Capsulas de Carreño

Junior anticipó el Halloween y la Navidad (Rafael Castillo, El Heraldo)

Rafael CastilloPor Rafael Castillo,
El Heraldo

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* Doloroso, triste y preocupante para el juniorismo.
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Junior le adelantó el Halloween a sus hinchas y la Navidad a los de Nacional con su derrota 4-0 el sábado anterior. A los rojiblancos los puso a vivir la horrible noche de ver cómo el rival más encarnizado profanaba su casa con una goleada.

Fue terrorífica la impotencia ofensiva, la falta de ideas creativas, la maniatada vergonzosa a la que fue sometido por los verdes.

Los Tiburones salieron totalmente irreconocibles, con una máscara sin dientes que nunca metió miedo al adversario.

Los verdolagas, en cambio, aprovecharon y se divirtieron con los aguinaldos que entregó la defensa y en general todo el equipo local con una pasividad inadmisible para encarar esta clase de partidos.

El titular de EL HERALDO en el previo del partido fue «¡A jugar con el alma!», pero todo indica que los integrantes del club caribeño lo entendieron al contrario. Jugaron sin brújula, sin orden, sin carácter, sin empuje, sin fuerza, sin alma. Especialmente en el primer tiempo en donde se resolvió todo y se presentaron los cuatro goles. Ya el segundo fue de mero trámite, Junior tuvo una leve reacción y medio alcanzó a hacer cosquillas a un compasivo Nacional con la entrada de Jarlan Barrera (que no debió quedarse en la banca al igual que Ovelar, eso fue parte de los regalos que encontró el rival).

Sí, lógico, no estaba jugando con la novia. Le tocó bailar con una fea como Yimmi Chará, que se gozó la fiesta porque entró como ‘Pedro por su casa’ hasta donde quiso con su jabonoso estilo de juego, que merece una llamada de José Pékerman.

Doloroso, triste y preocupante para el juniorismo. Lo menos malo dentro de esta humillante caída es que no se da en una instancia decisiva. Habrá chance de corregir y reivindicarse.  Se necesita.

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CAMBIO DE FRENTE: Pékerman se ha equivocado y hay que criticarlo, por su puesto, nadie es intocable, pero tampoco se debe llegar al extremo de pedir su cabeza, decir que no sabe de táctica, que la suerte lo acompañó, que es el peor técnico del mundo y «que ya se le acabó la estructura que le dejó ‘Bolillo’ Gómez», como increíblemente le escuché decir a nivel nacional a un popular comentarista del interior.

Guardemos equilibrio. Ya lo he dicho: no es Pokemón ni Pikachú ni Superman (como decían cuando clasificamos al Mundial de Brasil-2014), es Pékerman, de carne y hueso, un ser humano que puede cometer errores, pero tampoco es el más malo, el villano de la película ahora que perdió un partido. No lo pasemos de héroe o villano, de ángel a demonio, del cielo al infierno con tanta facilidad. Equilibrio y mesura en la buena y en la mala, por favor. Tiene varias cosas que mejorar en la Selección, pero sigo confiando en su sapiencia.

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