Capsulas de Carreño

La gran fiesta caleña (Luis Enrique Delgado, Acord-Valle)

Luis-Enrique-Delgado

Por Luis Enrique Delgado,
Periodista Acord-Valle

 

*El fútbol ha sido muy justo con quienes más trabajaron por dar en un blanco al que se le estaba apuntando desde hacía diez años, cuando Pedro Sarmiento lo sacó campeón por última vez en el 2005.

 

Cuando Don Sebastián de Belalcázar fundó Cali, hace ya casi quinientos años, no podía imaginar que una pelota de fútbol llegaría a producir, mucho tiempo después, el entendimiento total de un pueblo para fundirse en un solo abrazo, como lo ha logrado, una vez más, el fútbol; ese deporte que Don Sebastián ni siquiera llego a conocer.

Si, por el fútbol, Cali explotó y es, todavía, después de varios días, una fiesta.

Desde este domingo 7 de junio, muchas cosas serán distintas en la vida de los fieles caleños después de la victoria del Deportivo Cali. Partiendo porque todos, o la gran mayoría, caminarán orgullosamente exaltados por las calles.
Tampoco nada será igual en la mayoría de sus jugadores, quienes casi imberbes han saboreado el título del fútbol profesional colombiano.

¿ Y qué decir del técnico Fernando «Pecoso» Castro, a quien los puristas del fútbol tildan permanentemente de desactualizado y rudimentario en su sistema?

Pues nada. Que una vez más ha demostrado su inagotable y productiva capacidad y que con su forma de trabajar ha puesto a la capital vallecaucana a festejar lo que muchos encopetados no pudieron, tras diez años de búsqueda.

La verdad es que Cali, y gran parte del país, se volcó a favor de la conquista del «Pecoso».

Claro, muchísimo más los seguidores verdiblancos, porque todos los que forman parte de la familia del Depotivo Cali, unos porque vivieron las glorias pasadas, como el título del 96 de la mano del mismo «Pecoso» después de 22 años de espera, y otros porque les han contado, tienen el mismo motivo para la festividad: son campeones otra vez.

Han sumado la novena estrella y de paso, como justo premio, el primer cupo a la Copa Libertadores del 2016.
Así es el fútbol
Hinchas veteranos, de los que nunca le fallaron, jóvenes apasionados por tradición o por lo que sea y niños que empiezan a sentir el llamado de un equipo encumbrado por los caminos del éxito, se han confundido en la gran fiesta caleña.

El verde del Cali, ese mismo que ondeó en 1965, 1967, 1969, 1970, 1974, 1996, 1998 y 2005, hoy se eleva orgulloso en otra estrella bordada en su bandera.

El Cali le apuntó a la juventud, a la cosecha de su huerta casera y con 18 jugadores de sus divisiones menores, mas siete que llegaron de otros clubes a manera de refuersos, alcansó lo que muchos creyeron una utopía. Con el 75% de jugadores canteranos, su Junta Directiva, su Cuerpo técnico y su plantel, son campeones de Colombia.

Es cierto, hubo angustias, como cuando se escaparon puntos valiosos de local ante equipos tal vez de menor jerarquía.

Pero ese es el fútbol, casi siempre encaprichado con la angustia. Como si de su intimidad brotara una realidad: el drama. Pasar por todos los estados de ánimo.

O como cuando se perdió (3-2) frente a Millonarios en Bogotá, en plena seminfinal, por un gol agónico nacido de los botines de Mayer Candelo, que después, en Palmaseca, obligó a la desesperante definición desde el punto penal para pasar a la final, donde fue gran artífice el cuidavallas uruguayo Ernesto Hernández.

El Cali supo sobtreponerse a ello, se engrandeció cada día como lo debe hacer un campeón de jerarquía, no prepotente pero sí convencido de lo suyo, de sus razones, de su trabajo y de su capacidad que fue, básicamente, lo que le inyectó el técnico Fernando Castro a ese plantel inexperto, hasta cierto punto.
Con toda justicia
¿Qué podemos decir nosotros que apenas somos observadores, pero que siempre cargamos con la obligación de registrar los hechos?

Pues digamos, con toda sencillez, que el fútbol ha sido muy justo con quienes más trabajaron por dar en un blanco al que se le estaba apuntando desde hacía diez años, cuando Pedro Sarmiento lo sacó campeón por última vez en el 2005.

Puede decirse, incluso, que el país está contento con esa estrella alcanzada por «Pecoso» Castro y su contingente de valientes soldados porque trabajaron siempre para corresponder a los aficionados, con tropezones, es cierto, porque a veces el equipo se apagó y volvió y se prendió para renovar las ilusiones.

Ese fue el Cali que desde el domingo 7 de junio, con su noveno título, prendió en Cali una fiesta gigantesca, en una celebración en la que se han fundido hasta los muertos.

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