Capsulas de Carreño

«La jubilación está muy cerca», Pedro Zape (El País)

Pedro Zape, al lado de Reinaldo Rueda como preparador de arqueros. Acá en el banco de la Selección Honduras. Foto tomada de www.diez.hn

Pedro Zape acá en el banco de la Selección Honduras. Hoy con Atlético Nacional como preparador de arqueros. Foto tomada de www.diez.hn

 

*De la Redacción. Pedro Zape es otra de las leyendas del arco colombiano. Hoy trabaja como preparador de arqueros en Atlético Nacional y cree que está muy cerca su retiro de la acividad. El periodista Francisco Henao, en el diario El País, realizó la siguiente entrevista que acá reproducimos en su totalidad.

 

Por Francisco Henao Bolívar,
Redactor El País

Francisco Henao -Periodista de El país-

Francisco Henao
-Periodista de El País

 

Desde 1966 cuando dio el salto de su natal Puerto Tejada al Deportivo Cali, hasta el 2016 que aún lo tiene en la gran carpa del fútbol ahora como entrenador de arqueros en Atlético Nacional.
Ya son 50 años – Bodas de Oro – de estar en camerinos, estadios, hoteles, entrenamientos, viajes y todo lo que implica hacer parte de la historia del balompié nacional.
Una historia que Pedro Antonio Zape, uno de los arqueros más grandes que ha dado el fútbol colombiano, comenzó a escribir en su natal Puerto Tejada como portero del Ingenio La Cabaña.

Después vino una exitosa carrera: 18 año en el Deportivo Cali, un sorpresivo paso al América, une etapa grande en la Selección Colombia, más de 850 partidos jugados y después una experiencia como entrenador de arqueros en clubes nacionales y en selecciones.

Zape habló con El País y le dio un repaso a parte de su rica historia deportiva, de esos 50 años dando de qué hablar en el fútbol .


¿Cómo comenzó esta historia?

Con un entrenador que era Víctor Celorio y con una empresa que fue la que me hizo conocer como el Ingenio la Cabaña. Ese fue mi trampolín para llegar al Deportivo Cali porque don Víctor era el entrenador de nosotros y hacía la veeduría del Cali. Me recomendó con don Humberto Palacios, el gerente. Y me demoré ir porque era difícil dejar el pueblo y encontrarse con una ciudad, los carros, los semáforos y todas esas cuestiones que a los montañeros nos da duro. Hasta que una vez me decidí y fui al Cali.

¿Siempre fue arquero?
Mi experiencia como arquero vino después de haber jugado en un equipo llamado América, de Puerto Tejada; antes jugaba de lateral o de central. Ya después me incliné por el arco porque tenía un hermano que era muy buen arquero y él era mi espejo.

¿El fútbol era un pasatiempo o pensó que podía llegar tan lejos?
Uno lo toma como un hobby, algo que le gusta a uno, pero en ningún momento pasó por mi cabeza llegar al Cali grande de esa época.

¿La familia lo apoyaba?
Sí, nos criamos en un hogar compuesto por mi papá Pedro Antonio, por mi mamá María Jordán y nueve hermanos. Mi papá al comienzo exigía estudio, pero a mi me arropó el fútbol y seguí con el fútbol.

¿En qué momento y por qué decide ir a probar en el Deportivo Cali?
Un febrero estaba por ahí melancólico y aburrido y cogí una hoja de papel que me había enviado don Víctor Celorio cuando me dijo lo del Cali; me fui y me presenté en la Avenida 4 norte donde me recibió don Humberto Palacios. Me habló de mi pase, le dije que eran míos, me dijo que les interesaba, que quién era yo. Me aceptaron, me hicieron una opción de compra por 200 pesos pagaderos en varias cuotas.

¿Cómo fueron esos primeros días?
Yo llego al Cali en febrero de 1966 y tuve la fortuna de tener a un entrenador que le ganó a todo el mundo como Édgar Mallarino. La sede del Cali era sencilla y en esa época quedaba en la avenida 4 Norte.

¿Con qué jugadores compartió esa primera vez en el Cali?
Nos hicimos amigos con Hernando ‘La Pinta’ García (q.e.p.d); armamos un equipo que fue sensación porque tuvimos la fortuna de tener un entrenador como Édgar Mallarino, que nos formó y nos apoyó. También estaban en ese equipo Henry Caicedo, Wilson Barona, Carlos Obando, Ever Barona, ‘Guaracha’ Mosquera y Carlitos Samboní.

¿Recuerda cómo fue el debut?
Lo mío es curioso porque antes de debutar, primero fui a la Selección Colombia juvenil. Recuerdo que don Álex (Gorayeb), que para mi fue lo máximo que tuve como dirigente junto con Humberto Palacios, me dijo que apostáramos una Coca Cola a que yo debutaría en 1969. Nacional me quería en esa época; apostamos la Coca Cola y justo en junio de 1969 debuté en Medellín contra Nacional. Ese día ganamos 1-0.

¿Cuál fue la clave para mantenerse vigente 18 años en el Cali?
Eso también me lo pregunto. Yo miraba mi pueblo, miraba el Cali, la ciudad, los hoteles dónde llegábamos y todas las cosas que me fueron pasando. Estuve en el Cali de Óscar López, Miguel Escobar, Sanclemente, ‘Cunda’ Valencia, Desiderio, Mario Agudelo, Miguel Loayza, Jorge Gallego, Pipa Solarte, Chapasalla… En el Deportivo Cali está plasmada toda mi vida desde mi debut.

¿Fue cierto que Pancho Villegas, técnico del Cali en la década del 60, se dormía en el banco?
(Risas) Don Pancho a veces le daba su sueñito. Despertaba por la bulla de la gente cuando hacíamos gol. A ese equipo no le ganaba nadie y por eso él dormía un poco.

¿Con qué extranjero tuvo que pelear fuerte la titularidad?
Sinceramente yo era tan convencido de mis condiciones que sabía de lo que era capaz; respetando a los compañeros que tuve en la posición, la persona que más admiré y respeté fue Rosendo Toledo. Después vinieron arqueros importantes, pero yo me consolidé en la posición.

¿Cuál fue el futbolista más grande que enfrentó?
Pelé. Lo enfrenté en el Pascual y después en Nueva York en un partido Cali-Santos. Acá ganamos 2-1 y allá empatamos 2-2. Me fue tan bien que la imagen mía le quedó grabada a Pelé. Nos volvimos a ver después en una actividad y me preguntó que si yo todavía estaba tapando. Me impactó que una persona tan importante como él se acordara de mi.

¿Qué partido recuerda con especial cariño?
Tuve muchos partidos importantes, sobretodo cuando jugábamos en Barranquilla, Santa Marta y Bogotá. Pero quizá el que más recuerdo, uno que jugamos en el Pascual contra Universitario de Perú que en ese tiempo era uno de los mejores de América. Tenía a Juan José Muñante, Roberto Challe y Ramón Mifflin, figuras de la Selección Perú.

¿Se acuerda de algún partido de esos para olvidar?
En una final en Bogotá. Jugaban Cali y Santa Fe y Ernesto Díaz me pateó un balón; cometí el error que antes de agarrarlo ya estaba mirando a ver a quién se lo tiraba. El balón se me fue por entre las piernas. Ese partido lo perdí yo.

¿La mayor alegría que le dio el fútbol?
Haber salido campeón tantas veces, haber disputado casi 10 veces un título; jugar la Copa Libertadores con Bilardo en el 78, haber estado en la Copa América con el ‘Caimán’ Sánchez. Fueron momentos muy lindos.

¿En toda su carrera se topó con jugadores vagos?
(Risas) Es que nosotros en ese tiempo éramos fútbol y salsa, fútbol y rumba. A veces unos lo tomaban  de una manera y otros éramos más responsables porque sabíamos ir a un grill y saber en qué momento teníamos que estar en la casa y en la concentración.

Pero fueron famosas las concentraciones del Cali en el hotel La Merced...
Yo llegaba a mi concentración con un televisor de 4 pulgadas y me encerraba en la habitación. Después de que pasaban las cosas era que uno se enteraba de muchas historias.

En el 85 se da su paso del Cali al América que sorprendió a la hinchada. ¿Por qué se dio ese cambio?
Miguel y Gilberto Rodríguez hacía rato me venían diciendo que querían que yo jugara en América. Yo llevaba varios años en el Cali y don Miguel me puso algunas citas en su oficina. Yo acudía y me decía: “negro, yo quiero que juegue en mi equipo”. Pero le decía que yo pertenecía al Cali. Después vino la negociación y mi paso al América se dio para cubrir la transferencia de Carlos Nadal. A la hinchada del Cali le dolió, pero yo había cumplido mi ciclo y la persona que hizo el negocio debía atender una deuda por Nadal.

¿De su larga etapa en Selección Colombia qué recuerda?
En la Copa América del 75 triunfé y perdí. Gané por el penal que atajé y que nos dio la clasificación a la final. Y perdí porque tuve dos años por una lesión en el Centenario que puso en duda mi continuidad en el fútbol. Pero luego me operaron en Córdoba (Argentina) y volví para ser finalista de la Copa Libertadores. Qué cosa tan maravillosa.

¿Cuál fue el mejor futbolista colombiano?
Willington Ortiz; después de él diría que Jairo Arboleda y Diego Umaña, sin dejar de nombrar compañeros como Miguel Escobar, Henry Caicedo y Óscar López.

¿Cuándo toma la decisión de dejar el fútbol?
En 1984 llega Popovic al Cali y vamos a un partido a Bucaramanga; hay un penal que se lo atajo a Miguel Oswaldo González, el profe quería que yo siguiera, le dije que estaba cansado y es cuando al año siguiente me transfieren al América. Pero ya venía meditando mi retiro.

¿En lo económico le fue bien?
Sí, no ganábámos como ahora, pero sí daba para levantar una familia, para tener una buena casa y para contar con lo necesario. No me puedo quejar.

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