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La maldición de la amarilla. Por Pablo Arbeláez Restrepo
- Updated: 9 julio, 2015
Por Pablo Arbeláez Restrepo
Tan valiosa y a veces tan fugaz. Así se comporta cada tanto la camiseta amarilla del Tour de Francia. Por épocas resulta caprichosa e inestable, como en esta ocasión.
No repuesta aún la Grand Bouclé de la ida de Fabián Cancellara, quien cayó de nuevo en batalla fue el también líder, Tony Martin. Dos grandes del ciclismo mundial que regresaron a Suiza y Alemania, respectivamente con el corazón partido. Quiso la diosa del infortunio que el camino de retorno estuviera acompañado de fracturas y el desencanto de saberse líderes y no poder seguir en carrera.
Estos cruentos episodios, son como si sobre la carrera se hubiera posado una especie de ave negra, esa que volvió después de los años cuando otros pintados de sol dejaron la competencia en condición de números uno.
El recuerdo más cercano de estos malhadados momentos llevan al danés Rolf Sorensen (Ariostea), quien en la quinta etapa del Tour de 1991 tuvo que dejar la competencia debido a una fractura de clavícula muy similar a la que padeció este jueves Tony Martin, quien llegó a la constreñida meta de Le Havre en medio de un cortejo fúnebre, con compungidos lazarillos del Ettix-Quick Step.
Uno de los episodios que género desencanto fue el de 1983, año en que Colombia compitió por primera vez como equipo en la Grand Bouclé. Una caída del líder Pascal Simon (Peugeot), mantuvo en vilo la carrera durante una semana, por cuanto el Flaco Pascal no se resignaba ante la evidencia de una fractura de omoplato. Finalmente dobló la cerviz y la ruta quedó abierta a un inquietante Laurent Fignon.
Pero la historia cuenta que una de las historias más dolorosas fue la que vivió el español Luis Ocaña, quien vestido de líder tuvo que resignar la posibilidad clara de ser campeón. Una violenta caída descendiendo del col de Menté lo marginó de poderle ganar la edición de 1971 a Eddy Merckx, quien perdía cerca de nueve minutos en la general con el ibérico.
Ocaña, tirado en el asfalto, en medio de un temporal, intentaba recuperarse, pero fue atropellado sin culpa luego por Joop Zoetemelk -leche dulce, traducido del holandés-, para rematarlo cual boxeador semi-noqueado. Dolorosa derrota para España que venía venir la victoria.
Ese avechucho de mal agüero se posa otra vez en el Tour. Y no sólo fueron al piso Cancellara y Martin, los vestidos de amarillo. Otros ilustres se golpearon este jueves contra el asfalto en el accidente de Martin, cuando restaban 400 metros para la meta. Nibali, Tejay van Garderen, Quintana y Froome también estuvieron en la colada.
Tan valiosa y tan fugaz esa camiseta amarilla de Cancellara y Martin. Ni que esta vez fuera portadora de una maldición.