Capsulas de Carreño

La sorprendente Perú.. Por Michelle Arias, Lima

Por Michelle Arias, Lima

*El que niegue que la belleza del fútbol radica en lo impredecible y en lo inesperado, simplemente, no sabe nada de fútbol.

Hace apenas un par de semanas se disputaba la fase grupos y como en todos los torneos suramericanos, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia llegaban para jugar el papel de las llamadas “Cenicientas”.

Quizás Perú y Venezuela llegaban con un poco más de expectativa, pues lo mostrado durante las eliminatorias para Rusia 2018 había dado indicios de que eran dos selecciones con procesos interesantes, con técnicos que estaban formando grupos muy tácticos y que venían un poco más parejas respecto de las demás selecciones de la región.

Efectivamente, durante dicha fase de grupos no hubo mayores sorpresas. Bolivia no alcanzó ningún punto, Ecuador hizo un papel penoso, Venezuela impresionó empatándole a Brasil y pasando como segundo de grupo y Perú, con lo justo, esperando hasta la última fecha, se quedó dependiendo de otros resultados para ver si le alcanzaba para poder pasar como uno de los mejores terceros; y lo logró.

El camino se abría para unos cuartos de final en donde las cenicientas ni se nombraban y en cambio las grandes apuestas se dividían. Cuántos no le hacían la venia a la Colombia que había pasado con 9 puntos de 9 posible, al Brasil anfitrión, a la Argentina que no importa que tan mal juegue mientras lleve a Messi en sus líneas; y ni qué decir del “Bicampeón de América” o de la Garra Charrúa que venía con hambre de título.

Sin mayores adornos, Argentina borró de un plumazo a Venezuela en el único encuentro que tuvo goles durante los 90 minutos de la fase de cuartos. Luego por penales Chile mandaría de regreso en un charter a Colombia, Brasil a Paraguay y Perú… ¡sí señores! Perú se le enfrentó de igual igual a Uruguay, llevó el trámite al punto penal y desde los tres palos reafirmó lo mostrado durante el compromiso y con serenidad, convicción y coraje convirtió sus cinco opciones y acabo con las ilusiones charrúas.

Perú celebraba toda una hazaña. Nadie imaginó jamás que esto fuera posible luego de una muy pobre presentación en la fase de grupos, por decir lo menos, luego de la durísima goleada que le había metido Brasil. Después de una actuación tan lamentable, ni el mejor de los hinchas albergó esperanza alguna de que Uruguay dejara un inca con cabeza. Pero yo insisto, el corazón mueve montañas, hace posible lo imposible y permite que cualquier sueño y objetivo se puedan alcanzar.

El domingo dije en mi columna que Perú ya había alcanzado el sueño; pero también dije que cuando se tiene madurez, corazón y coraje siempre se puede contar con las dos piernas para correr detrás de más, de mucho más. Pues hoy Flores, Carrillo, Guerrero, Advíncula, Yotún y hasta el mismísimo Cueva, que se caracteriza más por lo ansioso que lo preciso, usaron sus piernas para llegar en 90 minutos de Porto Alegre al mismísimo Maracaná. No necesitaron de ningún avión, de ningún VAR, de ningún Messi ni Dani Alves, sólo tuvieron que volverse a conectar con la convicción, con la pasión, con sus sueños y con ese corazón inmenso que hoy los hizo ver talentosos.

Y calma, que si no nombré a Gallese entre los jugadores anteriores es porque este arquero se merece una mención aparte. Ojalá se pudiera proyectar en paralelo el partido de Brasil contra Perú en la fase de grupos y el partido de hoy entre Chile y Perú. Pero no para ver el trámite, sino para ver cómo alguien se puede caer para levantarse más grande, más fuerte y con más ganas.

Gallese cometió errores imperdonables en el primer encuentro en mención, no atajó casi nada (un penal), tuvo salidas en falso y con el pasar del tiempo se borró del partido. Pues tal parece que las caídas más duras son las que más duelen pero también las que más nos empujan para superarnos, para mejorar y para demostrarnos a nosotros mismos de qué estamos hechos.

Gallese renació hoy; venía con el ímpetu que le dio el haberle tapado el penal a Suárez y este mi{ercoles no dudó en ninguna. Atajó tiros imposibles, salvó los palos y finalizó ahogando el grito gol en el penal que interceptó al final del tiempo suplementario.

Lamentablemente en Suramérica sufrimos del eterno mal de subestimar a los más chicos, de pensar en lo que va a pasar en 2, 5, 15 días, olvidándonos de lo que tenemos al frente. Hoy Chile pisó el campo sin pensar ni por un segundo en que estaba jugando contra Perú; hoy Chile entró a jugar la final contra Brasil en el Maracaná.

Grave error amigos chilenos, porque para llegar a la cima se debe subir escalón por escalón; que haya una pequeña rampa en el camino que facilite la subida no quiere decir que no nos podamos resbalar en la misma, perder el camino recorrido y tal vez no tener una nueva oportunidad para llegar a la cima.

Chile pecó de arrogante, pensó que el rival era chico y se olvidó de que Perú venía ilusionada por lo logrado frente Uruguay, contagiada del apoyo de sus hinchas y con un corazón que les impedía no dar la batalla a muerte con tal de superar el último y muy difícil obstáculo que significaba este encuentro.

No hay rival chico y ya veremos si Brasil logra verlo en las muestras que ya Perú ha dado; porque el anfitrión también se puede resbalar a un paso de levantar la copa, si al igual que Uruguay y Chile se olvida de que hasta el más chico puede conquistar lo inimaginable. Lo de Perú fue realmente sorprendente.
[¡Arriba Perú Carajo!]

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