Radio Visión. Me vinculé en mis inicios con ese par de grandes, Javier Giraldo Neira y Wbeimar Muñoz son mis dos maestros y las dos personas a las que les agradezco estar metido en esto.

-¿Por qué cambia la eterna primavera paisa por la nevera bogotana en 1972?
Como ya había vivido en Bogotá el frío no me dio duro. Carlos Arturo Rueda me invitó a trabajar. Yo ya había hecho partidos internacionales y cubierto la Vuelta a Colombia, por lo que decidí no ser abogado sino periodista y el periodismo deportivo estaba en Bogotá. Carlos Arturo me hizo una oferta muy buena para El Periódico, de Consuelo Montejo, donde había un notable grupo de periodistas. Carlos Arturo era el director, estaba Carlos Alberto Rueda que había sido Director de Deporte Gráfico y Jorge Uribe, tal vez uno de los mejores periodistas colombianos. Era el corresponsal de La France-Presse y un tipo que escribía supremamente bien. La verdad es que hicimos unas maravillosas páginas deportivas.

-Usted fue uno de los miles de colombianos que zarpó a Europa a lucharla en los 70, ¿por qué dejar la comodidad que ya había alcanzado en Bogotá?
Era muy aventurero y me fui a vivir una experiencia. Recuerdo que los tiquetes fueron una odisea. Primero Bogotá-Miami por Aerocóndor. Luego, Miami-Bahamas por AirBahamas. Después, Bahamas-Luxemburgo por AirLuxemburgo y ahí agarro un tren a París. No se me daba el francés, entonces ahí no era. A los tres días llegué a Madrid y no me gustó, como no me gustan hoy los madrileños. Al final llegué a Barcelona. Ahí me sentí cómodo y me quedé dos años.


-¿Qué trabajos le tocó hacer para mantenerse?
¡Qué no hice! Repartí cartas, recogí fruta, cargué ladrillos, subí ascensores, repartí encomiendas, trabajé vendiendo telas, hice de todo. Si no trabajaba, no comía.

-¿Y en Barcelona el periodismo se le dio?
Nunca me dieron la oportunidad, ellos son complicados con los sudacas. Pero yo trabajaba y mandaba artículos internacionales para la Revista Vea y Nuevo Estadio. Cubrí la pelea de Bennie Brisco y Carlos Monzón. También cubrí a Rocky Valdez en Montecarlo y me tocó conocer a Carolina de Mónaco cara a cara. Cubrí la pelea de Mantequilla Nápoles contra Carlos Monzón, fui a dos premios de Fórmula 1. Me debía mover mucho para buscar billete.

-¿A su regreso en 1975 quién le vuelve a dar la mano para que siguiera en Bogotá haciendo lo que más le gustaba?
Tomo la corresponsalía de Nuevo Estadio y luego trabajo en RCN-Radio con Alberto Piedrahita Pacheco y Hernando Vidales.

-Volviendo a 1977, época en la que el periodista deportivo debía cubrir todos los deportes ¿cómo logró la madurez necesaria para encarar a los jefes y plantearles que solo quería hablar de fútbol y abandonar el boxeo y el ciclismo que en ese momento eran los deportes más significativos en Colombia?
En 1977 termina la Vuelta Colombia que eran 20 días de pura bebida. O se bebía o se dormía y yo hacía lo primero. A los dos días de terminar el trabajo me caso y pienso que eso no podía seguir así. Entonces dije “no más, no más otros deportes” y me dediqué a hablar de fútbol. Fue una buena decisión porque a mí los periodistas que hablan de todo no me ofrecen credibilidad.


-Usted ha pasado por todos los formatos y trabajos periodísticos, pero se aburrió de la presentación en televisión, ¿por qué?
¡Nooooo! Irse uno toda una tarde a un noticiero para salir dos minutos y cuando ya estás preparado sale la directora a decir “bajen los deportes” y no vas, te quedas hecho una pelota y yo dije no más. No volvería a presentar ni noticiero, ni nada. A duras penas voy a televisión a ver los partidos y a La polémica.

-¿Qué tiene El pulso del fútbol que se transformó en un ícono del periodismo colombiano de las últimas décadas?
Es un programa auténtico, no es un programa acartonado, es raro, diferente, con opiniones, con matices. En la época de Peláez éramos dos viejos, dos veteranos con muchos recuerdos. Cambió, se fue Hernán, se retiró, decisión que lamento porque podría estar ahí triunfando. Llegó César Augusto que es un target diferente, trajo otro tipo de cosas, trajo una audiencia nueva. Debo decirlo con mucho orgullo, cuando se fue Peláez muchos pensaron que El Pulso se había acabado y debo decir que hoy tenemos más audiencia que nunca.

-¿Se acaba El Pulso si se va Iván?
No, yo no puedo decir eso, sería muy ególatra. Yo me voy el 23 de diciembre de este año, ese día hago el último Pulso y se acabó. Ya se verá que a los dos meses me han olvidado, la audiencia es así. Seguramente el día que yo me tome un tiempo de descanso llegará un nuevo formato con César. Yo tomaré la misma actitud de Peláez, “hasta aquí llegué, hasta aquí escucho”. Peláez no oye La Luciérnaga ni El Pulso, porque pensaría “yo lo hubiese hecho diferente” y así lo haré yo.

-¿Quién es Hernán Peláez para Iván Mejía?   
Es un gran maestro, es un hombre muy interesante periodísticamente. Es el Rey Midas del periodismo. Un tipo con un criterio y una inteligencia para captar las audiencias de forma extraordinaria, pero yo no soy amigo personal de Peláez. Somos conocidos, nos estimamos, nos vemos y charlamos, de vez en cuando nos llamamos. Tuvimos una muy buena amistad al aire, la gente pensaba que nosotros éramos panas y andábamos para arriba y para abajo, pero yo en 15 años de programa con Hernán si almorcé dos veces con él, no almorcé tres.

-¿Por qué si en radio y en tele le va tan bien, la prensa escrita es el tipo de periodismo que más lo llena?
Bueno porque yo comencé en prensa escrita y me gusta mucho escribir. Una de las cosas que tengo en la cabeza es que quiero escribir cuando me pase la fiebre del retiro. Si Dios me permite y tengo vida y tengo salud quiero escribir, hay un par de cositas que tengo en cabeza que quiero trabajar para tener algo que hacer.

-¿Por qué dejar el frío bogotano por el calor cartagenero?
Estaba mamado de Bogotá. Mamado del frío, de los trancones, mamado de los problemas de Bogotá. Fue una decisión absolutamente acertada, correcta. Vivo en este sitio delicioso, todos los días tengo algo que ver con el golf que es lo que más me gusta, juego y no aprendo, sigo siendo muy malo, pero ya es por preparar un retiro que es inminente. Ya tengo 68 años, ya no tengo que joder más. Desde mi cuarto hago El Pulso desde que llegué aquí y vivo feliz.

-¿Cuál es el principal error del periodismo deportivo de hoy?
Muchos jóvenes hablan de todo, no se especializan en un tema y creen que hacer buen periodismo es tener el whatsapp de Falcao o de James.


-¿Cómo debe prepararse un comentarista de futbol?
Hay que saber y para saber hay que estudiar, leer y estar actualizado. A mí me gusta mucho la táctica y yo trato de no enredar a la gente, en mi comentario busco ser profundo, pero sencillo, que se entienda y creo que lo consigo.

-¿Cree que está en el podio de los analistas de fútbol colombiano con más madrazos recibidos?
Sí, uuuu, claro, junto a Vélez y Meluk.

–¿Por qué después de generaciones siguen los mismos veteranos y se mantienen vigentes en el comentario futbolístico?
Algo tenemos. Tenemos conocimiento, la gente a mí me oye y me cree. También me insulta, pero me oye y me ve. Las encuestas, sin querer ser petulante ni agrandado, dicen que los referentes somos los mismos y tenemos la mayor aceptación. Nosotros inventamos, somos creativos y tratamos de ser originales. El periodismo que marca lleva un sello propio y personal, el resto es periodismo vulgar sin análisis.


-¿No se puede leer eso como una crisis en el periodismo?

Sí hay una crisis, hoy hay mucho nuevo y muy pocos preparados. Hoy quieren aprender a ver fútbol con Google y Google no te enseña a ver fútbol. Nosotros, la generación mía, Peláez, Hernández, Mejía, Vélez, nos nutrimos de El Gráfico. Aprendimos de táctica leyendo a Juvenal, aprendimos a captar la parte humana, la sensibilidad y la terminología. Los de hoy leen a Olé y Olé no te enseña nada.

-Tres consejos para un joven que hoy quiere ser periodista especializado en fútbol
Prepárense, prepárense y prepárense.

-Cuándo se cumplen 50 años de oficio siempre se quiere decir algo más, ¿qué quiere decir?
Que me iré este año si todo sale como está previsto, me voy feliz de haber hecho una profesión bonita. Que me voy feliz de haber logrado un respeto, una credibilidad y unos niveles grandes de audiencia por donde he pasado. Que me voy feliz de haber podido encontrar, sin ser un profesional de universidad, una forma de ganarme la vida, de vivir bien, de darle estudio y de darles todo lo que he podido a mis hijos. Estoy inmensamente agradecido con toda la gente que me soportó y con toda la gente que no me soportó, pero me ayudó a seguir.
(Fuente: Faoruk Caballero, diario El Espectador).

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