Capsulas de Carreño

Junior finalista, a pesar de Andés Rojas. Por Hugo Illera


Por Hugo Illera, Diario Deportes

*Otra hermosa historia llena de sudor, de empuje, de sufrimiento y de gran felicidad. A pensar en la décima, todos juntos, como siempre…

El pitazo final ha sonado y el desenfreno del cuerpo técnico y jugadores del Junior es más que justificado. El Estadio Manuel Murillo Toro había comenzado a quedar vacío antes de terminar el juego. En medio de los abrazos, los gritos, el “que crezca la pila”, por fin Andrés Rojas, el árbitro del partido, ha pasado a un segundo plano después de haberla embarrado toda la noche. El juego ha quedado 2×2, pero ese simple marcador, está lleno de historias, de planteamientos equivocados y corregidos, de un pésimo arbitraje y de un técnico que estalló de emoción y de otro que se ha quedado mirando lejos como buscando explicaciones. Ahora escuchó al DT Comesaña decir, en la rueda de prensa, que “no hay nada bueno sin sufrir”. En el Junior pareciera que eso fuera una condición primordial para ganar las estrellas. Esta noche en Ibagué, ante el Tolima, no ha sido la excepción.

 

Hubo cosas específicas en un juego dramático. Junior comenzó a perder a los 8 minutos con un cabezazo de Moya. Empató 5 minutos después con otro cabezazo de Mera que había quedado ardido con el gol de Moya. A los 37, el árbitro Rojas pitó una falta de Pico sobre Castro dentro del área. Craso error, el contacto fue afuera. Con el 2×1 se fueron al descanso. Al volver, el Junior tuvo que esperar 26 minutos más para empatar. Jugada espectacular de Cariaco y remate de Cetré que hizo pifiar al arquero Cuesta. Para entonces, Junior ya jugaba, como casi todo el segundo tiempo, mejor que Tolima.

 

El 2×2 también contuvo cosas para preocuparse, para comerse las uñas, para dejar de ver el televisor y también para gritar y emocionarse.

 

El primer tiempo fue terrible. El Junior peleó el partido, no lo jugó. Es que Junior no es equipo para defenderse a ultranza y otra vez vimos al equipo metido en su propio terreno aguantando la avalancha del equipo de Gamero. Ya había pasado ante Nacional en Medellín. En el Whatsapp recibíamos conceptos de familiares, amigos y desconocidos. Ahora la angustia y las alegrías se viven por los chats. El segundo tiempo fue otra cosa.

 

Claro que, entre uno y otro, Andrés Rojas se superaba en su pésimo arbitraje en cada decisión que tomaba. Fue un desastre, tanto que Iván Mejía nos envió un mensaje desde el cuartel de su año sabático: “Qué arbitraje desafortunado. El contacto del penal fue afuera y la expulsión es injusta. El del Junior es golpeado temerariamente por el del Tolima. Ah, no sancionó una mano penal a favor del Tolima comenzando el partido”. Tal cual. La mano de Mera, que no pitó a favor del Tolima, se le agrega a su pésima noche.

 

Otra mala decisión de Rojas fue la expulsión de Fuentes que fue pisado por Plata y que reaccionó lanzando un codazo que no lo impactó. Rojas hizo quedar al Junior con 10 hombres y, esa decisión, le cambió el rumbo al partido puesto que la modificación de Ditta por Moreno lo benefició a pesar de parecer lo contrario ya que muchos se preguntaron si estando abajo en el marcador cómo podía Julio meter un defensor.

 

Pasó que Junior jugó entonces 1-3-4-2 para no perder ni el orden, ni el balón. Tres hombres en el fondo, cuatro volantes (con Cantillo incluido que había ingresado por Narváez al comienzo del segundo tiempo) y dos puntas y a atacar se dijo. Vimos entonces el mejor fútbol del Junior, el que sabe hacer a ojos cerrados, de memoria. La entrada de Cariaco fue tan providencial como la de Ditta puesto que éste les dio equilibrio a los tres del fondo y Cariaco hizo una jugada espectacular para ceder el balón a Cetré que remató, con tanta fuerza, que hizo que el arquero Cuesta pifiara el balón. Ese segundo empate hizo presagiar lo que todos presentimos. No habría un nuevo gol del Tolima.

 

Que Comesaña se equivocó en el planteamiento inicial fue reconocido por él. Lo bueno de los seres humanos no es quedarse en el error sino en la grandeza de corregirlo. Creo que el segundo tiempo compensó lo del primero con intereses incluidos.

 

Y otra vez Junior superando a un gran rival y a los errores de un pésimo arbitraje llega a una final con honores. Rojas fue un árbitro localista, parcializado a ultranza, errado, desubicado y, algo peor, estuvo a punto de ponerle el marcador final al juego.

 

Pero bueno, a estas alturas de la noche y cuando el silencio reina en esta fría Bogotá, eso ya es historia. Otra hermosa historia llena de sudor, de empuje, de sufrimiento y de gran felicidad. A pensar en la décima, todos juntos, como siempre…
© HI

Compartir:

Dejar una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back to top