Capsulas de Carreño

Jairo Chávez … Estrictamente confidencial

 POR WILLIAMS VIERA desde USA.

 

 

Hay que decirlo de entrada, él no es el Capitán Nemo, el sabio atormentado y desengañado del género humano, en quien confluyen el individualismo libertario y un exacerbado sentido de la justicia como si fuese un paradigma de la novela de aventuras que ha vivido desde hace 52 años tanto en la radio como en el periodismo escrito.

    Su historia, quizás, debería llamarse, como nos sugirió Julio Verne en el momento que escribíamos estas líneas, ¡ojo, no estamos locos!, y aunque usted no lo crea, el escritor francés susurró: “El millaje de un periodista”.

“Ajá”, dije como si la vida de nuestro personaje estuviese llena de consecuencias insufribles por el modo de comportarse en la casa que era compuesta por sus padres, Luis Alberto e Hilda Mery. Entonces, él, junto a sus hermanos (Henry, Alberto y Noraida), no debía decir malas palabras, pero estaba obligado a mirar de reojo cuando alguien las decía, por ser, como lo recordó un amigo en común, el historiador Guillermo Ruiz Bonilla, “el hombre que nació sin pecado concebido”.

 

Jairo Chávez Ávila en su salsa. Listo para informar a sus oyentes.

Y es que Jairo Chávez Ávila, el hombre más popular del barrio Primitivo Crespo, en la época en que la ciudad de Cali era un pueblo grande y bobalicón, la gente se detenía para saludarlo o para conversar con él luego de regresar de Europa como si hubiese llegado de visita siendo un turista mientras la pitada del tren de carga o de pasajeros con su peculiar cha-cha-cha que pasaba cerca de su casa, se desplazaba sobre los rieles dando una clara demostración de que representaba la alegría por su retorno sin novedad. Los gallos que se criaban en los patios de aquellas casas para las fiestas de Navidad, se alborotaban y se ponían a cantar como si fuesen integrantes de una banda de músicos.

    Créame… No es un cuento. Las madres que tenían hijas en edad de merecer, cada vez que lo veían, les decían a ellas: “Es un gran partido. Nunca se le escucha un carajo, su voz, en la radio, enamora, pero lo que más gusta de él es su sencillez”.

EL MEJOR OFICIO  

Y para entender lo que es la humildad se debe conocer a Jairo Chávez Ávila. Él ha realizado el viaje por la vida solo con el equipaje necesario para cumplir, como periodista, con el sacerdocio del periodismo sin tener que lanzar la mierda y sin lavarse las manos durante el tiempo que lleva trabajando como un obrero de la palabra al frente de un micrófono o de una máquina de escribir, antes, o de un computador en este tiempo con lo que sigue dando muestras de que el periodismo es una maravillosa escuela de vida o “el mejor oficio del mundo” como lo dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez.

Desde el momento que empezó a trabajar en la radio, los muchachos del Primitivo Crespo quisieron ser como él. Por eso no es extraño que de sus casas y calles hayan surgido varios periodistas, entre otros, como Jaime Orlando Dinas, Quique Barona, Esaín Tello, Guillermo ‘Memo’ Cárdenas o los Cortés, Freddy y James, “una ‘gallada’ enorme” como nos dijo para esta crónica.

CONEXIÓN CON LA GENTE 

El enorme éxito de Jairo Chávez Ávila como periodista radica, sin duda, en su conexión con los oyentes y cuando escribe, con los lectores.

“Lo que digo en el micrófono le gusta lo mismo al dirigente deportivo que al político; que, al deportista; que a la mujer que trabaja en una oficina o que limpia casas; que, al intelectual; que al hombre que vende revistas y periódicos en la esquina. Lo importante es conmover con las palabras”, nos dijo Chávez Ávila en la redacción de ‘Occidente’ y del semanario ‘Balón’ una mañana en la que estábamos, entre otros, Jorge López Tulande, Luis Enrique ‘Palito’ Delgado, Alberto Marulanda, Mario Enrique Agudelo y quien se atrevió a redactar estas líneas.

Y como la vida es una sucesión de lecciones que cada quien debe vivir para entender, en el ambiente periodístico ahí está él, el que, al leer las obras de Julio Verne, viajó a ese mundo imaginario de la literatura, pero aterrizó, digámoslo así, al lado del arrogante francés Laurent Fignon, el ciclista que nos caía tan mal a los colombianos por hablar ‘merde’ de los ‘escarabajos’ debido a que los veía que engullían trozos de panela durante el recorrido de la Vuelta a España, del Tour del Porvenir y, lógico, del Tour de Francia.

Entonces, Chávez Ávila, como buen periodista y entrevistador al servicio de RCN Radio, aprovechó la ocasión de interrogar a Fignon para restregarle, en su particular estilo, el título de ‘Lucho’ Herrera en la Vuelta a España luego de su glorioso paseo por la Castellana, en Madrid, con la bandera de Colombia en lo más alto. Entonces, se atrevió a hacerle la pregunta que le carcomía por dentro.

Que pensez-vous de la victoire de ‘Lucho’ Herrera?

─ Ahí está él celebrando ─ le contestó el francés en español ─. No pienso nada.

“Y Fignon se fue al ver al ciclista colombiano. Recordaba, tal vez, la frase del escritor francés Gustave Flauber, quien escribió ‘Madame Bovary’ y en la que dijo, ‘Cuidado con la tristeza, es un vicio’. Aquello fue el 15 de mayo de 1987”, nos dijo Chávez Ávila para esta crónica.

Aquel día, viernes por demás, la locura se desató en Colombia. El presidente, Virgilio Barco, en el Palacio de Nariño, salió al balcón, ondeó el tricolor nacional y no pudo ocultar las lágrimas, a pesar de las gafas que usaba mientras, en las casas, las banderas fueron sacadas por las ventanas.

A Chávez Ávila le brotaba la emoción en cada palabra que pronunciaba y cuando su voz llegaba al transistor que estaba pegado a la oreja, a través de las ondas hertzianas, la alegría era ilimitada. Esto se veía en la gente que caminaba por el centro de las ciudades, pendientes, además, de las pantallas de los televisores que permanecían listos para ser vendidos mientras se escuchaban las bocinas de los vehículos de manera desenfrenada como si fuesen los personajes de ‘La vuelta al mundo en ochenta días’, una de las obras notables de ciencia ficción de Julio Verne por ser vanguardista y por el surrealismo que desarrollaba en sus escritos.

Entonces, Chávez Ávila, el muchacho del barrio Primitivo Crespo, como si fuese el Capitán Nemo, sin ser desgraciado como en la obra de Verne, pero sí brillante al frente del micrófono, fue el encargado de propiciar la entrevista radiofónica entre ‘Lucho’ Herrera y el presidente Barco.

─ Nos sentimos orgullosos con el triunfo. El ciclista representa al colombiano con legitimas aspiraciones de superación, consciente de su propia valía, optimista y seguro ante el futuro ─ dijo Barco con su característica timidez y turbación.

─ Ha sido un trabajo en conjunto que dedico a todos los colombianos con la esperanza de que algún día haya paz en Colombia ─ expresó ‘Lucho’ Herrera.

PERO CUIDADO … 

Dos preguntas: ¿Cuántos años tenía el periodista Chávez Ávila en esta fotografía de Absalón Martínez? ¿Quién era el personaje que entrevista: un ciclista o un futbolista?

     Si bien a Jairo Chávez Ávila se le conoce como un hombre de ciclismo, a los demás deportes los domina con su palabra por el respeto que le tienen los deportistas y la clase dirigente.

   Verbigracia, en el ambiente, aún se recuerda la vez que entrevistó, en Buenos Aires, a Carlos Salvador Bilardo, técnico argentino, que dirigía al Deportivo Cali, en una de las salidas del conjunto verdiblanco por la Copa Libertadores en 1978.

─ Jairo, este torneo es muy especial. Todos apretamos los dientes y buscamos saber lo que hace el rival en los entrenamientos. Boca Juniors, dirigido por Juan Carlos ‘Toto’ Lorenzo, de acuerdo con lo que él le dijo a ‘Balón’ y ‘Nuevo Estadio’, nosotros los enviamos, en Cali, a un hotel en el que el ruido constante evitaba que ellos pudieran descansar… Lo que nadie sabe es que el ‘Toto’ tiene la costumbre de hablar con los pilotos de los aviones que llevan a equipos rivales y les pide, con su frase preferida, mientras se ríe, ‘¡bailen en el aterrizaje para aprovechar el mareo durante los partidos!’.

El fútbol es de vivos y de concentración. En el partido ante Peñarol, en Montevideo, le pedí a los jugadores concentración y ganamos, 0-2, e igual les dije en Asunción, en donde se le ganó a Cerro Porteño, 0-4, que fue una hazaña.  Si un médico tiene que estar 12 horas concentrado para que no se le muera un paciente; yo pido 90 minutos, nada más ─ le dijo Bilardo, en aquella ocasión, a Chávez Ávila.

En este punto hay que precisar que los partidos mencionados por Bilardo se disputaron, en Montevideo, el martes 18 de julio, y los goles fueron anotados por Alberto ‘El Tigre’ Benítez, a los 21’, y Ángel María Torres, 68’; mientras que, en Asunción, el miércoles 18 de octubre, con dobletes de Néstor Scotta, 45’ y 62’ y Benítez, 71’ y 77’.

ES HORA DE EMPEZAR …

Al cabo de tantas historias que tiene que contar “el hombre que nació sin pecado concebido”, la frase lo retrata muy bien. Lleva 52 años en la radio, pero él tiene cierto toque humorístico cuando escribe. Cada vez que se sentaba al frente de la máquina de escribir Olivetti, color azul verdoso, en la oficina de ‘Balón’ y en un computador en ‘Diario Deportivo’ era admirable verlo con su capacidad de pensar en la edición que saldría una semana más tarde con los temas que no pasaban de actualidad.

“A Chávez Ávila le dábamos un espacio ínfimo en ‘Occidente’, pero él lo volvía importante”, dijo ‘Palito’ Delgado, quien vive, en Santander de Quilichao, Cauca, alejado de las carreras del cierre de edición.

Entonces, como si el Espíritu Santo le hubiese soplado el polvo de su memoria, ‘Palito’ Delgado agregó:

“Jairo Chávez trabajaba en una notaría que estaba en la calle 9ª y por ratos iba a Todelar en donde no ganaba dinero. Le daba miedo quedarse sin trabajo, pero un día lo convencí de que se dedicara tiempo completo al periodismo. Él lo hacía bien por la pasión que le ponía al oficio y desde entonces ha vivido la vida con la voracidad de las noticias”.

Y es que uno de los hijos ilustres del barrio Primitivo Crespo, en Cali, se graduó de mecánico industrial en la Institución Educativa Técnico Industrial Antonio José Camacho, pero…

“La verdad es que no ejercí la mecánica. Tenía el virus del periodismo corriendo por mis venas. Entonces, explotó aquella pasión con motivo de que Cali iba a realizar los VI Juegos Panamericanos. Directivos de Todelar visualizaron que era una gran oportunidad de cimentar la imagen de aquella empresa radial y por intermedio de los periodistas Paco Luna y Guillermo García Jaramillo, un hombre que había nacido en el barrio Obrero, crearon ‘Operación Juventud’ con un formato en el que se vinculaban a los estudiantes de los colegios de la ciudad. Radio El Sol emitía el programa de lunes a viernes a partir de las 7 de la noche. Nos hacían preguntas, charlábamos e improvisábamos al frente del micrófono de algún tema que proponían mientras que un jurado escuchaba y calificaba voz y dicción”, contó Chávez Ávila muy animado a juzgar por su tono de voz.

Aquel programa fue un éxito de sintonía al igual que en otras regiones del país. De él surgieron muchos de los periodistas radiales que siguen deleitando e informando, a los oyentes, con el timbre de sus voces.

“En esa época nadie podía entender las ganas que tenían los jóvenes de darse a conocer por medio de la radio. ¡Dios Santo!, todo aquello fue una revelación por lo que vemos hoy con las redes sociales”, exclamó.

Chávez Ávila, como a la gente mayor, necesitó muchos años, 52 para ser precisos, para entender la locura con la que vivimos en este tiempo por aquello de las aplicaciones en los teléfonos móviles como si estuviéramos en una caverna, igual que la de Platón: Todos mirando imágenes y creyendo que son realidad.

Por aquel entonces lo que realmente importaba era que surgieran periodistas. Los que realizaban el oficio se podían contar con los dedos de las manos.

“Al locutor y al periodista se les respetaba como al médico o al cura del barrio. El proceso de elección se cumplía en tres fases. De ese programa surgieron, entre otros, Reinaldo Barco, Henry ‘El Bocha’ Jiménez, Marino Millán, Ricardo Alarcón Gaviria, Gilberto Hernán Zapata, contralor de Cali y prestigioso abogado, y mi persona. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar que la única mujer que participó fue Edith Romero Gutiérrez”, dijo Chávez Ávila con prodigiosa memoria.

Sin embargo, su familia y allegados lo consideran el tipo más despistado del mundo por dejar de cobrar sus cheques de pago. “Ni que fuera millonario”, dijeron para esta crónica ‘Estrictamente confidencial’.

UNA FRANCESA EN EL CAMINO … 

Jairo Chávez Ávila en el momento de recibir el Premio Vallecaucano de Periodismo ‘Gerardo Bedoya Borrero’.

Muchas de las que escuchan a Chávez Ávila creen sentir que un ángel les habla y hasta les produce escalofrío. Así lo confesó una francesa de grandes ojos azules, cabello rubio, delgada como un ciprés, pero sin sujetador reductor y con un blue jeans ajustado por lo que su aspecto de retaguardia llamaba la atención.

─ Para usted, señorita, ¿qué ha sido lo que le ha impresionado de la delegación colombiana? ─ le preguntó un reportero de RTVE.

─ Por supuesto ─ la francesa de grandes ojos azules le dijo muerta de risa ─. Usted lo puede ver. Siempre va en una motocicleta y ahora se encuentra entrevistando a Bernard Hinault para la radio colombiana.

El reportero de RTVE y la francesa que andaba sin sujetador reductor, se acercaron a Chávez Ávila, el 29 de junio de 1984, después de que terminó la contra reloj individual de aquel Tour que era el segundo en el que el periodista colombiano participaba en la transmisión de RCN, de los 11 en los que estaría uno de los hijos ilustres del barrio Primitivo Crespo.

Tan pronto como terminó de hablar con el ciclista a quien, en Francia, llamaban ‘El Tejón’, y ‘Caimán’ en España, el hijo de Luis Alberto e Hilda y hermano de Henry, Alberto y Noraida atendió al colega francés, pero por ser “coqueto por naturaleza”, como se le conoce en el medio periodístico, se quedó mirando a la francesa. Él no esperaba lo que ella le diría mientras lo tomaba del brazo izquierdo para impedir que el reportero de RTVE la pudiese escuchar.

─ Por lo que le voy a decir no vaya a creer que soy puta. Me encantan los hombres que tienen altos índices de Melanina ─ dijo ella ─. ¿Qué piensa de lo que le digo?

A pesar de lo coqueto, Chávez Ávila enrojeció. No sabemos la razón, pero ella le obsequió una sonrisa irónica y agregó:

─ Nunca lo voy a olvidar a pesar de que no tiene tiempo de enterrarme en este momento por su trabajo.

Las palabras de la francesa, en aquel entonces, desconcertaron a uno de los hombres más populares del barrio Primitivo Crespo. El rostro de Chávez Ávila no lo pudo ocultar. A él, aquello, le parecía surrealista.

—–

UNIVERSO DE FANTASÍA

En Amboise (Francia) patrimonio vivo de la humanidad declarada por la Unesco. Chávez Ávila hizo un alto en el camino del Tour del Avenir para esta foto que usted observa.

 En el momento que escribíamos esta crónica resulta inevitable dejar de pensar en la figura del autor de las aventuras “La vuelta al mundo en 80 días”, de “Veinte mil leguas de viaje submarino” o “De la Tierra a la Luna” por lo que se deduce que cada viaje de Jairo Chávez Ávila que realizó por las transmisiones de ciclismo que hacía RCN, desde las carreteras de Europa, era como si él, el hijo de Luis Alberto e Hilda y hermano de Henry, Alberto y Noraida, estuviese cumpliendo el designio de Julio Verne cuando dijo, en 1872, “La Tierra es más pequeña, puesto que puede ser recorrida diez veces más rápido que hace 100 años”.

Entonces, en una de esas excursiones en las que se narran las hazañas de los ‘escarabajos’ colombianos, Chávez Ávila aprovechó para caminar hacia la aventura después de terminar la octava contrarreloj individual, en Nantes, el 12 de julio de 1986, en el Tour de Francia que es considerado monumento nacional en esa nación europea y apreciado como su Torre Eiffel al igual que sus 360 quesos.

Tan pronto dejó el hotel, en el que se alojaba junto a los demás integrantes colombianos de la caravana periodística, le llamó la atención, en el puesto de diarios y revistas que estaba en la esquina, un titular a ocho columnas del diario ‘Le Figaro’, el más longevo de tirada nacional:

“El 43% de los franceses no se bañan todos los días”.

El título iba acompañado con una bajada de dos líneas, como lo leyó Chávez Ávila: “La fundación BVA realizó una encuesta y demuestra que el 57% de franceses se duchan a diario; un 24% cada dos días; un 11% cada tres jornadas y, finalmente, un 8% cada cuatro o más”.

El personaje de esta crónica, al terminar de leer aquello, sintió que la francesa que lo agarró del brazo izquierdo, dos años antes, no había sido una anécdota sino una revelación por el aroma que expelía a su paso.

“Ahora me doy cuenta que la mala higiene es un problema en Francia”, le dijo Chávez Ávila al vendedor de diarios y revistas.

Entonces se alejó de aquel lugar. Saludó a varios colombianos que le preguntaron de la prueba ciclística y del fútbol colombiano mientras se dirigía a visitar el Museo de uno de los ciudadanos más ilustres de Nantes, Julio Verne, quien se inspiró en su ciudad para crear su fantástica obra literaria. Y no se arrepintió al llegar al lugar luego de descubrir libros y documentos originales, ilustraciones y manuscritos de las novelas de aventuras. ¡Qué aventuras! En sus relatos fantásticos habló de la televisión, de helicópteros, de submarinos y de naves espaciales cuando todavía faltaba un siglo para que se inventaran.

Y Jairo Chávez Ávila, ¡quién lo creyera!, se emocionó como un niño y estuvo a punto de llorar en el momento que leyó una frase de uno de sus escritores preferidos: “La Tierra no necesita nuevos continentes, sino hombres nuevos. En presencia de las grandes convulsiones de la naturaleza, el hombre es impotente. Los trenes, como el tiempo y la marea, no se detienen para nadie”.

Una razón para estar triste

     En la noche del sábado 8 de agosto de 2020, Chávez Ávila buscó en su baúl de los recuerdos, en el que guarda su archivo personal, un viejo casete.

“Lo encontré”, fue lo único que dijo y lo dejó encima de la mesa de noche al lado de su cama. Era para no olvidarlo el domingo en la mañana, en el momento que se encaminara, en Cali, a la calle 30 con carrera 8ª, en donde están ubicadas las instalaciones de RCN Radio.

Y así fue. Desde la noche anterior y en las horas posteriores de que se dio la noticia que Gabriel Ochoa Uribe había fallecido, a las 7:40, se recordaban las ejecutorias que había realizado con el trabajo bajo la ley del esfuerzo que no negociaba.  Se dijo y se escribió que con Millonarios fue campeón en 1959, 1961, 1962, 1963, 1964 y 1972; con Santa Fe en 1966; y con América en 1979, 1981, 1982, 1984, 1985, 1986 y 1990; y que estuvo en tres finales consecutivas de Copa Libertadores, perdiendo ante Argentinos Juniors por penales (1985), ante River Plate (1986) y ante Peñarol en el último segundo (1987); y que dirigió en dos ocasiones a la Selección Colombia.

En aquellas horas ¿qué más se podía decir? Que es el director técnico que más partidos dirigió con 1.565; que fue el primer arquero en anotar un gol al Atlético Bucaramanga en 1952 luego de reemplazar a Alfredo Di Stefano, quien se enfermó la noche anterior de ese compromiso que ganó Millonarios, 7-1, de visitante; que Pepino Sangiovanni lo ‘retiró’ de la medicina cuando, en Bogotá, le insistió y le dijo, “lo queremos a usted para que saque campeón al América. No nos recomiende a nadie”.

Sin embargo, Colombia, nación consagrada al ‘Sagrado Corazón de Jesús’ el 21 de noviembre de 1902, nunca esperó que ‘En la jugada’, un programa de RCN Radio, el domingo 9 de agosto, iba a escuchar la voz del médico Gabriel Ochoa Uribe debido a una entrevista realizada por el periodista Jairo Chávez Ávila y en la que el técnico más ganador del futbol colombiano le abrió su alma y le contó lo que fue su vida personal y deportiva.

Aquel reportaje se le consideró un gran testimonio durante aquellas horas de tristeza, pero a la vez causó sorpresa por todo lo que reveló.

“Jairo, nadie sabe que tuve la oportunidad de volver al fútbol luego de mi retiro el 22 de diciembre de 1991. Humberto Arias, presidente del Deportivo Cali, en el 91, en la Torre de Cali; en el ’93 me lo encontré en una fiesta de fin de año y me dijo, ‘¿ahora sí o no?’. Después, en el ’94, me volvió a decir que volviera al fútbol, pero si lo hacía debería de ser con el Cali”.

El hijo de Luis Alberto e Hilda y hermano de Henry, Alberto y Noraida, volvió a demostrar, con el trabajo periodístico presentado, que la humildad que lo caracteriza es la esencia del amor que siente por todas las cosas que realiza.

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ALLÍ ESTAMOS

    En la redacción de un medio de comunicación, como ocurría, por ejemplo, en ‘Balón’, se conocían relatos espeluznantes y conmovedores del diario vivir porque, en ocasiones, la muerte nos acecha mientras contemplamos la belleza de la simplicidad de una gambeta, de un túnel, de un rechazo de un defensor, de un gol o de una atajada, pero a la vez nos mostraba lo duro del ‘oficio’.

    En aquella época ‘caliente’, como en la actual, una simple llamada representaba una fuerza superior que demolía el mejor de los argumentos a pesar de que no volveríamos a ser los mismos, que cada ataque violento en contra de los periodistas nos transformaba y nos robaba todo. Sin embargo, ahí estábamos a pesar del pánico constante como si estuviéramos en una ‘guerra’ con el sentido de supervivencia a flor de piel.

“Estando en Nantes recordé mis días en que leía a Verne en la semioscuridad del vientre de una inmensa máquina plana, soñando con vidas, destinos y lugares que solo pueden experimentarse gracias a la magia de las palabras”, dijo Chávez Ávila, en una ocasión en la oficina del semanario ‘Balón’ mientras se preparaba para escribir un reportaje con Luis Eduardo Reyes, defensa del América.

En ese momento, ni Chávez Ávila ni quien se atrevió hacer este ‘Informe Confidencial’ y mucho menos los demás colegas, no sabíamos que ‘El hombre de hierro’ había sido secuestrado, “cerca de Candelaria”, así me lo dijo Reyes un día que nos encontramos en una notaría después de uno de esos viajes relámpagos que realizamos los que vivimos en el exterior, pero que estamos anclados, sentimentalmente, con la tierra que nos vio nacer.

Entonces, para no hacer muy largo el cuento, digamos que a Jairo Chávez Ávila le gustan las baladas de Raphael, de Julio Iglesias, de Sandro y de Claudia de Colombia, entre otros intérpretes, pero que ninguna dama, sea joven o de la edad que él tiene, que ni se atreva a invitarlo a bailar porque, como dijeron ellas, “él es un desastre al tener dos pies izquierdos”.

¡Ah!, se nos olvidaba. En la primera competencia en la que estuvo el personaje de esta crónica fue comentarista de Reinaldo Barco, quien, en aquella oportunidad, se desempeñó como narrador de ciclismo. Sí, como lo lee. Barco, ¡narrador de ciclismo! Y fue en la época de ‘Operación juventud’.

“En Todelar no ganamos ni un peso. En Caracol estuve durante seis meses, pero no como empleado sino como colaborador. En ese grupo estaban Mario Alfonso Escobar, Mario Posso Posso, Oscar Rentería Jiménez, Rafael Araujo Gámez y Jairo Aristizábal Ossa, como comercial, mientras que Ricardo Alarcón Gaviria y mi persona hacíamos reportaría en los camerinos. En 1977 me llamó Rafael Medina Corrales, director artístico de RCN-Cali, y me contrató como comentarista de fútbol, pero como ya tenía experiencia en las competencias ciclísticas transmitiendo desde una moto, me ofrecieron esa labor”, dijo Chávez Ávila.

Lo que no contó el personaje de este informe titulado ‘Estrictamente confidencial’ es que el pasado 16 de febrero de 2022, él recibió el Premio Vallecaucano de Periodismo ‘Gerardo Bedoya Borrero’ en el Club Colombia por 29 crónicas documentadas ‘VI Juegos Panamericanos Cali 1971: tributo a un legado inolvidable’ y que se emitieron por RCN debido a la evocación del certamen que cambió a Santiago de Cali.

Entonces, digamos como colofón. Jairo Chávez Ávila es de aquellos que consideran que la amistad verdadera se convierte en roca y en infinita como el mar por el vínculo que se mantiene con el paso del tiempo sin conocer de fronteras. Él entiende que la amistad no se desgasta con los años, al contrario, aunque tenga obstáculos que superar, saldrá fortalecida porque no depende de cosas como el espacio y el tiempo…
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Un comentario

  1. Luz Marina Toro

    13 diciembre, 2022 at 4:46 am

    POR LA CRÓNICA DE WILLIAMS VIERA
    A pesar de lo larga esta crónica, ¡me la leí toda! Tan amena que invita a llegar hasta el final. Genial conocer a este personaje, cuya vida es un ejemplo. Felicitaciones.
    Luz Marina Toro

    Hincha de Santa Fe
    Medellin

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